ELGIN BAYLOR, EL HOMBRE QUE FUE JORDAN ANTES DE JORDAN

MADRID (23 Marzo 2021).- De Elgin Baylor se dice que nunca rompió la ley de la gravedad pero tardaba mucho en obedecerla. Si tiráramos del hilo invisible que une a Kobe Bryant, Michael Jordan o Julius Erving, llegaríamos hasta él. En una época en que el baloncesto aún vivía encadenado al suelo, Baylor reclamó el aire como espacio de creatividad. Otro plano al que llevar el dominio técnico. Fue un eslabón maestro en la evolución del baloncesto, un anticipo del alero moderno. Fue, y lo dice Magic Johnson, "el Showtime antes del Showtime". La gran leyenda olvidada de los Lakers.

"El baloncesto que hoy aceptamos como convencional viene de [Elgin Baylor]. Cosas que hoy vemos normales como los cambios de dirección, los reversos, los rectificados en el aire, la improvisación, las fintas con el bote... Todo viene de Elgin", escribe su biógrafo, Bijan C. Bane. Un papel creativo y transformador que también le otorgan las leyendas que vinieron detrás. "Era como el ballet llevado al baloncesto. Abrió muchas puertas para que probáramos cosas nuevas", resumía Julis Erving.

Elgin Baylor (Washington DC, 1934 - Los Ángeles, 2021) es el nexo entre las dos eras de los Lakers, los inicios en Mineápolis, la tierra de los diez mil lagos, y el desembarco en Hollywood. Y hasta en eso, en la mudanza que salvó la franquicia, fue una pieza central. Baylor nunca había visto un partido de la NBA pero Bob Short, propietario de los Lakers, lo convenció para dejar la universidad un año antes para fichar por el equipo. En aquel Estados Unidos de la segregación racial, fue el primer jugador negro elegido para ser la estrella de un equipo.

Su llegada llenó el vacío que había dejado George Mikan, el primer gran dominador de la NBA. Baylor irrumpió como uno de los mejores anotadores de la liga y en su primer año llevó hasta las Finales a un equipo que el año anterior había sido colista. Perdieron, como lo haría Baylor en las ocho Finales que jugó en su carrera. Acaso ese vacío imperdonable explique el olvido, aunque le debieran su propia supervivencia. Años más tarde Short confesaría que, si Baylor no hubiera aceptado su oferta, los Lakers habrían quebrado.

LA PRIMERA HUELGA

En Tall Tales, una deliciosa historia oral de los primeros años de historia de la NBA, Hot Rod Hundley comenta que, cuando Ray Charles hizo su versión de Born To Lose ("cada sueño que he tenido sólo me ha traído más dolor"), Elgin Baylor le dijo que aquel era el himno de la población negra de Estados Unidos. Hundley lo recuerda a raíz del incidente que vivieron en su propia ciudad, Charleston, en la primera temporada de Baylor.

En aquellos años la NBA buscaba dinero en cualquier esquina para malvivir (los Lakers y los Celtics llegaron a hacer una gira conjunta de 10 partidos en 13 días) y era habitual que los equipos jugaran partidos de homenaje en lugares donde sus jugadores tuvieran tirón. Unos días antes lo habían hecho en Seattle, donde Baylor había sido una estrella universitaria, y aquel día tocaba en Charleston, la ciudad de Hundley.

Quedaban sólo cuatro horas para el partido y los Lakers, que llegaban de jugar la noche anterior, estaban esperando a que el hotel les diera sus habitaciones. Vern Mikkelsen, el capitán del equipo, estaba hablando con el recepcionista y parecía haber algún problema así que Baylor se acercó al mostrador. Ni siquiera le dirigió la palabra. Cuando se alejó unos pasos, volvió a hablar. "Ustedes pueden quedarse, pero ésos tienen que irse a otra parte. Éste sitio tiene una reputación". Ésos eran los tres jugadores negros del equipo. Baylor, Boo Ellis y Ed Fleming.

Baylor quiso marcharse inmediatamente de la ciudad, pero los Lakers aceptaron buscar un sitio donde los aceptaran a todos. Acabaron alojándose en un hostal en la zona negra que doblaba como burdel. El apoyo del equipo le hizo cambiar de idea hasta que, al salir a comer con Ellis y Fleming, el único sitio que encontraron donde les sirvieran fue en la estación de autobuses. Aquel día Baylor fue el primer jugador de la historia que se negó a jugar en señal de protesta.

