EL SILENCIOSO 40 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MAO ZEDONG, FUNDADOR DE LA CHINA COMUNISTA
PEKÍN (9 Septiembre 2016).- Para China, 2016 ha sido
un año de aniversarios. En mayo, se cumplieron 50 años desde el comienzo de la
Revolución Cultural de Mao Zedong, mientras que en julio el gigante asiático
conmemoró los 95 años de la fundación del Partido Comunista. Y hoy se recuerdan
los 40 años de la muerte del propio Mao, el padre fundador de la China
comunista.
Pero al igual que lo sucedido en mayo, cuando China
recordó en silencio la tristemente célebre campaña de Mao para afianzar la
“revolución comunista” y consolidar su poder, ahora tampoco se esperan grandes
actos para conmemorar la muerte del “Gran Timonel”, según explica a La Tercera
Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, en Beijing. “No
habrá grandes actos en China por los 40 años”, asegura.
Beijing ya dio muestras de que va a soslayar el
aniversario el pasado 8 de enero, cuando se cumplieron 40 años de la muerte de
Zhou Enlai, la “mano derecha” de Mao y ex primer ministro. Su familia llevó ese
día flores a la sala que homenajea a Zhou en el mismo mausoleo donde descansa
Mao, en el centro de la Plaza de Tiananmen, pero los actuales líderes chinos y
la prensa oficial no hicieron mención alguna al personaje, más popular incluso
que el “Gran Timonel” en la memoria colectiva nacional, según consigna EFE.
Ese mismo mes hubo una imagen incluso más
sintomática. Pocos días después de mostrarse en los medios oficiales una
gigantesca estatua dorada de Mao que construían unos campesinos en la localidad
de Tongxu, de la provincia central china de Henan, y que, con 37 metros, iba a
ser la mayor en su honor, la obra fue demolida por “carecer de la aprobación de
las autoridades”.
La creciente distancia entre el maoísmo y la China
del Presidente Xi Jinping, un líder que
heredó de Mao un estilo más personalista que sus antecesores, ha causado otros
roces en los últimos meses ventilados incluso por el diario Global Times,
ligado al Partido Comunista de China (PCCh) y conservador pero que a veces se
atreve con temas sensibles.
Según el periódico, las autoridades intentaron
evitar que decenas de miles de personas celebraran el aniversario del
nacimiento de Mao el pasado 26 de diciembre en su localidad natal, Shaoshan.
También se buscó detener la construcción casi clandestina de templos en áreas
rurales en honor al fallecido mandatario, que en zonas campesinas está
empezando a ser deificado, según dicen, en reacción al actual liderazgo.
Y es que los actuales líderes chinos, con Xi a la
cabeza, intentan reducir en la medida de lo posible los homenajes al maoísmo
por ser también una época de triste recuerdo, con grandes dramas como la
Revolución Cultural o las hambrunas del Gran Salto Adelante. “Xi se ha adherido
a la declaración oficial del PCCh de 1981 sobre la Revolución Cultural y Mao:
70% buena, 30% mala, ‘graves errores’, pero sin crímenes. Así es cómo se
conmemorará la muerte de Mao”, señala a La Tercera Jean-Pierre Cabestan, director
del Departamento de Gobierno y Estudios Internacionales de la Universidad Bautista de Hong Kong.
Sin embargo, muchos analistas ven en el gobierno de
Xi maneras muy similares a las de hace 50 años. “Xi abraza el legado radical de
Mao”, tituló en mayo el diario estadounidense The Wall Street Journal. “A pesar
de estas diferencias obvias, Xi ha pasado sus primeros tres años en el cargo
resucitando a Mao, tomando prestada su retórica e imitando sus prácticas. Ha
concentrado el poder en sus propias manos y coqueteado con un culto a la
personalidad, el símbolo más inquietante de la Revolución Cultural, en el cual
el culto ciego de un líder supremo encendió años de violencia convulsiva”,
comentó el influyente periódico.
Pero Xiaobo Hu, director del Centro para Estudios de
China de la Universidad Clemson, en EE.UU., hace distingos. “Dada la
desaceleración económica en los años recientes en China, la igualdad social y
la justicia social se han convertido en uno de los temas más importantes para
el gobierno y la población por igual. Este es el contexto en el que podemos
entender mejor los discursos de Xi y la estética vinculadas a Mao”, dice Hu a
La Tercera.
“Las referencias al maoísmo acostumbran a ser
instrumentales siempre”, acota Ríos. “En este caso, hay dos circunstancias
específicas a tener en cuenta. Tras la defenestración de Bo Xilai (ex ministro
de Comercio condenado a cadena perpetua por corrupción), que había hecho
bandera del maoísmo para reforzar sus aspiraciones al máximo liderazgo, Xi
precisaba un discurso que desarmara cualquier atisbo de antimaoísmo. Por otra
parte, para el rearme ideológico y la depuración del Partido que pretendía, el
maoísmo resulta de gran valor y utilidad: la lucha de masas, la concentración
del poder, la autocrítica”, explica el director del Observatorio de la Política
China.
A juicio de Ríos, “Xi no es maoísta como ninguno de
los dirigentes chinos desde 1978 en adelante, pero todos saben que no se puede
prescindir de él y que en él radica buena parte de su legitimidad”. En es
sentido, asegura que el actual Presidente chino “sobre todo ha resaltado el
espíritu del Mao revolucionario -no el estadista- y reivindicado un Mao más
humano y siempre en la línea tradicional: sus desvíos no opacan sus
contribuciones”. “Hay muchas referencias, en suma, pero quizá la más importante
sea la aseveración que maoísmo y reforma no se contraponen”, agrega.
A nivel de opinión pública en China, Ríos comenta
que “Mao sigue siendo un referente esencial de la política china”. Muy pocos
sueñan con el regreso del maoísmo aunque valoren los ideales de su época. Sin
duda, su impronta varía mucho de unas generaciones a otras, pero lo que nunca
olvidará ningún chino es que, a pesar de sus errores, puso término a la
decadencia del país y sentó las bases de su emergencia”, concluye.
Por FERNANDO FUENTES/LaTercera.com
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