PROPONE PUERTO RICO REDUCIR SUS MUNICIPIOS ANTE LA CRISIS ECONÓMICA LE AFECTA

QUEBRADILLAS, Puerto Rico (3 Agosto 2016).- Lejos del barullo de la capital, San Juan, existen otros lugares donde el tiempo pasa lento, los trabajos escasean y la historia colonial de Puerto Rico se remonta a la era de los piratas. Allí los alcaldes municipales son las figuras más poderosas y pasan sus días haciendo favores, convenciendo y exigiendo.

La gente hace fila ante sus puertas suplicando ayuda: “La abuela murió y nadie puede pagar los gastos de su funeral, ¿puede ayudarme?”. “Sí”. “La madera de mi casa se está pudriendo, ¿puede ayudarme?”. “Sí”. “El pueblo necesita otro campo de béisbol, ¿puede ayudarnos?”. “Sí”. “Mi prima necesita trabajo, ¿puede darle uno?”. “Déjeme ver qué puedo hacer”.

Es un ritual tan familiar para los 78 alcaldes que supervisan los municipios grandes y pequeños de Puerto Rico (que en muchos casos no sobrepasan unos cuantos kilómetros cuadrados) como el croar nocturno de las ranas y el frescor del aguacero veraniego.

Sin embargo, tras décadas de préstamos y gastos excesivos que generaron una deuda de 72 mil millones de dólares, y luego de la aprobación de una junta de control (nombrada por el gobierno federal de Estados Unidos) que estará encargada de las finanzas, los municipios —junto con sus alcaldes, empleados y oficinas gubernamentales— representan uno de los problemas más complicados de la isla.

Lo que alguna vez fue una tradición venerable se ha convertido en un símbolo de inflación gubernamental y gasto, un costoso infortunio que afecta las agencias del gobierno central y la legislatura de San Juan.

“En los pueblos pequeños, estas cosas son personales”, comentó Heriberto Vélez Vélez, el alcalde de Quebradillas, que hace poco pasó la mañana atendiendo solicitudes de sus electores en su oficina, ubicada a unos cuantos pasos de la plaza y la iglesia de estilo español tan bellas como una postal. “Y en los años electorales, la gente quiere más trabajos y más ayuda. Es difícil”.

Durante décadas, esa ayuda llegó fácilmente mientras el dinero fluía desde San Juan, la sede del gobierno. Desde siempre actividades como podar árboles, asistir a funerales, recoger la basura, arreglar las aceras y construir parques acuáticos y pistas de hielo hicieron que los alcaldes se ganaran la simpatía y los votos de la gente.
Los más hábiles conseguían los votos que ayudan a elegir legisladores para la Asamblea Legislativa, dotándolos de una importante influencia política. A su vez los legisladores agradecidos devuelven el favor con dinero para proyectos municipales (o proyectos oportunistas para congraciarse con el electorado, dependiendo de dónde se gobierne).

Ahora existen propuestas para eliminar un considerable número de municipios porque la mayoría presenta problemas financieros, desde los más pequeños hasta los más grandes. El debate gira en torno a una pregunta: ¿una isla con una población de solo 3,5 millones de personas necesita 78 municipios ávidos de dinero para servir a sus ciudadanos?

“La mayoría están en quiebra y viven del gobierno central pero ahora no tienen dinero; es un círculo vicioso”, explicó Mario Negrón-Portillo, exrector de la Facultad de Administración Pública de la Universidad de Puerto Rico. “Tendremos que tomar algunas decisiones difíciles”.

Cada municipio, ya sea de 2000 habitantes o con 355.000, tiene un alcalde que suele recibir un buen sueldo. Vélez gana 78.000 dólares por supervisar un poblado de 25.000 habitantes, según la Oficina del Contralor de Puerto Rico. Ellos tienen sus asistentes y una cadena de oficinas administrativas dedicadas a recursos humanos, obras públicas y auditoría. La mayoría también tiene su propia policía municipal (además de la estatal), que atiende denuncias y delitos menores.

Con la escasez de empleos, los municipios más pequeños suelen ser las principales fuentes de trabajo de las poblaciones. Quebradillas, conocido como la Ciudad Pirata, tiene 400 empleados que cuestan 3,4 millones de dólares; hace una década tan solo tenía 260 trabajadores. Los municipios pueden gastar millones de dólares en eventos y relaciones públicas. Además no pagan energía eléctrica, un beneficio que el gobierno está tratando de restringir.

“Puedo darle la vuelta a Puerto Rico, en carro, dos veces al día”, dijo José L. Báez Rivera, representante de la Cámara de Representantes de Puerto Rico, quien fue el principal patrocinador de un proyecto de ley para reducir la cantidad de municipios a 20 —aunque se conservarían los nombres y fronteras actuales como vecindarios—. “¿Por qué son necesarios tantos municipios?”.

Los municipios son un tema difícil para la legislatura, donde la mayoría de los diputados quiere evitar molestar a los alcaldes locales. En Quebradillas, donde la plaza tiene un kiosco, una iglesia que data de 1823 y árboles bien podados, las mujeres hablan de los parientes que están lejos, aquellos que se fueron al continente.

La gente ha puesto mercados dentro de edificios coloniales, hermosos a pesar de su decadencia. Se enorgullecen del excelente equipo de básquetbol municipal, de sus festivales locales y dicen que hay demasiados municipios y los costos son muy elevados. Comentan que tiene sentido unirlos, pero pocos quieren sacrificar sus propios municipios. Los ahorros deberían provenir de otra parte: la legislatura, la gobernación o todas las agencias estatales.

Según estadísticas gubernamentales recabadas por el diario El Nuevo Día y el grupo ABRE de Puerto Rico, más de la mitad de los municipios arrastran deudas porque tienen presupuestos que suelen exceder sus ingresos. La mayoría de las municipalidades tiene tasas de pobreza elevadas, muchos jubilados, pocas fuentes de empleo y poblaciones que disminuyen. Todas deben importantes sumas en préstamos, una característica que comparten con el gobierno central.

En el municipio de Florida, donde habitan 12.000 personas en 38,84 kilómetros cuadrados, el alcalde José Gerena Polanco eliminó un día de trabajo al mes de sus 291 empleados para evitar despidos. Con esa medida ayudó a reducir el déficit en su presupuesto de 8,2 millones de dólares.

Con tan poca actividad económica y una base fiscal tan reducida, Gerena explica que la unión con otros municipios parece tener algo de sentido. No obstante, los servicios (como la recolección de basura o la policía) deberían seguir intactos.

“Nuestros residentes tienen necesidades”, dijo el alcalde. “Recurren a nosotros. Nos conocen. No podemos eliminar eso”.




Por LIZETTE ÁLVAREZ/The New York Times


No hay comentarios.: