"YA ES HORA DE QUE LOS POBRES VUELVAN A TENER VOZ Y SEAN ESCUCHADOS" EL LLAMADO DEL PAPA AL MUNDO
CIUDAD DEL VATICANO (12 Noviembre 2021).- El Papa Francisco tuvo este emotivo encuentro con los pobres en la ciudad de San Francisco de Asís. Compartió con 500 pobres y recibió los testimonios de algunos de ellos, en la celebración de la quinta Jornada Mundial de los pobres. En su discurso, el Pontífice agradeció a Dios por la idea de haber creado la Jornada, que nació de una forma extraña:
"En una sacristía. Estaba a punto de celebrar la
misa y uno de ustedes - se llama Etienne, ¿lo conocen? Es un enfant terrible...
Etienne me dio la sugerencia: "Hagamos una Jornada de los Pobres".
Salí y sentí que el Espíritu Santo, en mi interior, me decía que lo hiciera.
Así es como empezó: a partir de la valentía de uno de ustedes que tiene el
valor de llevar las cosas adelante. [Le agradezco su trabajo en estos años y el
de tantos que le acompañan, y quiero agradecer -perdón, Eminencia- la presencia
del cardenal: él está entre los pobres, él también ha sufrido con dignidad la
experiencia de la pobreza, del abandono, de la desconfianza. Y se ha defendido
con el silencio y la oración. Gracias, Cardenal Barbarin, por su testimonio que
edifica a la Iglesia".
“Ya es hora de
que los pobres vuelvan a tener la palabra, porque durante demasiado tiempo sus
demandas no han sido escuchadas. Es hora de que abran los ojos para ver el
estado de desigualdad en el que viven tantas familias. Es hora de arremangarse
para recuperar la dignidad creando puestos de trabajo. Es hora de volver a
escandalizarse ante la realidad de los niños hambrientos, esclavizados,
náufragos, víctimas inocentes de todo tipo de violencia. Es hora de que la
violencia contra las mujeres se detenga y de que se las respete y no se las
trate como mercancías. Es hora de romper el círculo de la indiferencia y
descubrir de nuevo la belleza del encuentro y del diálogo”. Es este el
llamamiento que pide el Papa al mundo, que se movilice esta solidaridad, que no
deja de clamar el Santo Padre, sobre todo hacia los más necesitados.
El Papa resaltó además la importancia del encuentro:
encontrarse es lo primero, dijo, es ir hacia el otro con el corazón abierto y
la mano tendida. Porque cada uno de
“nosotros necesita al otro, e incluso la debilidad, si la experimentamos
juntos, puede convertirse en una fuerza que mejore el mundo. Es hora de
reunirse. Es el momento del encuentro. Si la humanidad, si los hombres y las
mujeres no aprendemos a encontrarnos, nos dirigimos a un final muy
triste".
El Pontífice aseveró que en las sociedades se ve la
presencia de los pobres con fastidio y se aguanta; “a veces oímos que son los
pobres los responsables de la pobreza. Para no hacer un serio examen de
conciencia sobre sus propios actos, sobre la injusticia de ciertas leyes y
medidas económicas, un examen de conciencia sobre la hipocresía de los que
quieren enriquecerse sin medida, echan la culpa a los más débiles”, manifestó.
Resistir
Escuchando los testimonios de algunos de ellos, el
Papa agradeció la sinceridad con la que compartieron sus vidas con los demás.
Han abierto “sus corazones con el deseo de ser comprendidos”. Testimonios que
han entrado en el corazón del Papa Francisco, como la esperanza. Porque, dijo,
no obstante “la vida no siempre ha sido amable con ellos… y a menudo les ha mostrado una cara cruel: la
marginación, el sufrimiento de la enfermedad y la soledad”. Sin embargo, señaló
el Santo Padre, la falta de muchos medios necesarios no les ha impedido mirar con
ojos llenos de gratitud las pequeñas cosas que les han permitido aguantar.
Lo segundo que le ha impresionado a Francisco, es que
cada uno de esos testimonios resistió a cada desaventura, a cada obstáculo.
Resistir, señaló el Papa es tener la fuerza para seguir adelante a pesar de
todo. Resistir surge de la esperanza de un futuro mejor. El Papa agregó:
“La resistencia no es una acción pasiva, al contrario,
requiere el valor de emprender un nuevo camino sabiendo que dará sus frutos.
