HIPÓLITO SE DEFINE COMO LA TRANSICIÓN NECESARIA PARA ERRADICAR CORRUPCIÓN E INSEGURIDAD
SANTO
DOMINGO, República Dominicana (2 Septiembre 2018).- En una alocución por radio
y televisión de apenas 19 minutos, expresidente Hipólito Mejía anunció este
domingo su decisión de volver a buscar, por cuarta vez, la nominación a la
presidencia de la República para las elecciones del año 2020, tras definirse
como la transición necesaria
Dijo que la
decisión que tomó, no como un mesías ni como una persona indispensable, sino
como un ciudadano que se siente en el deber de aportar su experiencia y su
honestidad a la búsqueda del bien común.
“Para
alcanzar ese propósito, trabajaré para ganar, en primer lugar, la nominación
como candidato presidencial de mi partido, el Partido Revolucionario Moderno.
Estoy decidido a participar en ese proceso con el espíritu de compañerismo que
me caracteriza”, apuntó.
En ese
sentido, anunció que, a partir de este momento, sale a la calle a sembrar en el
corazón del pueblo la necesidad de hacer realidad la transición que el país
necesita.
Sostuvo que
hoy día el futuro del país está amenazado por una paradoja que ha sido creada
por un grupo encabezado por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Mejía grabó
la alocución en su finca de San Cristóbal, a la intemperie y acompañado por un
grupo de personas y su esposa, Rosa Gómez de Mejía. Fue transmitida por varios
canales televisivo.
Alternativasnoticiosas deja a sus lectores el discurso integro de Hipólito Mejía:
La
Transición Necesaria
Presentación
de la candidatura
de Hipólito
Mejía a la presidencia de
la República
Dominicana
2 de
septiembre, 2018
Pueblo
dominicano:
Me dirijo al
país en un momento crucial para el destino de la República Dominicana.
Lo haré,
como es mi costumbre, apegado a la verdad, con la esperanza de que mis palabras
contribuyan a mejorar el presente y a construir un mejor futuro para nuestras
familias, a través del trabajo honesto.
Los
ciudadanos dominicanos estamos obligados a escoger entre la esperanza y el
miedo; entre el orden y el desorden; y entre la seguridad y el caos.
Esa elección
significa hacer, de una vez por todas, los cambios que nuestra sociedad
necesita.
Por
supuesto, no es la primera vez que los dominicanos enfrentamos desafíos que nos
obligan a tomar decisiones trascendentales.
En efecto, a
lo largo de la historia, hemos luchado para hacer realidad esta patria,
sembrando nuestro suelo con amor, sudor y sangre, para cultivar nuestro ideal
libertario.
Hemos sabido
defender nuestra soberanía con coraje frente a agresores extranjeros, todo ello
en la esperanza de poder vivir en una nación justa y próspera.
Sin embargo,
hoy nuestro futuro está amenazado por una paradoja que ha sido creada por un
grupo encabezado por el Partido de la Liberación Dominicana.
Permítanme
explicar, con la franqueza que me caracteriza, en qué consiste esa paradoja.
Me refiero a
que, a pesar del crecimiento económico, la mayoría de la gente siente en carne
propia cómo la calidad de sus vidas se deteriora, empujada por la corrupción,
la impunidad y la inseguridad que nos afecta.
La mayoría
está agobiada por la falta de empleos y el irresistible costo de la vida.
Todos
sentimos el miedo creado por la violencia, especialmente la violencia contra la
mujer.
Mientras eso
ocurre, nos sentimos indignados cuando un grupo nos estruja en la cara su mal
habida riqueza, y sus fortunas acumuladas sustrayendo la riqueza del pueblo
dominicano.
A esos
indolentes que se roban los recursos públicos, la gente les pregunta una vez
más:
¿Dónde está
su proclamada vocación de servicio al pueblo?
Hasta ahora,
la hiriente respuesta de ese grupo ha sido la arrogancia, la ostentación y la
prepotencia.