SOLDADO RASO BAYLOR

Tal era la importancia de Elgin Baylor para la franquicia que, como al verano siguiente le tocaba hacer la mili, los Lakers hicieron la pretemporada en la base del Ejército en San Antonio en la que estaba destinado. Y tal era su talento que, sin haber jugado un solo partido de preparación, estrenó la temporada anotando 52 puntos. Fue su presencia y la llegada de Jerry West lo que hizo viable el traslado a Los Ángeles. El equipo no atraía apenas público en Mineápolis y Short veía cómo los equipos de béisbol se marchaban a California a la otra conquista del Oeste. Los Lakers abrieron el camino en la NBA.

Baylor, por cierto, aún tendría que volver al Ejército. En 1961, la Crisis de Berlín llevó a Estados Unidos a movilizar reservistas por todo el país y uno de ellos fue Baylor, que pasó toda aquella temporada entrando y saliendo del cuartel, aprovechando los permisos de fin de semana para jugar con los Lakers. Sólo pudo disputar 48 partidos, pero fue su mejor campaña anotadora: 38.3 puntos, 13.1 rebotes.

Aquel año estableció un récord de anotación en las Finales que aún hoy perdura: 62 puntos para ganarle el quinto partido a los Celtics, aunque el desenlace sería el mismo de siempre. En sus ocho primeras temporadas, el tándem West-Baylor llegó cinco veces a las Finales y en todas perdieron contra los orgullosos verdes. Ni la llegada de Wilt Chamberlain cambió el signo en los primeros años: de las siguientes tres Finales, otras dos las perdieron contra Boston y una (por variar) contra los New York Knicks.

UNA RETIRADA MALDITA

Noviembre de 1971. La temporada acaba de empezar y los Lakers ha ganado seis de los nueve partidos. En los tres que han perdido no ha jugado Jerry West, pero el técnico, Bill Sharman viejo enemigo celtic años antes, no está nada contento. Esa noche los Lakers juegan en casa y, al terminar el entrenamiento en el Forum de Los Ángeles sitio poco habitual para esas sesiones, Sharman hace un aparte con Baylor y el director general, Fred Schaus. El ya veterano alero asiente con la cabeza y se marcha. No volverá a jugar con los Lakers.

Como advierte Jack McCallum en su libro Golden Days, durante las años posteriores los protagonistas darían múltiples versiones de aquella conversación. La más extendida, que Baylor decidió retirarse cuando Sharman le dijo que lo veía demasiado viejo y no dejaba que el equipo corriera. Unas versiones apuntan a que Baylor decidió retirarse cuando el técnico le planteó probar unos partidos con Jim McMillian de titular, y otros, que lo hizo porque llevaba años arrastrando problemas en la rodilla operada y notaba que Sharman no sabía cómo decirle que se hiciera un lado.

Lo único claro es que esa misma noche los Lakers ganaron, y que aquel triunfo dio inicio a la mejor racha de la historia de la NBA: 33 victorias seguidas. Aquella temporada, ya sin Baylor, los Lakers ganarían al fin el anillo.

A finales de los setenta, Elgin Baylor entrenó sin suerte a los New Orleans Jazz (cuando el nombre de la franquicia todavía tenía sentido) y después emprendió una larga carrera como directivo de Los Angeles Clippers. Durante más de dos décadas fracasó en su intento de cambiar el sino de la franquicia perdedora por excelencia en la NBA, hasta que en 2006 logró romper 30 años de sequía sin playoffs. En su despido acusó de racismo a Donald Sterling, el primero en denunciar un comportamiento que años más tarde dejaría al multimillonario fuera de la NBA.

Desde 2004 los Lakers han ido rodeando el Staples Center con estatuas de sus leyendas. Magic Johnson, Jerry West, Kareem Abdul-Jabbar, Shaquille ONeal, Chick Hearn, la voz de la franquicia... Elgin Baylor, jugador clave en la evolución del baloncesto, la estrella que salvó a la franquicia de la bancarrota, esperó hasta 2018. Fue en aquella ceremonia donde Magic Johnson le dijo que hacía cosas de las que ni él había sido capaz. Donde él mismo recordó que, como su familia no podía permitirse un balón, su romance con el baloncesto había empezado lanzando al aro una pelota de tenis.

 

 

Por ANDRÉS ARAGÓN/El País

No hay comentarios.: