EL PAPA Y LOS LÍDERES RELIGIOSOS REZARÁN ESTE JUEVES PRIMERO DE JULIO POR LA PAZ EN EL LÍBANO
Un camino -recordó el cardenal Leonardo Sandri,
Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, al presentar el
evento en la Oficina de Prensa del Vaticano- que comenzó con el Sínodo para el
Líbano convocado por Juan Pablo II en 1995, y que continuó con la exhortación
apostólica "Una esperanza para el Líbano", pronunciada en la visita
del Papa a la Tierra de los Cedros en mayo de 1997. Benedicto XVI también
siguió estos pasos y eligió el Líbano para firmar y entregar el Documento en la
conclusión del Sínodo especial para Oriente Medio, en septiembre de 2012,
Ecclesia in Medio Oriente, durante el que fue el último viaje apostólico antes
de su dimisión.
Ahora es Francisco quien llama la atención del mundo
sobre esta tierra a la que Wojtyla definió "un mensaje". En la
conferencia en el avión cuando regresaba de Iraq, el Pontífice argentino reveló
que había recibido una petición para detenerse en Beirut antes de ir a Bagdad.
Una parada difícil de organizar en ese momento, pero que Francisco prometió
hacer tarde o temprano. Tal vez a finales de este año, aunque es más probable
que sea a principios del próximo, dijo el arzobispo Paul Richard Gallagher,
Secretario para las Relaciones con los Estados, explicando a los periodistas
que, además de algunos compromisos que ya están en la agenda papal, se espera
la formación definitiva de un gobierno con el que dialogar.
En previsión de esa peregrinación, el Papa, dada la
emergencia de la situación libanesa, ha querido convocar esta jornada, en la
estela de otras grandes iniciativas del pontificado como la vigilia por Siria
en la Plaza de San Pedro (2013), la oración de paz en los Jardines Vaticanos
por Tierra Santa (2014), el encuentro bilateral en Santa Marta con los líderes
políticos y religiosos de Sudán del Sur (2019).
Presentado,
el 25 de junio, el programa de la Jornada convocada por el Papa para reavivar
las luces de la esperanza en una tierra agobiada por una dura crisis política y
económica: oraciones en la Basílica Vaticana y mesa redonda ecuménica. En este
contexto, el cardenal Sandri declara: "Es el fruto de un largo camino
iniciado por Juan Pablo II y Benedicto XVI". Por su parte, Monseñor
Gallagher afirma: "Un viaje del Papa quizás a principios de 2022, cuando
se forme el Gobierno".
Todo surge de la preocupación por el agravamiento de
la crisis en el Líbano, confirmó monseñor Gallagher: "La Santa Sede está
muy preocupada por el colapso del país, que afecta especialmente a la comunidad
cristiana". No sólo está el "impasse político", sino también la
"fuerte emigración de los jóvenes". Un fenómeno que "amenaza con
destruir el equilibrio" y reducir a la mitad la presencia cristiana en
Oriente Medio. El Líbano, "el último bastión de la democracia árabe",
debe por tanto ser ayudado a "mantener su identidad única para garantizar
un Oriente Medio pluralista, tolerante y diverso", dijo el arzobispo.
Por SALVATORE
CERNUZIO/Vatican News
Logo de la Jornada de Oración por el Líbano
Logo de la Jornada de Oración por el Líbano
El programa: un "camino juntos"
En concreto, la Jornada de Oración del 1 de julio
-explicó Sandri- será un continuo "caminar juntos" entre el Papa y
los responsables de las Iglesias y Comunidades Eclesiales. Se trata de las
Iglesias ortodoxa y católica, presentes con sus diferentes ritos y tradiciones,
explicó monseñor Brian Farrell, secretario del Consejo Pontificio para la
Unidad de los Cristianos, y también de diferentes comunidades eclesiales
nacidas de la Reforma.
Todos ellos se reunirán en Santa Marta -donde serán
recibidos del 30 de junio al 2 de julio- para un momento de bienvenida. Luego
se dirigirán hacia San Pedro; en la Basílica, tras rezar el Padre Nuestro,
bajarán las escaleras de la Confesión del Apóstol Pedro y cada uno colocará una
vela como signo de la oración que arde pidiendo la intercesión del apóstol.
