PRESIDENTE BARACK OBAMA: NADIE ESPERA QUE CUBA SE TRANSFORME DE LA NOCHE A LA MAÑANA
SANTO DOMINGO, República Dominicana (2 Julio 2015).- Al momento de anunciar el restablecimiento de embajada en La Habana, el presidente Baracakaa Obama aclaró que "nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana".
Recordó el Gobernante que desde diciembre del 2014, nuestro Departamento de Estado ha trabajado arduamente con sus homólogos en Cuba para alcanzar ese objetivo.
Alternativasnoticiosas.com deja a sus lectores el discurso del presidente OPbama.
Buenos días a todos. Por favor, tomen
asiento.
Hace más de 54 años, en medio de la guerra fría,
Estados Unidos cerró su embajada en La Habana. Hoy, puedo anunciar que Estados
Unidos ha acordado restablecer formalmente sus relaciones diplomáticas con la
República de Cuba, y volver a abrir embajadas en nuestros respectivos países.
Se trata de un paso histórico en nuestros esfuerzos por normalizar las
relaciones con el gobierno y el pueblo cubano y empezar un nuevo capítulo con
nuestros vecinos de las Américas.
Cuando Estados Unidos cerró nuestra embajada en
1961, creo que nadie pensó que pasaría más de medio siglo antes de que se
volviera a abrir. Después de todo, nuestras naciones están separadas por tan
solo 90 millas, y hay lazos muy estrechos de familias y amigos entre nuestros
pueblos. Pero ha habido diferencias de significancia profunda y real entre
nuestros gobiernos y a veces nos dejamos atrapar por una cierta forma de hacer
las cosas.
Para Estados Unidos eso significó aferrarse a una
política que no funcionaba. En lugar de apoyar la democracia y las
oportunidades para el pueblo cubano, con el paso del tiempo nuestros esfuerzos
por aislar a Cuba, a pesar de las buenas intenciones, tuvieron un efecto
opuesto — cimentando el statu quo y aislando a Estados Unidos de nuestros
vecinos en este hemisferio. El progreso que logramos hoy es una prueba más de
que no tenemos que ser prisioneros del pasado. Cuando algo no funciona podemos
cambiarlo y lo cambiaremos.
El diciembre pasado, anuncié que Estados Unidos y
Cuba habían decidido tomar medidas para normalizar nuestra relación. Como
parte de ese esfuerzo, el Presidente Raúl Castro y yo pedimos a nuestros
equipos que negociaran el restablecimiento de las embajadas. Desde entonces,
nuestro Departamento de Estado ha trabajado arduamente con sus homólogos en
Cuba para alcanzar ese objetivo. Y posteriormente este verano, el Secretario
Kerry viajará a La Habana para izar formalmente y con orgullo la bandera
estadounidense sobre la embajada una vez más.
Este acto no es meramente simbólico. Con este
cambio, podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo
cubano. Tendremos más personal en nuestra embajada, y nuestros diplomáticos
podrán participar de manera más extensa en toda la isla. Esto incluirá al
gobierno cubano, la sociedad civil y los ciudadanos cubanos que buscan
alcanzar una vida mejor.
Con respecto a los temas de interés común, como el
antiterrorismo, la respuesta ante desastres y el desarrollo, encontraremos
formas nuevas de cooperar con Cuba. Y he dejado claro que también seguiremos
teniendo diferencias muy serias. Que incluyen el apoyo duradero de Estados
Unidos por los valores universales, como la libertad de expresión y asociación,
y el acceso a la información. Y no dudaremos en protestar cuando veamos que se
actúa de manera contradictoria a esos valores.
No obstante, creo con firmeza que la mejor forma que
tiene Estados Unidos de apoyar nuestros valores es a través del compromiso.
Por eso ya hemos tomado medidas para permitir más viajes, contacto
interpersonal y lazos comerciales entre Estados Unidos y Cuba. Y seguiremos
haciéndolo de aquí en adelante.
