OBAMA ENTRA LA LUCHA ELECTORAL, SOSTIENE QUE TRUMP ES UNA AMENAZA PARA LA DEMOCRACIA

NUEVA YORK (1 Agosto 2020).- Una sensación de nostalgia recorre la política estadounidense. Como si desde enero del 2017 hubiese pasado un siglo.
La aparición estelar de Barack Obama en el funeral por John Lewis –héroe de Selma, congresista durante 33 años, compañero de Martin Luther King e icono en la lucha por los derechos civiles, sobre todo el del voto– se convirtió para muchos, incluso no pocos que no comulgaban con él, en una evocación de los buenos viejos tiempos. Una ráfaga de aire fresco en una atmósfera de rencor.
El anterior presidente pronunció el elogio de despedida. Apeló al principio de Lewis de que la democracia siempre es una obra en construcción, en un discurso que resuena como una de sus más sonoras reprobaciones públicas a su sucesor, al que achacó unas tácticas que amenazan precisamente esa democracia.
Las palabras de Obama suponen una condena total –sin nombrar a Donald Trump ni el tuit en el que sugirió retrasar las elecciones debido a un fraude no probado en el voto por correo– por deslegitimar los comicios, intentar eliminar el acceso de las minorías a las urnas y por la represión “militarizada” en las calles.
“Él es en tiempos normales un buen orador –escribió este viernes Jennifer Rubin en The Washington Post sobre Obama–, pero en este peculiar, aterrador y caótico momento en el que vivimos, nos provee de una gravedad presidencial y nos recuerda que casi cuatro años de tragedia de Trump puede acabar pronto. Que podemos tener de nuevo un presidente decente y honorable”.
Reticente por lo general a entrar en la disputa cara a cara, a pesar de la obsesión de Trump contra él, entre los demócratas circula una idea: Obama ha vuelto y está dispuesto a la refriega para que Joe Biden –su excolega en el gobierno, al que elogia como futuro “gran presidente”– salga elegido el 3 de noviembre y sea el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
El primer presidente negro en la historia del país continúa siendo uno de los grandes activos de los progresistas, tanto en inspiración como en capacidad de recaudad fondos para el partido.
En actos privados celebrados este martes, según informó The New York Times , Obama estuvo menos contenido de lo que es habitual en público. Se desató al hablar de Trump y recordó sus asaltos a mujeres y sus apologías del nativismo –despreció a Obama diciendo que era africano–, del racismo y el sexismo. Hizo un cierto paralelismo con la Alemania nazi, sostuvo que la defensa de monumentos confederados era una distracción en medio de la pandemia y que ha disparado el sentimiento antiasiático con la denominación de “virus chino”.
Si bien en público actúa de manera más calibrada, desde el púlpito de la Ebenezer Baptist Church, la iglesia en la que predicó el doctor King, Obama calificó de supremacista blanco a Trump sin decírselo.
“Bull Connor puede que se haya ido, pero hoy somos testigos con nuestros ojos de como un policía se arrodilla sobre la garganta de un afroamericano”, afirmó. Connor fue el comisionado de seguridad de Birmingham (Alabama) en los sesenta, opositor radical al movimiento de derechos civiles a cuyos activistas combatía con mangueras y perros.
“George Wallace puede que se haya ido, pero somos testigos de que nuestro gobierno federal envía agentes y usa gases lacrimógenos con manifestantes pacíficos”, prosiguió. Wallace, defensor de la segregación, ostentó el cargo de gobernador de Alabama en la época revuelta y fue el que ordenó la violenta carga en el puente Edmund Pettus de Selma en el “domingo sangriento” (7 de marzo de 1965). Lewis salió malherido.
Además, Wallace se presentó a ¡las elecciones de Estados Unidos como tercera opción jugando la baza de la ley y el orden. Si se revisan sus intervenciones, su lenguaje dedicado a los que protestaban –“revolucionarios, anarquistas y algunos comunistas”– parece ser la inspiración usada por Trump: “Los radicales de izquierda han propagado la violencia en las ciudades”, recalcó este viernes el presidente. Los términos anarquistas, marxistas agitadores los repiten con frecuencia.
Obama censuró el envío de agentes federales a varias ciudades, todas dominadas por demócratas, para castigar las protestas surgidas tras la muerte de George Floyd, después de que un policía le presionara con su rodilla sobre el cuello casi nueve minutos.
En esos despliegues se ha visto un interés electoral del presidente con el que pretende atraer el voto decisivo de los suburbios, en especial de las amas de casa. Hace unos días revocó una orden de Obama para que en esos suburbios no hubiese discriminación. “Me siento feliz de informar a todos que disfrutan del sueño del estilo de vida suburbial que no se han de preocupar más ni sufrirán consecuencias financieras por tener viviendas de renta baja en su vecindario”, tuiteó Trump.
Otra de las preocupaciones de Obama guarda una relación estrecha con la labor que desarrolló John Lewis. “Hay quienes están en el poder y hacen lo posible para disuadir a las personas de votar, cerrando lugares de votación, señalando a minorías y estudiantes con leyes restrictivas sobre documentos de identidad y atacando el derecho al voto por correo con precisión quirúrgica, incluso socavando el servicio postal en un periodo previo a unas elecciones que dependerán mucho de los votos por correo para que la gente no caiga enferma”, indicó.
A pesar de la crítica, incluso de los republicanos, Trump siguió atacando el voto por correo sin pruebas. “Será el mayor desastre electoral de la historia, peor que en Rusia o en China”, sostuvo.
El temor a la supresión del voto, en especial de los negros, también la expresó Obama en los mencionados actos privados para recaudar fondos. Obama habló de los esfuerzos de Trump por cuestionar legitimidad electoral. Según dijo, el presidente está pegado a una cámara de resonancia conservadora (Fox, Breibart, Rush Limbauhg) que le anima a cercenar el derecho al voto.
“Él trata –subrayó– de aprovecharse del miedo, de los temores y del resentimiento de la gente”.

Por FRANCESC PEIRÓN/La Vanguardia

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