MADRID (3 Julio 2019).- Ante los cerca de 40 grados con aires
saharianos, la mejor batalla que se le podía plantear al termómetro era un
concierto de Juan Luis Guerra.
Así parecieron confirmarlo las 15,000 personas que
abarrotaron el WiZink Center madrileño para recibir a esta leyenda de la música
latina, en una ceremonia de baile continuo que no cesó durante dos horas.
Llegaba el músico dominicano con los 14 miembros de la banda
4:40 y un disco reciente en la maleta.18_e_02_1p02
“Literal” es su decimosexto disco. Un trabajo en que se
empeña en asentar, como pilares dispuestos al diálogo con otras tendencias, a
la bachata y al merengue.
Un credo al que no está dispuesto a renunciar, mucho menos
después de su vena evangélica. Y en este sentido, como todo vale, al jazz, al
funk o a la música electrónica hermanados con las esencias caribeñas propias,
Guerra añade un aire de góspel que alimenta el mestizaje sin fin de su
identidad latina.
En los 90
El dominicano fue el gran fenómeno mundial en los noventa en
su ámbito y ha tenido la habilidad de mantenerse hasta hoy con una envidiable
pujanza.
Con 70 millones de discos vendidos, es el eslabón siguiente
al canon que marcó en ese mundo Rubén Blades dentro de la salsa, a la hora de
expandirla hacia públicos mucho más amplios y masivos.
De hecho, cuando Guerra aborda ese estilo, lo hace con una
devoción absoluta a la senda marcada por el panameño. Hubo buen número de
novedades y repaso al repertorio.
Todo cuajado desde el principio, abriendo con “Love you more”
–tema de “Literal”-, para pasar casi sin respiro a grandes éxitos: “Ojalá que
llueva café”, “Bachata rosa”, “Razones”, “Carta de amor”, “El farolito” y “La
bilirrubina”. Entremezclados con las recientes “Lámpara pa mis pies”, “Más
palante vive la gente”, “Kitipún” o magníficas revisiones prestadas como “Woman
del Callao”.
Una exhibición que pasó volando y dejó al personal agotado,
listo para sacudirse el calor, llevarse una sonrisa puesta y un buen concierto
en la memoria.
Consciente, como sostiene César Miguel Rondón en esa obra de
referencia que es “El libro de la salsa”, de que ha tendido un sólido puente
entre el merengue y el mundo de Blades, gracias a obras como Bachata rosa.
Fe y música
Lo ha hecho a partir de la fe en la música en que cree. Sin
el carisma ni la conciencia de liderazgo del primero. Algo que redobla su
mérito. Ver a Juan Luis en escena es una paradoja.
Pasea por el escenario, baila lo justo, apenas se dirige al
público, y viste su timidez con visera.
— Su público
Su buen momento lo confirmaron la velocidad a la que se
agotaron las entradas y la entrega de un público variopinto, que recibe su
ritmo con una gozosa disposición a darlo todo.
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