WASHINGTON (2 Julio 2015).- Tener relaciones
diplomáticas no quiere decir tener relaciones normales. Ése es el mensaje que
ha transmitido el Gobierno de Raúl Castro a Estados Unidos después de que ambos
países acordaran, tras 54 años sin relaciones diplomáticas, la apertura mutua de
embajadas a partir del día 20 de este mes. Y, en cierto sentido, el mensaje que
Washington también difundió.
La gran diferencia es que el Gobierno de Barack
Obama está dispuesto a seguir negociando, pero Castro se ha limitado a
establecer requisitos para que continúe el deshielo. Éstos son: la devolución
de la base de Guantánamo, el levantamiento del embargo, el cese de las
emisiones propagandísticas de radio y televisión de EEUU a la isla y la
compensación económica "por los daños causados por las políticas de
Estados Unidos". Según una nota oficial del Gobierno de Cuba, hay que
reconstruir unas relaciones pulverizadas "desde la intervención militar de
Estados Unidos, hace 117 años, en la guerra de independencia que Cuba libró por
cerca de tres décadas contra el colonialismo español".
Para Raúl Castro, así pues, aunque EEUU ya no es una
amenaza directa, tiene que pagar por lo que ha hecho. Barack Obama, por el
contrario, lanzó un mensaje de esperanza y optimismo cuando dijo ayer en la
Casa Blanca que la normalización de relaciones supone elegir "entre el
pasado y el futuro". El presidente de EEUU se refería a los congresistas
de su propio país que siguen bloqueando el levantamiento del embargo y que,
presumiblemente, limitarán la financiación de la futura embajada y torpedearán
el nombramiento de embajador. Pero la frase también podía aplicarse a La
Habana.
El equipo de Obama no niega que el restablecimiento
de relaciones diplomáticas es una condición necesaria, pero no suficiente. Como
declaró ayer en una teleconferencia con medios de comunicación un alto cargo de
la Casa Blanca que pidió no ser identificado, "el restablecimiento [de
relaciones diplomáticas] es solo un primer paso dentro de un proceso de
normalización que va a llevar mucho más tiempo". Y la política de
Washington no va a cambiar. Así, los diplomáticos estadounidenses "van a
continuar con su apoyo" a los movimientos democráticos y en favor del
libre mercado en la isla, aunque ese respaldo solo será "retórico".
Según esa fuente, el personal de la embajada en La Habana tendrá acceso a
"activistas" fuera de la capital cubana, aunque cabe esperar que sus
actividades serán "restringidas". El alcance de esos controles no ha
sido hecho público.
Pero, frente a la dura retórica del castrismo,
Washington apuesta por una mejoría progresiva de la situación. Según esa misma
fuente, EEUU y Cuba van a negociar compensaciones de Washington por el embargo
y, a cambio, indemnizaciones de La Habana por las expropiaciones que llevó a
cabo Fidel Castro. Y Barack Obama volvió ayer a pedir al Congreso de su país
que levante el embargo, alegando, una vez más, que "debemos darnos cuenta
de que este enfoque [en referencia a la política de EEUU hacia Cuba] no ha
funcionado en 50 años".
Tanto cambio, sin embargo, es difícil de digerir
para el Legislativo de EEUU. Por de pronto, parece casi imposible que el Comité
de Relaciones Exteriores del Senado apruebe el nombramiento de un embajador en
Estados Unidos, incluso en el supuesto de que Obama presentara como candidato a
Carlos Gutierrez, cubano-americano, republicano, amigo de Jeb Bush y secretario
de Comercio con George W. Bush, que ya ha expresado su voluntad de ser el
representante de su país en la isla. Precisamente, Obama citó ayer a Gutierrez
en su discurso en la casa Blanca, en lo que parece un claro guiño al sector más
centrista del republicanismo. Máxime si se tiene en cuenta que Gutierrez es uno
de los mentores de Marco Rubio, el senador cubano-americano que lidera la
oposición al deshielo y que es candidato a la Presidencia en 2016.
Pero, por ahora, todo indica que EEUU seguirá sin
embajador en La Habana. No es una situación excepcional. Por poner un ejemplo,
el Senado no aprobó al máximo representante en Rusia hasta que la guerra en
Ucrania llevaba ya varios meses. Y el actual encargado de negocios en la isla,
Jeffrey DeLaurentis, tiene una enorme experiencia en ese país, por lo que puede
ejercer el cargo de manera interina.
Por
PABLO PARDO/El Mundo
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