"Durante el día no podremos verlos ni oírlos, porque las puertas de la
Sala Clementina del Palacio Apostólico permanecerán cerradas a nuestra mirada",
explicó Sandri, que instó a seguir la jornada a distancia con una oración de
intercesión en sus parroquias y comunidades religiosas.
Mesa redonda ecuménica
Al igual que en la Basílica de San Nicolás de Bari,
para el evento ecuménico del 7 de julio de 2018, la mesa de reunión será
redonda y en torno a ella se sentarán el nuncio apostólico en Líbano, monseñor
Joseph Spiteri, como moderador, y los diez jefes de las comunidades cristianas.
Entre ellos podría estar también el sucesor del Patriarca de Cilicia de los
Armenios, Gregorio Pedro XX Ghabroyan, fallecido el 25 de mayo, que será
elegido en el Sínodo iniciado hace tres días.
Entre la mañana y la tarde habrá tres sesiones de
trabajo, cada una de ellas introducida por un ponente. A la oración final en la
Basílica Vaticana asistirán los embajadores de la Santa Sede y han sido
invitadas todas las comunidades religiosas masculinas y femeninas, así como los
laicos libaneses residentes en Roma. No habrá presencia de personalidades
políticas, ya que se ha decidido dar al acto una dimensión exclusivamente
religiosa.
Las esperanzas de paz de los jóvenes
El Papa y los demás invitados irán en procesión hasta
San Pedro, siguiendo a un sacerdote que llevará el Evangelio. A continuación se
realizará una oración ecuménica que incluirá la proclamación de algunos pasajes
de la Palabra de Dios, alternando con oraciones y cantos de las diferentes
tradiciones rituales presentes en el Líbano.
Los textos en árabe, sirio, armenio y caldeo resonarán
entonces entre las bóvedas de San Pedro. Hacia el final de la celebración,
algunos jóvenes entregarán una lámpara encendida, que se colocará en un
candelabro. "Es la esperanza de la paz que entregan las generaciones más
jóvenes, pidiendo ayuda para que no se extinga por las tribulaciones del
presente", destacó el cardenal Sandri. La conclusión será confiada al Papa
Francisco, que pronunciará un discurso de clausura y, antes de despedirse,
donará una placa en recuerdo de la jornada con el logotipo. No está previsto un
llamamiento conjunto, pero el discurso del Papa "contendrá llamamientos y
consideraciones, fruto de las reflexiones de ese día que podrían ser
indicaciones para el futuro del Líbano".
El logotipo con Nuestra Señora de la Harissa
En cuanto al logotipo, representa la estatua de
Nuestra Señora de Harissa que vela por el Líbano y es reconocible al llegar
desde el mar, en el santuario que acoge a peregrinos de todas las edades y
credos. La Virgen se encargará de llevar a cabo el evento el 1 de julio para
que "pronto salga un nuevo sol", dijo el cardenal Sandri, evocando
las palabras del poeta libanés Kahil Gibran: "Más allá de la cortina negra
de la noche nos espera un nuevo amanecer".
El agradecimiento de un corresponsal libanés a la
Santa Sede
Al margen de la conferencia, las conmovedoras palabras
de un periodista libanés, corresponsal en Roma de la agencia gubernamental, que
agradeció a la Santa Sede porque "es la única que ayuda al Líbano sin
intereses". La ayuda se ha prestado gracias a la colaboración
internacional, explicó Gallagher, y añadió: "No hay nadie que haya pasado
hasta ahora por la Secretaría de Estado a quien no hayamos dirigido una palabra
en favor del Líbano.
Casi una costumbre... Nos preguntamos: ¿qué se puede
hacer en estas circunstancias difíciles y trágicas?" Gallagher también
respondió a una pregunta sobre la situación en Hong Kong, a la que la
diplomacia vaticana mira con atención: "Obviamente, Hong Kong es un objeto
de interés para nosotros. El Líbano es un lugar en el que creemos que podemos
aportar algo. No vemos esta posibilidad en Hong Kong. Podemos decir palabras
apropiadas que serán apreciadas por la prensa internacional y en muchos países
del mundo, pero yo y muchos de mis colegas no estamos convencidos de que puedan
marcar la diferencia".
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