Resistir significa encontrar razones para no rendirse ante las dificultades,
sabiendo que no las vivimos solos sino juntos, y que sólo juntos podemos
superarlas. Resistir toda tentación de abandonar y caer en la soledad o la
tristeza. Resistir aferrándonos a la pequeña o escasa riqueza que podamos
tener: pienso en la chica de Afganistán, con su frase lapidaria: mi cuerpo está
aquí, mi alma está allí. Resistiendo con la memoria, hoy: pienso en la madre
rumana que habló al final. Dolor, esperanza y sin salida, pero fuerte esperanza
en los niños que la acompañan y le devuelven la ternura que recibieron de
ella".
La
acogida
Repasando la historia del Santo de los pobres, el
Pontífice recordó que, en la Porciúncula, desde donde se llevó a cabo el
encuentro, San Francisco acogió a Santa Clara, a los primeros frailes y a
muchos pobres que acudían a él. Con sencillez, dijo, los recibió como hermanos
y hermanas, compartiendo todo con ellos.
La acogida al otro, dijo Francisco, es “la expresión
más evangélica que estamos llamados a hacer nuestra”. Acoger es “abrir la puerta, la de la casa y
la del corazón, y dejar entrar a los que llaman. Y que se sientan a gusto, no
asombrados. Donde hay un verdadero sentido de la fraternidad, hay también la
experiencia sincera de la acogida”. Acoger al otro, manifestó, con una sonrisa,
como Madre Teresa, que como explicó el Papa, hizo de su vida un servicio a la
hospitalidad:
“Compartir una
sonrisa con alguien necesitado es bueno para ambos, para mí y para el otro. La
sonrisa como expresión de simpatía, de ternura”. La sonrisa te involucra,
manifestó, después, no podrás distanciarte de la persona a la que has sonreído.
En cambio, cuando no nos abrimos a los demás, cuando
“hay miedo a los demás, desprecio por su vida, entonces nace el rechazo”,
expresó el Papa. “La acogida genera un sentimiento de comunidad; el rechazo,
por el contrario, se encierra en el propio egoísmo, o, peor aún, la
indiferencia: ese mirar hacia otro lado".
“El
Señor nunca nos deja solos”
Siempre recordando la historia del santo, el Papa
recordó que "la Porciúncula, es una de las pequeñas iglesias que San
Francisco pensó en restaurar, después de que Jesús le pidiera "reparar su
casa". En aquel momento, nunca habría pensado que el Señor le pediría que
diera su vida para renovar no la iglesia hecha de piedras, sino la de las
personas, de los hombres y mujeres que son las piedras vivas de la
Iglesia", dijo.
Y hoy cada uno de nosotros, puede aprender "de lo
que hizo San Francisco". Cada uno, así como el Santo, que le gustaba pasar
mucho tiempo en esta iglesia rezando, en silencio escuchando al Señor, afirmó
el Papa y agregó:
"Nosotros también hemos venido aquí para esto:
queremos pedir al Señor que escuche nuestro clamor y venga en nuestra ayuda. No
olvidemos que la primera marginación que sufren los pobres es la
espiritual", y manifestó que no basta con asistir a los pobres, llevarles
comida y bebida caliente, aunque si el Papa agradeció esos gestos, pero sobre
todo agradeció a quienes se detienen a hablar con los pobres, y rezan con
ellos: "Así, nuestro estar aquí, en la Porciúncula, nos recuerda la
compañía del Señor, que nunca nos deja solos, siempre nos acompaña en cada
momento de nuestra vida. El Señor está hoy con nosotros. Él está con nosotros,
en la escucha, en la oración y en los testimonios dados".
Por último, el Santo Padre, recordó que Asís no es una
ciudad como las demás, lleva la huella de San Francisco.
"Pensar que en estas calles donde él vivió su
inquieta juventud, recibió la llamada a vivir el Evangelio al pie de la letra,
es una lección fundamental para nosotros. Por supuesto, en cierto modo su
santidad nos hace temblar, porque parece imposible imitarle. Pero entonces, en
el momento en que recordamos ciertos momentos de su vida, esos
"fioretti", esas florecillas, que se recogieron para mostrar la
belleza de su vocación, nos sentimos atraídos por esa sencillez de corazón y de
vida: es el atractivo mismo de Cristo, del Evangelio. Son hechos de la vida que
valen más que los sermones".
El Papa agradeció a los pobres, "que abren sus
corazones para darnos sus riquezas y sanar nuestros corazones heridos. Gracias
por este valor. Agradeció a los organizadores del evento, y pidió una vez más
rezar por él, porque él también dijo, tiene sus pobrezas.
Por PATRICIA
YNESTROZA/Vatican News
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