La
desbordada soberbia de ese grupo le conduce a violar todas las normas
civilizadas, tanto las de la ley como las de la moral y la decencia.
Es oportuno
preguntar, ¿Qué tenemos que hacer para poner fin a esta desgracia y retomar el
camino del orden, de la decencia, de la ley, para convertir en realidad nuestra
esperanza?
Para
alcanzar ese objetivo, solo nos queda el camino genuinamente democrático: la
movilización de los ciudadanos.
Esa
movilización está llamada a marcar el comienzo de una transición necesaria para
lograr que la República Dominicana sea un país próspero y justo, como quiere la
gente.
Ahora bien,
¿Qué significa la transición necesaria?
La
transición significa, en primer lugar, tener instituciones sólidas, integradas
por personas idóneas, honestas, independientes y con genuina vocación de
servicio.
La creación
de instituciones fuertes y transparentes garantizaría el cumplimiento estricto
de las Leyes y la aplicación del régimen de consecuencias que ellas establecen.
Eso es
especialmente importante en el campo de la justicia.
Hoy, todas
nuestras instituciones están secuestradas por el Partido de la Liberación
Dominicana, que solo las usa para su beneficio particular.
En segundo
lugar, la transición consiste en la lucha decidida y frontal contra la
corrupción y la impunidad. El principio de tolerancia cero frente a esos dos
males debe ser un componente esencial de la transición.
Ese combate
contra la corrupción y la impunidad tenemos que librarlo, caiga quien caiga.
En tercer
lugar, la transición tiene que garantizar la creación de oportunidades para los
proyectos e iniciativas que contribuyan a crear riquezas y mejorar la calidad
de vida.
Para tal
fin, se deberá enfatizar la creación de empleos de calidad, el aumento de las
exportaciones, el mejoramiento de los servicios de salud y educación y el
mejoramiento de la calidad de la vivienda.
Al mismo
tiempo, la transición tiene que enfrentar, de manera efectiva, el crimen y la
delincuencia para lograr la seguridad ciudadana.
Por último,
la transición significa la promoción de la ciudadanía activa. En efecto, de
poco sirven las leyes y los proyectos de desarrollo si los ciudadanos no
participamos en la conducción de la cosa pública, en procura del bien común.
Esa
ciudadanía activa tiene, obligatoriamente, que crear un ambiente de confianza
entre los partidos políticos, las instituciones públicas, la sociedad civil y
los movimientos sociales.
Sin embargo,
para hacer posible la transición, debemos trabajar para fortalecer la calidad
de nuestra democracia.
Para eso,
debemos crear espacios donde crezcan las virtudes de las ideas, se afiancen las
libertades públicas y se respeten los derechos económicos, sociales y políticos
del pueblo dominicano.
En efecto,
aunque la Constitución dominicana establece que nuestra nación es un Estado
Social y Democrático de Derecho, el PLD ha impedido el ejercicio pleno de esos
derechos.
Como
consecuencia de esa mala forma de gobernar, a más de la mitad de la población
se le niega el derecho a un trabajo digno.
Como
consecuencia de esa mala forma de gobernar, más de un millón de personas viven
en viviendas vulnerables.
Como
consecuencia de esa mala forma de gobernar, cientos de miles de dominicanos no
reciben los servicios de salud que requieren.
Como
consecuencia de esa mala forma de gobernar, a todos, sin distinción de clases,
se nos impide ejercer el derecho de vivir en un país seguro, y el derecho a
vivir sin temor.
Señoras y
señores:
Todos esos
males han ocurrido a pesar de que los gobiernos del PLD han endeudado al país
de manera rampante e irresponsable.
En efecto,
expertos nacionales e internacionales han demostrado que la República
Dominicana dedica más del 50 por ciento del PIB al pago de la deuda externa.
Eso
constituye una grave amenaza para la sostenibilidad de nuestro desarrollo y
para el futuro del pueblo dominicano.
Revertir esa
dañina tendencia tendrá que ser una prioridad para la transición que
proponemos.
