"NO SER HIPÓCRITAS, VIVIENDO DE LA APARIENCIA" EL LLAMADO DEL PAPA FRANCISCO
CIUDAD DEL VATICANO (7 Noviembre 2021).- El Pontífice
nos alertó en su alocución sobre las falsedades del corazón, sobre la
hipocresía, ¡que es una enfermedad peligrosa del alma!, y es algo que se ve en
tanto lugares, señaló, es el clericalismo.
Francisco nos aconsejó que sigamos el modelo de la viuda
del Evangelio de hoy, “aprendamos de ella: una fe sin adornos externos, sino
sincera interiormente; una fe hecha de humilde amor a Dios y a los hermanos”.
El Papa Francisco, en su alocución antes del rezo
mariano del Ángelus, retomando el Evangelio del día, afirmó que la Liturgia de
hoy nos “pone delante de un sorprendente contraste”: los ricos, que dan lo
superfluo para hacerse ver, y una pobre mujer que, sin aparentar, ofrece lo
poco que tiene.
“Jesús mira dos escenas. Y es precisamente este verbo
–“mirar”- que resume su enseñanza: a quien vive la fe con duplicidad, a esos
escribas, “debemos mirar” para no convertirnos como ellos; mientras que a la
viuda debemos “mirarla” para tomarla como modelo. Detengámonos en esto: tener
cuidado con los hipócritas y mirar a la pobre viuda”.
“No
ser hipócritas, viviendo de la apariencia”
Francisco nos alertó sobre todo, a no seguir el modelo
hipócrita de los escribas, que “cubrían, con el nombre de Dios, la propia
vanagloria y, aún peor, usaban la religión para atender sus negocios, abusando
de su autoridad y explotando a los pobres”. El Papa nos pide que no sigamos el
modelo de los hipócritas, que basan su vida en el culto de la “apariencia, de
la exterioridad, sobre el cuidado exagerado de la propia imagen. Y, sobre todo,
estar atentos a no doblegar la fe a nuestros intereses”.
Una advertencia, la de Francisco, actual, hoy y
siempre, actual para cada uno de nosotros, para la Iglesia y la sociedad. Y se
ve tanto en muchos lugares, dijo, es el clericalismo. Pidió que no nos
aprovechemos nunca de nuestro papel, de nuestro cargo, para “aplastar a los
demás, ¡nunca ganar sobre la piel de los más débiles! Y estar alerta, para no
caer en la vanidad, para no obsesionarnos con las apariencias, perdiendo la
sustancia y viviendo en la superficialidad”.
Nos invita a cuestionarnos en nuestras acciones y en
lo que pregonamos, hacer ese examen de conciencia, preguntarnos si deseamos ser
apreciados y gratificados o damos un servicio a Dios y al prójimo,
especialmente a los más débiles.
El Pontífice nos alertó en esta alocución sobre las
falsedades del corazón, sobre la hipocresía, ¡que es una enfermedad peligrosa
del alma! Señaló. La hipocresia afirmó, es un juzgar por debajo, aparecer de un
modo y por debajo tener otro pensamiento,
personas con el alma doble.
Sanar de la hipocresía siguiendo el modelo de la viuda
Tras alertarnos para que no caigamos en la falsedad,
en la hipocresía, abusando de los más débiles, Jesús, dijo el Papa, nos invita
a seguir el modelo de la pobre viuda, a mirar a la pobre viuda, para sanar de
la enfermedad de la hipocresía.
“El Señor denuncia la explotación hacia esta mujer,
que para dar la ofrenda, debe volver a casa sin siquiera lo poco que tiene para
vivir. ¡Qué importante es liberar lo sagrado de las ataduras con el dinero!
Pero, al mismo tiempo, Jesús alaba el hecho de que esta viuda da al Tesoro todo
lo que tiene. No le queda nada, pero encuentra en Dios su todo. No teme perder
lo poco que tiene, porque tiene la confianza en el tanto de Dios, que
multiplica la alegría de quien dona”.
En su alocución, Francisco nos recordó que Jesús
propone la viuda, como maestra de fe:
“Ella no frecuenta el Templo para tener la conciencia
tranquila, no reza para hacerse ver, no hace alarde de su fe, sino que dona con
el corazón, con generosidad y gratuidad. Sus monedas tienen un sonido más
bonito que las grandes ofrendas de los ricos, porque expresan una vida dedicada
a Dios con sinceridad, una fe que no vive de apariencias sino de confianza
incondicional”.
Francisco nos alertó de no ser hipócritas, una
enfermedad peligrosa, que la podemos curar, aprendiendo del ejemplo de la
viuda, con su fe “sin adornos externos, sino sincera interiormente; con su fe
hecha de humilde amor a Dios y a los hermanos”.
Por PATRICIA
YNESTROZA/Vatican News
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