EL SANCRISTOBALENSE MAURICO BÁEZ FUE AHORCADO EN UNA FINCA DE ARROYO ARENAS, EN LA HABANA


SANTO DOMINGO, República Dominicana (2 Octubre 2019).- El sancristobalense Mauricio Báez, el legendario dirigente del movimiento obrero dominicano, fue ahorcado en una finca de Arroyo Arenas, La Habana, la noche del 8 de diciembre de 1950, por sicarios al servicio de la dictadura de Trujillo.

La información está contenida en un informe de la Policía Judicial cubana fechado el 13 de agosto de 1952, que forma parte de los documentos y legajos incluidos en el libro “Causa número 1225-1950 por el secuestro y desaparición de Mauricio Báez”, que será presentado el próximo viernes 4 de octubre, a las 11 de la mañana, en la 6ta. Feria del Libro de Historia, del Archivo General de la Nación (AGN), por el investigador Elíades Acosta Matos.

El reporte cita la confesión de un sujeto llamado Emilio Grillo Ávila, alias Pistolita, quien admite su participación en el secuestro y asesinato de Báez.

Según su relato, el dirigente obrero dominicano fue capturado a las siete de la noche en su casa de La Habana, situada en la calle Cervantes número 8, del Reparto El Sevillano, por varios individuos que se transportaban en dos vehículos, y llevado a la finca donde fue asesinado.

“El asunto se hizo en dos carros”, según la confesión. (…). “Nos dirigimos al Reparto El Sevillano, a buena distancia uno de otro. Eran como las siete de la noche. Había frío y viento y lloviznaba ligeramente. El auto que manejaba Jimmy se detuvo en la calle Cervantes y se bajaron Castellanos y Maraña, entrando en casa de Mauricio Báez. Momentos después regresaban acompañados de Báez hablando junto al automóvil”.

“Más luego –agregó- supe que el negro en principio se había negado a acompañarme porque no los conocía, pero cuando vio a Eufemio (Fernández) (que supuestamente era su amigo) dentro de la máquina, entró en confianza y se montó. Seguidamente, nos dirigimos hasta una finquita enclavada en Arroyo Arenas, estando Mauricio ajeno por completo al trágico fin que le esperaba. Me siguió informando Pistolita que ya dentro de la casa se le propinó a Mauricio un fuerte golpe con un Black Jack (bate de béisbol) y acto seguido se le ahorcó”.

Luego de cometer el crimen, los autores materiales discutieron sobre lo que debía ser el destino del cadáver. “Unos (…) eran partidarios de enterrarlo allí en aquella finquita; otros opinaban que ese muerto entrañaba mucha responsabilidad y lo mejor era envolverlo junto con un lingote de hierro y lanzarlo al mar. El Extraño (Jesús González Cartas) era partidario de echarlo al mar, a fin de que más nunca apareciera el cadáver, y dijo que su lancha denominada Soft Kill (Matar Suave) tenía bueno el motor y servía para llevar mar afuera, que había un pequeño embarcadero en la playa de Santa Fe, junto al edificio Alamar, donde vivía un tío suyo nombrado Luis Cartas, o bien por la parte de esa playa que corresponde a la residencia de Pilín Mendoza”.

“En esos instantes El Extraño me ordenó que viniera para La Habana y observara por los alrededores de la casa de Mauricio a ver si había movimientos anormales.

Según el informe policial, cuando el Presidente Carlos Prío Socarras fue notificado del asesinato del sindicalista dominicano dijo que “no convenía acusar ni señalar a esa gente, pues el hombre al que llamaban El Extraño lo ayudaba mucho manteniendo el terror contra los comunistas en los sindicatos y Eufemio había sido jefe de su escolta personal cuando era candidato a la Presidencia”.

Eliades Acosta, el compilador

Elíades Acosta Matos, el historiador que hizo la compilación de los documentos, dijo que las personas señaladas como posibles autores del crimen formaban parte de grupos de acción y sicarios relacionados con el crimen y con las redes trujillistas que operaban en Cuba y “gozaron de absoluta impunidad bajo el gobierno de Carlos Socarrás”.