La
alternativa a ese endeudamiento improductivo y pernicioso es invertir los
recursos del Estado en los sectores productivos nacionales, y enfocar el gasto
para beneficio de la gente.
Un sector
que necesita de esa reorientación del gasto es el de nuestros jóvenes.
Para
nuestros jóvenes, la transición significará garantizarles un trabajo digno.
También
significará tener el apoyo directo del Estado para que puedan formarse en
universidades y escuelas técnicas, y acceder al mercado de trabajo con equidad
de oportunidades.
A los
jóvenes que buscan hacer realidad sus proyectos como emprendedores, la
transición les dará todo el apoyo para hacer realidad sus sueños.
De igual
manera, a nuestra juventud la transición le garantizará la creación de espacios
para los deportes, el arte y la cultura.
Para la
mujer dominicana, la transición significa la garantía de un trabajo digno y
equitativo.
Para ella,
la transición debe ser sinónimo de la seguridad que necesita, de oportunidades
para capacitarse y trabajar, de facilidades para establecer sus propias
empresas y el derecho a ser tratada con respeto.
Para la
mujer dominicana, la transición servirá para enfrentar el drama de la violencia
que afecta a miles de mujeres dominicanas. Esa violencia, que ocurre cada día en
nuestras calles, muchas veces lleva inseguridad y dolor a los hogares.
Otro
importante sector que se beneficiará de la transición es el conformado por los
empresarios dominicanos.
Los
empresarios, tanto los grandes como los del pujante sector de las MIPYMES,
están llamados a ser parte esencial del proceso de la transición.
El apoyo que
dará la transición a nuestros empresarios tiene que ver con la competitividad,
el costo de la energía, la capacidad de innovar, la sostenibilidad de las
exportaciones, la calidad de los recursos humanos, la aplicación de tecnología
apropiada, y la seguridad jurídica.
A los
productores agrícolas, la transición les dará garantía para tener
financiamiento adecuado, seguridad del mercado, asistencia técnica oportuna, y
capacitación como forma de asegurar la rentabilidad.
La solución
que dará la transición a los problemas del mundo rural, además de aumentar la
rentabilidad de la producción, estará basada en un modelo de desarrollo rural
integrado, que sirva para mejorar la calidad de vida de los pobladores rurales.
Siendo la
sostenibilidad del medioambiente y la preservación de los recursos naturales
fundamentales para nuestro desarrollo integral, ambos serán prioritarios en las
políticas públicas de la transición.
Una
problemática que la transición está llamada a resolver es la baja inversión del
gobierno en muchas regiones del país. Esa forma de distribuir el gasto público
está promoviendo el desarrollo desigual del país.
La respuesta
que daremos a esa situación es descentralizar el gasto público para potenciar
el desarrollo económico y social de todos nuestros municipios.
Esa
descentralización tiene que incluir, necesariamente, al sector de la vivienda.
Como
consecuencia del modelo de desarrollo que ha aplicado el PLD, en el país hay un
grave déficit de viviendas. Además, muchas de las viviendas en que habitan
nuestros pobres son vulnerables y precarias.
Para
solucionar ese drama, la transición iniciará un masivo programa de construcción
y mejoramiento de viviendas en todo el país. Ese ambicioso proyecto se
realizará con la participación del gobierno y del sector privado.
Para la
transición, la capacitación de nuestros educadores constituye una prioridad
insoslayable.
En efecto,
necesitamos formar estudiantes que amen el conocimiento, que hagan preguntas,
que busquen respuestas y que experimenten, de cara a los retos de nuestra
sociedad y a los desafíos del futuro.
También es
indispensable que eduquemos a nuestros jóvenes en valores cívicos y morales. En
ese sentido, la interacción de la familia, la escuela y las iglesias, está
llamada a ser vital en una auténtica revolución educativa que forme a nuestros
ciudadanos del futuro.
Una carencia
fundamental en nuestra sociedad es la precaria calidad de los servicios de
salud que recibe una gran parte de la población.
