DONALD TRUMP: “AHORA VIENEN A POR JESCURISTO”
WASHINGTON (28 Junio 2020).- Hay un nuevo profeta en las catacumbas de la Casa Blanca y se llama Donald Trump.
“Están viniendo a por Jesucristo”, alertó el otro
día en la Rosaleda de la residencia del 1.600 de la avenida Pennsylvania.
El presidente, que se exhibió por Washington, Biblia
en mano previo gaseo de manifestantes, aludía a los que atacan monumentos como
parte de las protestas para sacar de la visión pública símbolos de la
esclavitud y la opresión.
“Vienen a por Jesucristo, a por George Washington,
Abraham Lincoln, Thomas Jefferson. Esto no sucederá mientras yo esté aquí”,
subrayó en su alegato.
Existen dos Estados Unidos. Uno es el de las marchas
contra el racismo y el que sufre la pandemia. El otro es el de las estatuas, muchas
que glorifican a los defensores de la esclavitud, los Hitler made in USA .
A Trump sólo le preocupa la piedra y el bronce: ley
y orden.
Hace poco aseguró que el coronavirus “está
desapareciendo”. En las últimas tres jornadas, cada día se ha registrado un
récord en el número de nuevos casos. Este viernes se llegó a 45.000.
Estados del sur y oeste, que antes reabrieron pronto
siguiendo consignas del presidente, son los más castigados. Texas y Florida han
vuelto a cerrar los bares.
EL viernes, tras casi dos meses en paradero
desconocido, el equipo de lucha contra la Covid-19 se volvió a reunir. El
vicepresidente Mike Pence apareció en rueda de prensa y aseguró que el virus ha
ido para abajo. ¿Los nuevos casos?, cuestión de jóvenes, que sufren poca mortalidad.
Los gráficos que mostraron sus científicos le
desmintieron. Los doctores Anthony Fauci y Robert Redfield, dos de los rostros
más relevantes de ese equipo, alertaron sobre el rebrote, que puede extenderse
todavía más. Urgieron al uso de mascarilla y a respetar la distancia social.
En un signo de despreocupación por el asunto, Trump
no asistió a esa reunión. Su conducta es un claro pronunciamiento de ninguneo a
la enfermedad.
A pesar de lo que recomiendan sus propios asesores,
Trump prescinde de la mascarilla, en
un claro mensaje de que el contagio le preocupa
menos que nada.
En pleno repunte, y sin una palabra de preocupación
o aliento, Trump sí que asistió, flanqueado por su hija Ivanka, a un acto
dedicado a la recuperación económica, por supuesto congratulatorio.
Colgándose la medalla por una recuperación todavía
lejana, Trump no hizo ni mención de ese incremento de enfermos –ya son 2,5
millones los contagiados y más de 125.000 los muertos, más que en ningún otro
país– y tuiteó que “la economía ruge de nuevo y no cerraremos”.
Previamente firmó un decreto ley que requiere el
máximo de condena a los que ataquen las estatuas. Es una transcripción de un
tuit del pasado martes en que exigió, como juez y parte, que se impongan
condenas de diez años.
El fiscal general, William Barr, tiene la orden de
priorizar estas acusaciones.Barr ha creado una fuerza especial contra los
“extremistas anti gobierno”. Tal vez entre estos incluya a la prestigiosa
Universidad de Princenton. Sus administradores decidieron retirar el nombre de
presidente Woodrow Wilson (1913-1921) de sus instalaciones por racista.
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