Según Acosta Matos, el caso de Mauricio Báez es tan trágico como el del ciudadano vasco Jesús de Galíndez, secuestrado y desaparecido por el trujillismo en la ciudad de Nueva York el 5 de junio de 1956, a pesar de que no ha suscitado tantas indagaciones.

“El caso de Mauricio Báez, tanto o más trágico que el anterior, no ha suscitado igual número de indagaciones, quizás por haber tenido lugar en Cuba; ser los principales protagonistas gánsteres y sicarios cubanos al servicio de Trujillo, de los que prácticamente poco o nada se sabe en República Dominicana, mas allá de la anécdota sesgada o la versión contaminada, y lo que es más doloroso, porque aquel líder sindical azucarero  y comunista, negro y de extracción humildísima, no tenía las relaciones sociales, el glamour y el cosmopolitismo que caracterizaban al profesor vasco, su secuestro no violó leyes norteamericanas, y ningún congresista de aquel país levantó su voz exigiendo la aclaración del enigma”.

Expresó el historiador que la importancia del libro “Causa número 1225-1950 por el secuestro y desaparición de Mauricio Báez” publicado por el Archivo General de la Nación es que pone al desnudo los detalles del crimen.

“La verdad se impuso –precisó Acosta Matos- desentrañando los velos del misterio con el que los asesinos y los autores intelectuales pretendieron que el crimen cometido contra Mauricio Báez quedara impune”.

En su opinión, al grupo de acción que perpetró el crimen se le intentó procesar años después, en el gobierno de Fulgencio Batista “no por razones morales ni afán de justicia, sino porque la mayoría de ellos eran enemigos del dictador (Batista), y muchos servían a Trujillo, también enfrentado a Batista”.

Eliades Acosta Matos consideró que la información contenida en los archivos publicados “puede considerarse lo más cercano a la verdad de lo sucedido en el caso de Báez”.

La publicación del libro se hizo como parte de un convenio de colaboración entre el Archivo General de la Nación y el Instituto de Historia de Cuba y con el apoyo del Archivo Nacional de Cuba.

Mauricio Báez llegó a Cuba procedente de Santo Domingo –rebautizada por la dictadura como Ciudad Trujillo- el 26 de febrero de 1946 en calidad de exiliado para ponerse a salvo de la represión política contra los opositores. Estaba inscrito en el Registro General de Extranjero con el número 377684 y portaba el pasaporte dominicano número 88711.

Días antes de su asesinato, Báez dio una declaración pública en el programa La Hora Campesina, transmitido por RHC Cadena Azul y dirigido por el doctor Héctor Cotubanamá C. Henríquez, representante a la Cámara por la provincia de Oriente, contra la dictadura de Trujillo.

En esa intervención denunció una red de espionaje trujillista integrada por algunas de las personas que posteriormente fueron acusadas de cometer el crimen. En otras comparecencias, acusó al encargado de Negocios de la República Dominicana en Cuba y reconocido agente trujillista, Feliz W. Bernardino, de cometer personalmente crímenes en contra de opositores dominicanos.

La primera voz de alerta del secuestro de Mauricio Báez la dio el doctor Héctor Cotubanamá C. Henríquez, representante a la Cámara por la provincia de Oriente, pocos días después del hecho.

El gran líder de la región Este

Mauricio Báez fue el gran líder sindical de la región Este de República Dominicana en la década de 1940. Organizó a los trabajadores en los grandes sindicatos de la época y por sus luchas enfrentó la cárcel y el exilio.

Estuvo a la cabeza del movimiento obrero conocido como “la gran huelga azucarera” indefinida, que tuvo lugar en los enclaves azucareros de San Pedro de Macorís y La Romana desde el 7 de enero de 1946, en demanda de aumento salarial y cumplimiento de la jornada de ocho horas de trabajo.

Mauricio Báez nació en Palenque, San Cristóbal, el 22 de septiembre de 1909. Tras su muerte, ocurrida a sus 41 años, se convirtió en una leyenda del movimiento obrero dominicano. Hoy una estación del Metro y un legendario club de la ciudad de Santo Domingo llevan su nombre.





Fuente: ACENTO.COM.DO






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