PAPA FRANCISCO: "BASTA UNA CARICIA PARA DAR SENTIDO A LA JORNADA DE UN ENFERMO"
CIUDAD DEL VATICANO (5 Noviembre 2021).- Tal como estaba previsto, esta mañana poco después de las 10.00 el Santo Padre se dirigió en automóvil desde la Casa de Santa Marta hasta el Policlínico Agostino Gemelli de Roma para celebrar la Santa Misa con ocasión del 60º aniversario de la inauguración de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Católica del Sagrado Corazón.
En su homilía, el Papa, tras recordar la conmemoración
“con gratitud” del “don de esta sede de la Universidad Católica”, compartió con
los participantes en esta Eucaristía algunas reflexiones sobre su nombre. Ante
todo, destacó que “está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, al que se dedica
este día, el primer viernes del mes”. Y añadió:
“Al contemplar el Corazón de Cristo, podemos guiarnos
por tres palabras: recuerdo, pasión y consuelo”
Recuerdo
“Recuerdo”, dijo Francisco. “Recordar significa volver
con el corazón". Y explicó que el Corazón de Cristo nos hace volver a lo
que ha hecho por nosotros, “nos muestra a Jesús ofreciéndose a sí mismo”, lo
que significa “el compendio de su misericordia”. “Mirándolo, como hace Juan en
el Evangelio, es natural recordar su bondad, que es gratuita e incondicional,
no depende de nuestras obras. Y nos conmueve”, afirmó el Papa.
“Con las prisas de hoy, en medio de mil carreras y
preocupaciones continuas, estamos perdiendo la capacidad de conmovernos y de
sentir compasión, porque estamos perdiendo ese retorno al corazón, a la
memoria”
En efecto, el Obispo de Roma añadió que “sin memoria
perdemos nuestras raíces y sin raíces no crecemos”. De ahí la invitación a
alimentar la memoria de quienes nos han amado, nos han cuidado, nos han criado.
“Hoy quiero renovar mi agradecimiento por las
atenciones y el cariño que he recibido aquí. Creo que, en esta época de
pandemia, es bueno que recordemos incluso los momentos más dolorosos: no para
entristecernos, sino para no olvidar, y para orientar nuestras decisiones a la
luz de un pasado muy reciente”
El
arte del recuerdo
En cuanto a cómo funciona nuestra memoria,
simplificando, Francisco explicó que “podríamos decir que nos acordamos de
alguien o de algo cuando nos toca el corazón, cuando está ligado a un afecto o
a un desamor particular”. Pues bien, el Corazón de Jesús sana nuestra memoria
porque la devuelve al afecto fundacional.
“Nos recuerda que, pase lo que pase en la vida, somos
amados”. “Somos seres amados, hijos a los que el Padre ama siempre y en todo
caso, hermanos por los que late el Corazón de Cristo”. Por esta razón, “cada
vez que miramos ese Corazón nos descubrimos arraigados y cimentados en el amor,
como dijo el apóstol Pablo en la primera lectura”. El Papa invitó a cultivar
esta memoria, “que se fortalece cuando estamos cara a cara con el Señor,
especialmente cuando nos dejamos mirar y amar por Él en la adoración”. A lo que
añadió:
“Pero también podemos cultivar entre nosotros el arte
del recuerdo, atesorando los rostros que encontramos. Pienso en los días
agotadores en el hospital, en la universidad, en el trabajo. Corremos el riesgo
de que todo pase sin dejar rastro, o de que sólo quede el cansancio y la
fatiga. Nos viene bien, por la noche, repasar las caras que hemos conocido, las
sonrisas que hemos recibido, las buenas palabras. Son recuerdos de amor y
ayudan a nuestra memoria a reencontrarse”
De la importancia de estos recuerdos en los hospitales
Francisco manifestó que “pueden dar sentido al día de un enfermo”. “Una palabra
fraternal, una sonrisa, una caricia en la cara: son recuerdos que curan por
dentro, hacen bien al corazón. No olvidemos la terapia de la memoria”.
Pasión
La pasión, prosiguió el Pontífice, “es la segunda
palabra”. “El Corazón de Cristo no es una devoción piadosa para sentir un poco
de calor en el interior, no es una imagen tierna que despierte afecto. Es un
corazón apasionado, herido de amor, desgarrado por nosotros en la cruz”.
“El Sagrado Corazón es el icono de la Pasión: nos
muestra la ternura visceral de Dios, su pasión amorosa por nosotros y, al mismo
tiempo, superado por la cruz y rodeado de espinas, nos muestra cuánto
sufrimiento ha costado nuestra salvación. En su ternura y dolor, ese Corazón
revela, en definitiva, lo que es la pasión de Dios: el hombre”
Lo que sugiere además que “si realmente queremos amar
a Dios, debemos apasionarnos por el hombre, por todo hombre, especialmente por aquellos
que viven la condición en la que se manifestó el Corazón de Jesús: el dolor, el
abandono, el descarte”. “Porque el Corazón desgarrado de Dios es elocuente.
Habla sin palabras, porque es misericordia en estado puro, amor que hiere y da
vida. Es Dios”.
“¡Cuántas palabras decimos de Dios sin mostrar amor!
Pero el amor habla por sí mismo, no habla de sí mismo. Pidamos la gracia de
apasionarnos por el hombre que sufre, de apasionarnos por el servicio, para que
la Iglesia, antes de tener palabras que decir, conserve un corazón que lata con
amor”
Consuelo
La tercera palabra que destacó el Papa es “consuelo”.
Y explicó que “indica una fuerza que no viene de nosotros, sino de los que
están con nosotros. Jesús, el Dios-con-nosotros, nos da esta fuerza, su Corazón
nos da valor en la adversidad”.
Después de aludir a las “tantas incertidumbres nos
asustan”, el Obispo de Roma dijo que “en este tiempo de pandemia nos hemos
descubierto más pequeños y frágiles”. Y que, a pesar de los tantos avances,
“esto también es evidente en el campo de la medicina”, “con tantas enfermedades
raras y desconocidas, cuánto esfuerzo se necesita para estar al día con las
patologías, las estructuras de tratamiento, un servicio de salud que sea
realmente lo que debe ser, para todos”. Podríamos desanimarnos, dijo el Papa,
por eso “necesitamos consuelo”. El Corazón de Jesús late por nosotros,
repitiendo siempre esas palabras:
“Ánimo hermana, ánimo hermano, no te desanimes, el
Señor tu Dios es más grande que tus males, te lleva de la mano y te acaricia.
Él es su consuelo”
Hacia el final de su homilía el Pontífice dijo que “si
miramos la realidad desde la grandeza” del Corazón de Jesús, “cambia la
perspectiva, cambia nuestro conocimiento de la vida porque, como nos recordaba
San Pablo, conocemos el amor de Cristo que supera todo conocimiento".
“[ Animémonos con esta certeza, con el consuelo de
Dios. Y pidamos al Sagrado Corazón la gracia de poder consolar a su vez. Es una
gracia que hay que pedir, mientras nos comprometemos con valentía a abrirnos, a
ayudarnos unos a otros, a llevar las cargas de los demás. También se aplica al
futuro de la sanidad, especialmente de la sanidad católica: compartir, apoyarse
mutuamente, avanzar juntos]”
“Que Jesús – concluyó Francisco – abra los corazones
de los que cuidan a los enfermos a la colaboración y la cohesión. A tu Corazón,
Señor, encomendamos nuestra vocación de curar: haznos sentir querida a cada
persona que se acerca a nosotros con necesidad”.
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