RUSIA VOTA LA REFORMA QUE PERMITIRÁ A PUTIN GOBERNAR HASTA EL 2036
MOSCÚ (2 Julio 2020).- Ni en el metro, el único sistema de transporte que te lleva a todos los colegios electorales en una gran ciudad como Moscú, había espíritu de votación. Y eso que, de vez en cuando, una voz pegadiza y profunda animaba a ir a votar. En el vagón nadie parecía prestar atención, aunque en la superficie todo el país celebrara el último día de una votación crucial: la reforma constitucional que deja el camino libre para que el presidente Vladímir Putin siga al frente de Rusia hasta el año 2036. Según datos no definitivos, que la Comisión Electoral Central fue publicando incluso antes de que cerraran todos los colegios, el respaldo superó el 70 %.
Las campañas electorales en Rusia, con una oposición
débil y una vertical de poder inquebrantable, suelen ser anodinas comparadas
con la tensión de las democracias occidentales. La votación que terminó ayer no
ha sido una excepción. De hecho, saliendo por la estación de Oktiábrskaya,
frente a la enorme estatua de Lenin, no parece que el interés electoral sea
mayor.
La
votación sobre la reforma constitucional, que impulsó en enero el propio Putin,
estaba prevista para el 22 de abril
A la entrada de la Biblioteca Infantil Central,
donde se ha instalado el colegio electoral número 185, hacen guardia una pareja
de policías y un efectivo de las fuerzas especiales. Antes de encarar el arco
metálico un funcionario mide la temperatura a todo el que entra, mascarilla y
guantes obligatorios. No han puesto hilo musical, como he escuchado estos días
en otros colegios que intentaban así atraer a los votantes.
La vicepresidenta de la mesa , Tatiana Dyumon, da
una clave de por qué tanta tranquilidad en un suave día de verano ideal para
salir de casa. “El día que más gente vino fue el primero, cuando se abrió la
votación. Además, aún es pronto y la jornada no ha terminado”, explicaba.
La votación sobre la reforma constitucional, que
impulsó en enero el propio Putin, estaba prevista para el 22 de abril. Pero
igual que otros acontecimientos, como el desfile de la Victoria en la Segunda
Guerra Mundial, hubo que aplazarla por la epidemia de coronavirus.
Las autoridades rusas eligieron el 1 de julio tras
comprobar que la emergencia sanitaria estaba remitiendo. En Rusia, el tercer
país del mundo con más casos detectados (654.405), lo que las autoridades
atribuyen a los muchos tests realizados (19,8 millones hasta ayer), el número
de fallecidos (9.536) es muy inferior al de otros países muy afectados. En
Moscú, el epicentro de la epidemia en Rusia, ayer se registraron 611 nuevos
casos, la cifra más baja desde principios de abril.
Pero para evitar aglomeraciones, la Comisión
Electoral habilitó siete días para depositar el voto, desde el pasado 25 de
junio hasta ayer.
La oposición cree que esta medida excepcional es un
coladero para las irregularidades, han denunciado el abogado anticorrupción
Alexéi Navalni, el crítico de Putin con más proyección; o la oenegé Golos,
dedicada a la observación electoral.
Las buenas cifras de la pandemia tienen reflejo en
la vida diaria de los moscovitas, que han reiniciado su actividad e incluso han
relajado las medidas contra el virus. En el metro, otro anuncio más tajante que
el que recuerda la votación advierte que nadie puede viajar sin mascarilla y
guantes. En medio del traqueteo del vagón, tampoco nadie parece hacer caso. Y
quienes se han puesto mascarilla evitan protegerse con ella la nariz, cuando no
la llevan en el cuello, como si se tratara de una pajarita. En cuanto a los
guantes, es algo testimonial.
Uno de los testimonios de la vuelta a la normalidad
en Moscú fue la reapertura ayer del Mausoleo de Lenin, en la plaza Roja, que
guarda la momia del líder bolchevique.
“Vivimos en este país y queremos que vaya lo mejor
posible, por eso yo estoy a favor de la reforma”, asevera Olga, una pensionista
de 72 años que va a votar sin protección. El funcionario que mide la
temperatura se encargará de darle mascarilla y guantes, y de asegurarse de que
se los ponga. “Lo que más me gusta que la subida de las pensiones se ha fijado
a la inflación, así estaremos más tranquilos”.
Esta es una de las medidas sociales con las que
Putin se ha asegurado el apoyo de las personas más mayores. En los
pensionistas, los funcionarios y todo el que depende del Estado se encuentra el
grueso de apoyos del jefe del Kremlin, según un reciente estudio del Centro
Levada de opinión pública.
El mismo Levada cifra el apoyo a Putin en un 60 %,
que es alto pero va a la baja respecto a años anteriores.
Entre las enmiendas se han incluido varias de un
claro contenido conservador, como la “fe en Dios” aunque Rusia sea oficialmente
un país laico; o la consagración del matrimonio como unión de hombre y mujer,
lo que en la práctica prohíbe el matrimonio homosexual.
Anastasía, de 30 años, ha votado en contra. “No me
gusta cómo va el país. Desde que comencé a votar, esta es la vez que más claro
lo tengo”, explica. La oposición política se ha mostrado dividida en cómo
afrontar esta votación. El Partido Comunista, el más importante de la
oposición; y el movimiento “NYET!”, de carácter liberal, ha llamado a votar que
no, pero sin hace piña juntos. Otros, como Alexéi Navalni o el partido liberal
Yábloko, han llamado a boicotear la votación. “Es mejor ir a votar. El boicot
no soluciona nada”, asegura Anastasía.
Varios cientos de activistas contra la reforma se
reunieron ayer en la plaza Pushkin del centro de Moscú. La política Yulia
Galiámina apareció con la pancarta “El pueblo es el zar”. Según la plataforma
de derechos humanos OVD-Info, la policía detuvo a 14 personas. En toda Rusia,
practicó 24 detenciones. En San Petersburgo, un centenar de personas mostraron
su oposición a la reforma en la plaza del Palacio, junto al museo del Hermitage.
Hay un sector de los votantes que se han encontrado
con un dilema. No les ha gustado que se haya planteado una única votación en
bloque para las 206 enmiendas. De ellas, “sólo me gustan la defensa de los
animales y la que asegura que Rusia es un país indivisible”, dice Iliá, un
hombre de 41 años que no quiere descubrir el sentido de su papeleta. “Yo habría
preferido varias votaciones”, confiesa.
En su último mensaje a la nación, el presidente ruso
pidió el martes a sus compatriotas el apoyo a las reformas para asegurar
“estabilidad, seguridad y prosperidad”.
Por GONZALO
ARAGONÉS/La Vanguardia
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