LLEGA A LA HABANA CRUCERO DE ESTADOS UNIDOS SIN UN SOLO TURISTA A BORDO
LA HABANA, Cuba (3 Mayo 2016).- Sin un solo turista
a bordo llegó este lunes a La Habana el primer crucero estadounidense en cerca
de cuatro décadas. Las 700 capacidades del Adonia, buque insignia en la línea
Fathom de Carnival, fueron totalmente ocupadas por viajeros norteamericanos en
programas de intercambio “pueblo a pueblo”, varias decenas de periodistas y
altos directivos de la compañía con sede en Doral, Florida.
Aunque las leyes vigentes del bloqueo aún prohíben los
viajes turísticos de estadounidenses a la Isla, las recientes medidas
ejecutivas de la administración de Barack Obama abrieron nuevas puertas para la
transportación marítima entre ambos países.
Carnival, uno de los operadores de cruceros más
importantes del mundo, decidió aprovechar la ocasión. Junto a sus contrapartes
cubanas, diseñaron un itinerario de una semana centrado en actividades
culturales que dio inicio el pasado domingo en Miami e incluye paradas en La
Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba.
El recorrido está amparado en la licencia de viajes
educativos “pueblo a pueblo”, una de las 12 categorías autorizadas por
Washington, y busca familiarizar a los norteamericanos con la “Cuba real,
cercana y profunda”, según su sitio web.
Instantes después de desembarcar del Adonia, el
director ejecutivo de Carnival, Arnold Donald, dijo a la prensa que su
compañía se sentía “orgullosa” de participar en un momento histórico. Añadió
que existe un creciente interés en su país por conocer la Isla.
Arnie Pérez, abogado de origen cubano que trabaja
como asesor legal de Carnival, afirmó que los viajes tendrán una frecuencia
quincenal y avizoró mayores conexiones entre ambos lados del Estrecho de la
Florida en un futuro próximo.
Durante la administración del demócrata James
Carter, a finales de los años 70 del siglo pasado, algunos cruceros
estadounidenses arribaron a Cuba. Si bien en aquella oportunidad los viajes
fueron liberados totalmente por Washington, aún no existían las capacidades
turísticas que se aprecian hoy en distintos puntos del país. El gobierno de
Ronald Reagan cerró esa puerta en 1982.
Desde los anuncios del 17 de diciembre del 2014 y
el fin de una parte de las restricciones impuestas en las últimas décadas, los
arribos de estadounidenses han ido en aumento. Sin embargo, algunos analistas
cifran en varios millones el potencial turístico del mercado norteamericano
en la mayor isla del Caribe.
En ambas cámaras del Congreso en Washington están
en marcha proyectos de ley para permitir los viajes turísticos a Cuba.
Además, las empresas hoteleras norteamericanas muestran interés por las
oportunidades de negocios que se abren. Recientemente, Starwood firmó un
contrato para administrar el icónico Hotel Inglaterra de La Habana.
Pueblo a pueblo
“Cuba y Estados Unidos están demasiado cerca para
ser enemigos”, dijo a Granma Jene Trall, residente en Boston y quien viaja a La
Habana por primera vez.
“Era ridículo lo que estábamos haciendo”, añadió
tras reconocer los pasos dados en los últimos años por el gobierno de Barack
Obama respecto a la política hacia Cuba.
Jill Brown, de Texas, sostuvo que siempre quiso
venir a Cuba. Se decidió por el crucero de Carnival, en lugar de un pasaje en
avión, porque “es más fácil y ya todo está arreglado”. “Uno siempre corre el
riesgo de hacer las cosas mal por su cuenta”.
Brown no está de acuerdo con aquellos que creen que
la propia presencia de los norteamericanos terminará por destruir la esencia
del lugar. “Viajo mucho y soy respetuosa de cada país que visito”.
“Quiero verlo y conocerlo todo, la historia, los
edificios y los autos antiguos”, agregó.
No es la única interesada en adentrarse en las
peculiaridades de un país que, a solo 90 millas del suyo, ha tomado un camino
totalmente distinto en cuanto al modelo económico y social.
Desde california viajó Jack Collisham, un amante de
los carros viejos que aspira a dar un salto en el tiempo y ver transitando por las
calles los Cadillac, Ford y Pontiac de su infancia.
“Quiero aprender de la vida de los cubanos”, aseguró
a este diario la neoyorquina Cinthia Brown, mientras probaba por primera vez en
La Habana el famoso Cuba Libre.
