PAPA FRANCISCO FIRMA DECRETOS PARA LOS NUEVOS VENERABLES SIERVOS DE DIOS
CIUDAD DEL VATICANO (30 Agosto 2021).- Tres figuras marcadas por la entrega al amor de Dios, la confianza en su misericordia y la esperanza en su perdón. Estos son los rasgos que caracterizan a los nuevos Venerables Siervos de Dios.
Tras la audiencia de hoy con el Cardenal Marcello
Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Papa
Francisco autorizó al Dicasterio a promulgar los Decretos relativos a las
virtudes heroicas de Enrichetta Beltrame Quattrocchi, el hermano Plácido
Cortese y María Cristina Cella Mocellin.
"Riccardo,
un don para nosotros”
La historia de una madre que recuerda la de Gianna
Beretta Molla y la más actual de Chiara Corbella Petrillo. Es la corta pero
fructífera vida de María Cristina Cella Mocellin, nacida el 18 de agosto de
1969 en Cinisello Balsamo, en la provincia de Milán. Creció en la parroquia, y
durante sus años de escuela secundaria comenzó su camino de discernimiento
vocacional en la comunidad de las Hijas de María Auxiliadora de Don Bosco.
Cuando conoció a Carlos a los 16 años, cambió su perspectiva y sintió que
estaba llamada al matrimonio. Dos años después de que le descubrieran un
sarcoma en la pierna izquierda, los tratamientos y las terapias no le
impidieron terminar el instituto y casarse en 1991. La pareja tuvo dos hijos,
pero en cuanto María Cristina descubrió que estaba embarazada de su tercer
hijo, la enfermedad reapareció.
El
Papa Francisco autorizó la promulgación de los Decretos relativos a las
virtudes heroicas de las Siervas de Dios Enrica Beltrame Quattrocchi, hija del
matrimonio beatificado en el 2001, del fraile franciscano Plácido Cortese
muerto bajo tortura de la Gestapo y de la joven madre de Cinisello Balsamo,
María Cristina Cella Mocellin.
Decidió continuar con el embarazo, sometiéndose a un
tratamiento que no pusiera en riesgo la vida de su hijo. En una carta le cuenta
a Ricardo, su tercer hijo, esos momentos:
“Me opuse con todas mis fuerzas a renunciar a ti,
tanto que el médico entendió todo y no añadió nada más. Ricardo, eres un regalo
para nosotros. Fue esa noche, en el coche de vuelta del hospital, cuando te
moviste por primera vez. Parecía como si estuvieras diciendo "¡gracias
mamá por quererme!". ¿Y cómo no te íbamos a querer? Eres precioso, y
cuando te miro y te veo tan bello, animado, simpático, pienso que no hay
sufrimiento en el mundo que no merezca la pena soportar por un hijo”
María Cristina murió a los 26 años, segura del amor
del Padre, fiel a Él en sus planes.
Una
familia amada por Dios
Nueve años después de su muerte en Roma, la Iglesia
reconoce las virtudes heroicas de Enrica Beltrame Quattrocchi, la última hija
del Beato Luigi Beltrame Quattrocchi y María Corsini, fallecida a los 98 años.
Una familia que vivió un camino de santidad, demostrando, dijo Juan Pablo II
que los beatificó en 2001, que "es posible, es hermoso, es
extraordinariamente fecundo y es fundamental para el bien de la familia, de la
Iglesia y de la sociedad".
Enrica tenía la intención de seguir los pasos de sus
hermanos: Don Tarcisio, Sor Cecilia y Don Paolino, pero su destino era otro, su
vocación era acompañar a sus ancianos padres. Se implicó en el voluntariado, en
las Damas de San Vicente con las que acudía a las zonas más difíciles de la
capital, en la Acción Católica junto a su madre, y se dedicó a la enseñanza. A
partir de 1976 fue Superintendente del Ministerio de Patrimonio Cultural y
Medioambiental. Su vida estuvo marcada por varias enfermedades, dificultades
económicas, pero sobre todo por la oración y la participación diaria en la
misa. En sus últimos años se dedicó a ayudar a parejas en crisis. El amor a
Dios era su razón de vivir.
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