Para la
transición, el punto de partida del mejoramiento de los servicios de salud es
el fortalecimiento de la atención primaria en los lugares donde vive la gente.
Esa debe ser
la puerta de entrada al Sistema de Seguridad Social.
Obviamente,
la calidad de los servicios de salud es inseparable del aumento sustancial de
los salarios y el mejoramiento de las condiciones de trabajo de todo el
personal de salud.
El
desarrollo integral de nuestro país requiere que el gobierno apoye, de manera
decidida, los deportes, las artes y la cultura.
Para tal
fin, la transición deberá proveer instalaciones y facilidades en todos los
municipios para que la gente pueda practicar deportes, aprender destrezas
artísticas, celebrar la riqueza de nuestra cultura y cultivar nuestra identidad
como dominicanos.
Un tema que
preocupa al país, de manera particular, es el de la migración.
El hecho
innegable es que, desde hace varias décadas, cientos de miles de dominicanos se
han visto obligados a buscar su bienestar en otras tierras. Esos hermanos
nuestros han hecho un gran aporte al desarrollo del país y de sus familias.
Igualmente,
la República Dominicana es receptora de numerosos ciudadanos de otros países
que han escogido nuestra patria como destino.
Esa realidad
nos obliga a un manejo coherente del tema migratorio.
Ese manejo
coherente debe descansar en la aplicación de las leyes que regulan la migración
en nuestro territorio.
Las leyes y
reglamentos que se promovieron en el gobierno que me honra haber presidido,
siguen siendo los instrumentos idóneos para manejar la migración con respeto a
la dignidad humana y a nuestra soberanía.
Pueblo
dominicano:
Como dije al
inicio de esta intervención, estamos compelidos a elegir entre la esperanza y
el miedo.
La
transición que acabo de proponer representa la esperanza.
Esa
transición es el camino que nos permitirá asegurar que nuestras familias tengan
una vida digna, próspera y segura.
Las
propuestas que acabo de hacer se sustentan en mi convicción de que, frente a
los retos que tiene el país, la indiferencia es moralmente inaceptable.
Esa
convicción, me ha servido para ser solidario, y trabajar sin descanso para
servir a los demás, especialmente a los más necesitados.
Esa
convicción, también me ha servido para poner los intereses del país por encima
de mis propios intereses.
Por esa
razón, he tomado la decisión de buscar la nominación a la presidencia de la
República en las elecciones del año 2020.
Esta
decisión la he tomado, no como un mesías, ni como una persona indispensable,
sino como un ciudadano que se siente en el deber de aportar su experiencia y su
honestidad a la búsqueda del bien común.
Para
alcanzar ese propósito, trabajaré para ganar, en primer lugar, la nominación
como candidato presidencial de mi partido, el Partido Revolucionario Moderno.
Estoy
decidido a participar en ese proceso con el espíritu de compañerismo que me
caracteriza.
A partir de
este momento, salgo a la calle a sembrar en el corazón del pueblo la necesidad
de hacer realidad la transición que el país necesita.
Salgo a la
calle a trabajar junto a los movimientos sociales y los ciudadanos para
mantener en alto las justas demandas de nuestro pueblo.
Salgo a la
calle a respaldar a los compañeros y compañeras del Partido Revolucionario
Moderno en sus aspiraciones para las elecciones municipales y congresuales.
Salgo a la
calle a trabajar para fortalecer al joven y vigoroso Partido Revolucionario
Moderno, que ha logrado, con persistencia y coraje, convertirse en una
verdadera opción de poder.
¡Este es el
momento para salir de los gobernantes indolentes!
¡Este es el
momento para iniciar, juntos, la marcha que nos conducirá hacia un país seguro,
próspero y justo!
¡Dominicanas
y dominicanos, este es el momento para que, tomados de las manos, derrotemos la
corrupción y la impunidad!
¡Que nos una
la esperanza!
¡Que Dios
nos bendiga a todos y a todas!
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