JOSÉ RAMÍREZ FELIZ DE SER EJEMPLO A SEGUIR EN SU NATAL REPÚBLICA DOMINICANA
GOODYEAR, Arizona (25 Febrero 2018).- Cada vez que José Ramírez visita
su pueblo natal de Baní, en la República Dominicana, usualmente es recibido por
un grupo concurrido de pequeñines, sus más fervientes y fieles seguidores.
Mientras Ramírez camina por las calles de tierra en las que creció, y los
vecinos vocean su nombre, los niños lo siguen a donde quiera que él vaya.
A Ramírez le gusta que los niños de Baní lo vean
como un ejemplo a seguir. El propio José fue uno de ellos. De pequeño le
dijeron que estaba demasiado diminuto para jugar al béisbol, aun cuando ya
jugaba béisbol llanero con jovencitos mayores que él. Ramírez siempre creyó en
sí mismo, y ahora es vivo ejemplo de que la estatura no es impedimento para
brillar en el mejor béisbol del mundo.
"Es un gran ejemplo para ellos", expresó
Ramírez el fin de semana. "Jugué en ese mismo campo, y los entrenadores de
esos jovencitos podrán decir siempre, 'Miren, ahí está José Ramírez. Él también
jugó aquí'. Entonces, es un gran ejemplo para todos esos pequeños".
A Ramírez se le preguntó si los pequeños trataban de
imitar su presumido trote tras conectar un cuadrangular.
El dominicano sonrió.
"Sí, muchos de ellos tienen estilo",
respondió.
Ramírez disfrutó de una temporada revelación en
2016, pero fue el año pasado cuando el dominicano se consolidó como uno de los
bateadores más temibles de la Liga Americana con los Indios.
En 2017, Ramirez bateó .318 con porcentaje de
embasarse de .374 y slugging de .583. También impuso una marca personal con 29
jonrones, encabezó las Mayores con 56 dobles y quedó empatado en el liderato de
Grandes Ligas con 91 extrabases. Ramírez se estafó 17 bases, empujó 83 carreras
y anotó 107. Su OPS (porcentaje de embasarse más slugging) de .957 quedó
empatado en el tercer lugar de la Liga Americana con el venezolano y JMV del
circuito, José Altuve, de los Astros. También fue el tercera base titular de la
Liga Americana para el Juego de Estrellas del 2017.
Ramírez afirma que ha dejado el 2017 en el pasado.
El cañonero podría decir que ya no le importa, pero
a quienes sí les importa es a los jovencitos de su pueblo natal.
"Cada vez que me ven", relata el bateador
ambidiestro, "enloquecen".
Ramírez pasó de jugar "vitilla" - juego en
el que utilizan las tapas plásticas de los botellones de agua como pelotas y
palos de madera como bates - en la República Dominicana de niño al estrellato
en las Grandes Ligas. Sus detractores han desaparecido.
"Es una gran historia", dijo el piloto de
los Indios, Terry Francona. "Estoy seguro que, para José, probablemente en
ocasiones le sucede algo así como, 'Pellízquenme'. En lo que al juego se
refiere, el muchacho sabe hasta dónde ha llegado".
Cuando no se encontraba de visita con su abuela, o
descansando en su elegante casa que le compró a su madre, Ramírez estaba
entrenando en el Estadio Luis María Herrera en Bani. Decenas de pequeñines se
reunían en los árboles detrás de la cerca para atrapar sus largos batazos, o lo
observaban desde las gradas de cemento mientras golpeaba un neumático gigante
con el bate.
Para esta temporada, parece que Ramírez se dirige a
regresar a la intermedia, posición en la que terminó jugando el año pasado.
Dicho lo anterior, Cleveland sabe que sería fácil trasladar a Ramírez a la
antesala si dicha maniobra tiene más sentido para la construcción del roster.
De cualquier manera, los Indios confían en que Ramírez exhibirá una defensa por
encima del promedio, y que moverlo de una posición a otra no afectará su
desempeño en la caja de bateo.
"Sólo deseo seguir jugando", exclamó,
"y seguir trabajando duro para dar siempre lo mejor de mí".
Por
JORDAN BASTIAN/Mlb.com
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