Desde diciembre ya hemos visto mucho entusiasmo
hacia este nuevo enfoque. Líderes a través de las Américas han demostrado su
apoyo por el cambio en nuestra política; lo escucharon ayer, cuando lo expresó
la Presidenta Dilma Rousseff. Las encuestas de opinión pública en los dos
países revelan mucho apoyo por este compromiso. Un cubano dijo, “he estado
preparado para esto toda mi vida”. Y otro dijo, “es como un trago de oxígeno”.
Una maestra cubana dijo sencillamente: “somos vecinos. Ahora podemos ser
amigos”.
Aquí en Estados Unidos, hemos visto el mismo
entusiasmo. Hay estadounidenses que quieren viajar a Cuba y empresas que
quieren invertir en Cuba.
Universidades de Estados Unidos que quieren
asociarse con Cuba. Ante todo, hay estadounidenses que quieren llegar a conocer a sus vecinos al
sur. Y mediante ese compromiso, también podemos ayudar al pueblo cubano a
mejorar sus propias vidas. Un cubano americano tenía la esperanza de “reunir a
las familias y abrir las vías de comunicaciones”. Otro dijo simplemente: “no se
puede mantener secuestrado el futuro de Cuba por lo que sucedió en el pasado”.
Y de esto se trata: una decisión entre el futuro y
el pasado.
Los estadounidenses y los cubanos por igual están
listos para avanzar. Considero que es hora de que el Congreso haga lo mismo. Le
he pedido al Congreso que tome medidas para levantar el embargo que evita que
los estadounidenses hagan negocios con Cuba. Ya hemos visto que miembros de
ambos partidos han comenzado este trabajo. Al fin y al cabo, ¿por qué se iba a
oponer Washington a la voluntad de su propio pueblo?
Sí, están quienes quieren dar marcha atrás al reloj
y redoblar una política de aislamiento. Pero ya es más que hora de que nos
demos cuenta de que este enfoque no funciona. Lleva cincuenta años sin
funcionar. Cierra las puertas de Estados Unidos al futuro de Cuba y solo
empeora las vidas del pueblo cubano.
Entonces me gustaría pedirle al Congreso que escuche
al pueblo cubano. Que escuche al pueblo estadounidense. Que escuche las
palabras de un cubano americano orgulloso, Carlos Gutiérrez, quien hace poco
habló en contra de la política del pasado, diciendo: “Me pregunto si los
cubanos que tienen que ponerse en fila durante horas bajo el sol ardiente de La
Habana para conseguir las necesidades más básicas sienten que ese enfoque les
ayuda”.
Por supuesto, nadie espera que Cuba se transforme de
la noche a la mañana. Pero creo que el compromiso estadounidense —mediante
nuestra embajada, nuestras empresas, y ante todo, nuestro pueblo— es la mejor
manera de representar nuestros intereses y apoyar la democracia y los derechos
humanos. Una y otra vez, Estados Unidos ha demostrado que parte de nuestro
liderazgo en el mundo se basa en nuestra capacidad de cambiar. Es lo que
inspira al mundo a alcanzar algo mejor.
Hace un año tal vez habría parecido imposible que
Estados Unidos tuviera una vez más su bandera y sus barras y estrellas volando
sobre la embajada en La Habana. Así es el cambio.
En enero de 1961, el año en el que nací, cuando el
Presidente Eisenhower anunció el fin de nuestras relaciones con Cuba, dijo:
“espero y confío que en un futuro no muy lejano sea posible que la amistad
histórica entre nosotros encuentre su reflejo en relaciones normales de todo
tipo”. Bueno, ha tomado tiempo, pero considero que ha llegado la hora. Y que
nos espera un futuro mejor.
Muchas gracias. Y quiero agradecer a algunos de mi
equipo que trabajaron con diligencia para que esto suceda. Ellos están aquí. No
siempre se les reconoce. Estamos muy orgullosos de ellos. Buen trabajo.
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