ITALIA APRUEBA UNA LEY HISTÓRICA DE UNIONES CIVILES ENTRE PAREJAS DEL MISMO SEXO
ROMA (11 Mayo 2016).- Matteo Renzi está dispuesto a
sacar a Italia de su atraso de décadas en materia de derechos civiles. El
Gobierno logró este miércoles —por 369 votos a favor, 193 en contra y dos
abstenciones-- la aprobación definitiva, mediante una moción de confianza
planteada a la Cámara de Diputados, del proyecto de ley de uniones civiles
entre parejas del mismo sexo, que, aunque descafeinado, ya recibió la luz verde
en el Senado. Tanto la oposición como la Iglesia, que en Italia sigue teniendo
un gran peso político y, al menos hasta ahora, un gran poder de veto, se han
mostrado indignadas por el método expeditivo usado por Renzi, quien ha
declarado: “Hoy es un día de fiesta. Porque las leyes son hechas para las
personas, no para las ideologías. Para quien ama, no para quien proclama”.
Una vez superada la moción de confianza, durante la
tarde del miércoles se someterá a votación el texto de la ley. La bronca no
puede ser más grande. El centro político, una parte del cual sostiene al
Gobierno de Renzi, y el Family Day, un conjunto de organizaciones que defienden
a la familia tradicional atacando los nuevos modelos de pareja, han pedido el
amparo de la presidencia de la República por considerar que el proyecto puede
ser inconstitucional. También el secretario de la Conferencia Episcopal
Italiana (CEI), monseñor Nunzio Galantino, se ha apresurado a tomar parte en el
debate político.
La presión de la Iglesia a través del centro derecha
ya había conseguido descafeinar la ley durante su aprobación en el Senado el
pasado 26 de febrero, evitando sobre todo la posibilidad de que uno de los
miembros de la pareja gay pueda adoptar a los hijos naturales de su cónyuge.
Pero, aun así, considera que el actual proyecto de ley no marca suficiente
distancia con un matrimonio de los de toda la vida. Monseñor Galantino advirtió
tras conocer la decisión del Gobierno de Renzi de aprobar la ley sí o sí. “La
moción de confianza supondrá una derrota de todos”. Los opositores a la ley de
uniones civiles ya se han declarado dispuestos a organizar un referéndum
revocatorio.
Todo esto se produce, como explica el editorialista
de La Repubblica Stefano Folli, en el revuelto clima preelectoral de las
elecciones municipales, “sobre todo en Roma, donde la ciudad laica y la ciudad
vaticana se entrecruzan”. Y Alfio Marchini, el candidato a la alcaldía por
Forza Italia, el partido que fundó, lideró y sigue dirigiendo a pesar de sus
achaques políticos y físicos Silvio Berlusconi, ha anunciado un plante: “No
celebraré jamás uniones homosexuales en el Capitolio”. La ministra Maria Elena
Boschi, responsable de las Reformas Constitucionales, no se inmuta: “Los
alcaldes tienen que respetar las leyes”. Y, además, todavía está por ver que
Marchini, al que en principio apoya todo el centroderecha, termine sentado en
un sillón que, después de la destitución de Ignazio Marino, ocupa un comisario
especial que trata de meter en cintura una ciudad tan hermosa como difícil de
Gobernar.
Maria Elena Boschi zanja con tranquilidad las
críticas: “Después de decenios de espera, la ley de uniones civiles es un
victoria histórica y la moción de confianza tiene un valor político”. El valor,
se podría añadir, del arrojo de un primer ministro que, pese a gobernar en
minoría y de declararse católico practicante, está dispuesto a jugarse la
continuidad de su Gobierno y la admonición del Vaticano con tal de sacar a
Italia de su atraso histórico en materia de derechos civiles.
Matteo Renzi ha colgado sobre su página de Facebook
un comentario en el que se siente orgulloso de su proyecto: “Hoy es un día de
fiesta para muchos (…). En estas horas decisivas tengo junto a mi corazón el
pensamiento y el recuerdo de Alessia [Ballini, alcaldesa de San Piero a Sieve,
luchadora por los derechos de los homosexuales, fallecida en 2011]. Y esto me
basta. Porque las leyes son hechas para las personas, no para las ideologías.
Para quien ama, no para quien proclama. Lo hacemos poniendo la moción de
confianza porque ya no se podía retrasar más después de años de intentos
fallidos. Lo hacemos con humildad y valentía”.
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