DONALD TRUMP PRESIONA PARA REABRIR LAS ESCUELAS MIENTRAS SILENCIA A ANTHONY FAUCI
Como si de un rival político se tratara y no de la
máxima autoridad en epidemiología de Estados Unidos y una eminencia mundial sobr
e enfermedades infecciosas, el equipo del presidente
Trump ha distribuido un argumentario entre sus aliados políticos y mediáticos
para desprestigiar a Fauci en un momento en que la máxima prioridad de la Casa
Blanca es conseguir que las escuelas y universidades reabran sus puertas el
próximo curso, al margen de la situación epidemiológica en cada distrito.
“Varios empleados de la Casa Blanca están
preocupados por la cantidad de veces que el doctor Fauci se ha equivocado”,
afirma un comunicado distribuido el domingo que recoge diferentes comentarios
del especialista al inicio de la pandemia. Recuerda, por ejemplo, cuando en
febrero el doctor dijo que la amenaza no era muy grave (aunque advirtió que
tenía potencial para serlo) o cuando un mes después desaconsejó el uso de la
mascarilla a la población general.
auci siempre ha reconocido que el virus era más
rápido que los científicos y que estos están aprendiendo sobre la marcha, pero
si se distinguió por algo al principio de la pandemia fue por desmarcarse del
negacionismo de su jefe, cada vez más irritado por su popularidad. Hace más de
un mes que no se ven. Suspendidas las ruedas de prensa diarias sobre la
pandemia a raíz del ridículo de la lejía, el doctor está casi desaparecido. Con
cuentagotas, sus mensajes siguen llegando, y los estadounidenses se fían más de
él que de Trump, según diferentes encuestas. Las tensiones han acabado por
estallar.
“El doctor Fauci forma parte de un equipo” más
amplio que busca determinar “qué es lo mejor para el país”, ha dicho Kayleigh
McEnany, portavoz de la Casa Blanca. “Pero no se preocupen porque sus puntos de
vista llegan al presidente”, aseguró el domingo en Fox News, que se ha sumado a
la campaña contra el epidemiólogo. “Respeto mucho al doctor Fauci, pero no
siempre tiene razón y él mismo admite que no tiene el conjunto del interés
general en mente. Él lo mira desde un punto de vista muy estrecho de salud
pública”, afirma Brett Giroir, miembro también del grupo de trabajo. Uno de los
responsables de la campaña de reelección de Trump, Dan Scavino, publicó en
Facebook una viñeta en la que Fauci deja con sus consejos que la economía
estadounidense se vaya por el desagüe.
Mientras los miembros del grupo de trabajo se
rendían a la presión del presidente para que los estados reabrieran cuanto
antes la economía, el doctor, de 79 años, se convertía en su Pepito Grillo. El
tiempo le ha dado la razón. Mient
ras Nueva York celebró el domingo su primer día sin
muertes por la Covid-19 desde que comenzó la epidemia –fue su primer epicentro
en el país– son los estados que siguieron los consejos de Trump, en especial
Florida y Texas, los que ahora encabezan las cifras de nuevos contagios.
Después de que Trump volviera a restar gravedad a la
enfermedad alegando que el repunte no se ha visto acompañado de un aumento de
la mortalidad, Fauci lanzó un mensaje muy diferente: “Hay muchas otras cosas
muy peligrosas y malas con este virus. No caigan en la falsa complacencia”,
avisó.
Alrededor de la mitad de los nuevos casos que se
están produciendo ahora en EE.UU. afectan a jóvenes y durante el primer mes
tras la reapertura, en efecto, las muertes no aumentaron a la par que los
contagios. Pero, como advertía Fauci, esas personas llevaron el virus consigo a
sus casas y puestos de trabajo y la falta de concienciación sobre el uso de la
mascarilla hizo el resto. Desde hace una semana, la cifra de muertes ha vuelto
a aumentar. Ayer, Trump difundió el tuit de una vieja gloria de la televisión
que clama que “todo el mundo miente” sobre la Covid: los médicos, los
organismos oficiales, los medios...
A pesar de que EE.UU. y Europa están a años luz en
términos epidemiológicos, Trump ha puesto como ejemplo a Alemania, Dinamarca y
Noruega para reivindicar la reapertura de las escuelas, que presenta como una
forma de apoyar a la clase trabajadora, mientras acusa a los demócratas de
ceder a las presiones de los sindicatos y de boicotearlo por motivos
electorales.
Del mismo modo que la extrema polarización del país
ha convertido el uso de la mascarilla en un acto político (en Florida no es
obligatorio y Texas lo ordenó hace una semana) el debate sobre la vuelta a las
aulas se ha convertido en una batalla partidista donde la ciencia y las
discusiones entre expertos brillan por su ausencia. La presión del presidente
Trump puede estar teniendo de hecho un efecto disuasorio en el debate público y
la puesta en marcha de medidas prácticas para retomar las clases.
Por BEATRIZ NAVARRO/La Vanguardia
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