BRASIL DETIENE A SU HOMBRE MÁS RICO POR ALIMENTAR TRAMA CORRUPTA MILLONARIA
RÍO DE JANEIRO (31 Enero 2017).- Eike Batista, el
que fue el hombre más rico de Brasil y el séptimo del mundo, fue detenido el
lunes, acusado de alimentar una millonaria trama corrupta en Río de Janeiro.
El nombre del empresario estaba en la lista de
forajidos de la Interpol desde el jueves, cuando la Policía Federal intentó
detenerlo en su lujosa casa de Río de Janeiro: él se encontraba en Nueva York
en un viaje de negocios. Ahora que ha vuelto a pisar Brasil, Eike ha sido
detenido como sospechoso de simular la venta de una mina de oro para transferir
16,5 millones de dólares al exgobernador de Río, Sergio Cabral. Este último
está en prisión desde noviembre, acusado de recibir sobornos de constructoras
responsables por obras públicas en Río.
Pocas personas encarnan la rápida ascensión y
declive de Brasil tan bien como Eike Batista. Cuando el país estaba en racha,
él adquiría y derrochaba millones, conquistaba accionistas de todo el mundo con
sus negocios petroleros, de construcción naval y sus minas de oro, hizo fortuna
a un ritmo de vértigo y, en fin, ganó poder.
Dueño de 34.000 millones de dólares, el empresario
fue en 2012 el séptimo hombre más rico del mundo, según Forbes. Nunca ocultó
que su meta era ser el más rico del planeta. Un año más tarde, en 2013, como
presagio de lo que se le venía encima a la economía brasileña, su ambición y
optimismo lo arrastraron a una bancarrota multimillonaria: había prometido tres
veces más petróleo del que era capaz de producir. En los últimos meses, Eike
intentaba resucitar como emprendedor de éxito en un país que atraviesa su peor
recesión en 30 años y que enfrenta por primera vez la corrupción institucional.
Durante una época, parecía que Batista podía
venderlo todo. Hasta a sí mismo: se vendía con sabiduría como un empresario
hecho a sí mismo, alguien que había hecho su primera fortuna extrayendo oro en
la Amazonia con 22 años. No decía que su padre, exministro de Minas y Energía y
expresidente de la segunda mayor empresa minera del mundo, la antes pública
Vale do Rio Doce, a lo mejor tenía algo que ver con su suerte.
Fama
y dinero
Pero Batista tenía una de esas personalidades que
seducen a los biógrafos, y así, el personaje fue ganando a la persona real. Los
políticos se lo rifaban y eran comunes sus fotos con los expresidentes del
Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. Ellos
querían sus millones y él necesitaba su beneplácito y contratos públicos.
Batista fue generoso con todos, independientemente de la ideología. Acabó
convertido en un fenómeno. Amado por Wall Street, agasajado por ministros,
jaleado por la prensa local, parado en la calle por seguidores que le pedían
autógrafos.
En 1990 comenzó a ser conocido por su vida
sentimental, más concretamente por romper su compromiso con una rica heredera
de Río de Janeiro y casarse con Luma Oliveira, que se había hecho famosa por
haber desfilado en toples en un carnaval de finales de los ochenta. Se casaron
cuatro meses después, el día del cumpleaños de aquella primera prometida: Luma
estaba ya embarazada. Se especuló mucho sobre los celos que le torturaban. En
la fiesta de lanzamiento de un ejemplar de Playboy en el que Luma salía desnuda
en la portada, él mandó coser sus iniciales en la ropa interior de ella. En el
carnaval de 1998, ella volvió a desfilar, esta vez con un collar de gata con el
nombre Eike dibujado en diamantes. Al final fue una infidelidad lo que puso fin
a su matrimonio. Para entonces, Eike parecía haber olvidado lo que era la
discreción. Usaba constantemente su Twitter para promocionarse. Decoró su salón
con un Lamborghini y un Mercedes.
Hoy, el brasileño "que todos los brasileños
quieren ser", como fue llamado por una revista hace años, ha sido rapado a
su entrada a prisión. Y ahí, calvo como un reo cualquiera, estará en el futuro
cercano, marcado por la corrupción y cegado por un éxito que, como el de su
país, nadie pensó que un día llegaría a su fin.
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