El programa de una semana, sin embargo, tiene el
reto de trascender los estereotipos que se agotan en la propia terminal de
cruceros Sierra Maestra, donde fueron recibidos por un torcedor de tabaco, una
pareja profesional de baile que dejó patitieso a más de uno y los estentóreos
tambores de la comparsa de Cayo Hueso.
“Yo vivo muy cerca de aquí y desde que me enteré que
este crucero venía hoy me dije tengo que ir a verlo”, afirmó Idalis Méndez.
Vive desde hace décadas en La Habana Vieja y se unió ayer a cientos de curiosos
que esperaron en el Malecón la llegada del Adonia.
“Yo no sé lo que vienen a ver sobre Cuba las
personas que vienen a bordo, pero estoy segura de que significa un paso más en
este proceso de acercamiento. Además del calor de La Habana, encontrarán el
calor del pueblo cubano que vino a recibirlos”, refirió.
Jorge Manuel Nuviola, cuentapropista, siempre está
cerca cuando llegan los barcos y recuerda el Ópera que arribó hace algunos
meses y era mucho más grande que el de Carnival. “Pero escucho a las personas
por aquí cerca que este es especial porque en él vienen no solo
estadounidenses, también cubanoamericanos y eso es un paso adelante para las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos”.
“Yo sí quisiera que las relaciones progresaran,
somos vecinos y una buena amistad con ellos debe traer mejoría para nosotros”,
concluyó.
Entre los visitantes hay personas de distintas
partes de Estados Unidos, que aspiran a conocer de cerca la cultura cubana.
Foto: Yander Zamora
Nueva oportunidad
La visita de los cruceros de Carnival es una nueva
oportunidad para mostrar “la Cuba que tenemos”, dijo Víctor Juan Veloso
Pimienta, director de Havanatur, una de las contrapartes cubanas que ayudó a
organizar los recorridos.
Respecto a las perspectivas de crecimiento, Veloso
enfatizó que es un nuevo producto en el mercado y necesita tiempo, pero se
mostró confiado de que las visitas de este tipo irán en aumento.
Reconoció que la planificación del itinerario de
Carnival no fue fácil, a pesar de la experiencia de su empresa en este tipo de
actividades, producto de las restricciones que siguen en vigor por la parte
estadounidense.
Veloso llamó a ocupar el espacio que se abre, algo
en lo que concuerda Rosa María Caballero, la encargada del destino Cuba dentro
de Fathom, la filial de Carnival que maneja el Adonia.
Caballero asegura que los cambios registrados en los
últimos meses son significativos, tras más de medio siglo de distanciamiento.
“También es lindo hacer este tipo de viajes que van más allá del simple
turismo”, dijo respecto a los programas “pueblo a pueblo”.
De hecho, la línea Fathom está dedicada por entero a
los viajes con “impacto social”, que unen el esparcimiento con conocer otras
culturas y experiencias de vida.
En La Habana, donde estarán hasta este martes, está
concebido un recorrido por La Habana Vieja, visitar sitios históricos como la
Plaza de la Revolución e intercambios con proyectos comunitarios como el
Callejón de Hamlet y Muraleando, refirió Caballero.
Añadió que en Cienfuegos, en el quinto día de viaje,
visitarán el teatro Terry entre otros espacios culturales de la ciudad.
Mientras en Santiago de Cuba, durante el día 6, el plato fuerte será un
recorrido por la trocha y lugares icónicos de la ciudad.
Los pasajeros del Adonia no podrán bañarse en las
playas cubanas porque las actividades netamente turísticas están censuradas por
Washington. Aunque sí tendrán la oportunidad de “sumergirse” en las aguas del
Caribe durante el viaje de La Habana a Cienfuegos.
El crucerismo es también objeto de críticas por
algunos expertos que apuntan los bajos niveles de compra de los viajeros con
todos los gastos incluidos en el barco, así como el daño ambiental que causan
en sus rápidas incursiones por las ciudades.
Sin embargo, el director de Havanatur considera que
“cada negocio lleva su derrame económico” y que después de hacer los análisis
pertinentes su empresa “los ve con buenos ojos”.
Más de un centenar de cruceros operan semanalmente
en el área del Caribe, procedentes de distintos países, en un negocio valorado
en varios miles de millones de dólares al año.
Pero la Isla se ve imposibilitada de formar parte de
la mayoría de los recorridos de empresas de terceros países por las
restricciones extraterritoriales de la legislación de Estados Unidos, el
principal mercado y destino.
Se calcula que, de abolirse esas leyes, Cuba podría
recibir más de un millón de visitantes en cruceros, más allá de si están
interesados en sumergirse en su cultura o simplemente en sus playas.
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