PAPA FRANCISCO A LOS REFUGIADOS DE MYTILENE: "LA PANDEMINA NOS HA HECHO SENTIR QUE ESTAMOS EN LA MISMA BARCA EXPERIMENTANDO LOS MISMOS MIEDOS DE LOS MIGRANTES"
LEBOS (5 Diciembre 2021).- El Papa, en su encuentro con los refugiados, en el Centro de Recepción e identificación Mytilene, recordó una vez más, que la migración es un problema de todos, y la pandemia, “nos ha hecho sentir, que estamos todos en la misma barca” experimentando los mismos miedos de los migrantes.
“Estoy aquí para decirles que estoy cerca de ustedes;
estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de
miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos
surcados por demasiadas lágrimas". Es así como el Papa se dirigió a los
presentes en Mytilene, en el Centro de Recepción e identificación, sobre todo a
los refugiados, y recordó hace cinco años, su visita a la isla, cuando el Patriarca
Ecuménico, Bartolomé le dijo que quien tiene miedo de ellos, de los refugiados,
"no los ha mirado a los ojos. El que les tiene miedo no ha visto sus
rostros. El que les tiene miedo no ve a sus hijos. Olvida que la dignidad y la libertad
trascienden el miedo y la división. Olvida que la migración no es un problema
del Oriente Medio y del África septentrional, de Europa y de Grecia. Es un
problema del mundo".
El Santo Padre insistió que si no hay una
reconciliación con los más débiles, no habrá un "futuro
próspero". Rechazar a los pobres,
afirmó es rechazar la paz. Pidió a Dios que "nos despierte del olvido de
quien sufre, que nos sacuda del individualismo que excluye, que despierte los
corazones sordos a las necesidades del prójimo". Los problemas se
resuelven no con los muros sino uniendo fuerzas para hacerse cargo de los
demás. El Mar Mediterráneo se ha
convertido en un "frío cementerio sin lápidas", y aseveró: ¡No dejemos que el mare nostrum se convierta
en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de encuentro se vuelva un
escenario de conflictos!
La
migración: un problema de todos
El Papa afirmó que la migración es "un problema
del mundo, una crisis humanitaria que concierne a todos", y añadió que la
pandemia, que nos ha afectado globalmente, nos ha hecho "sentir a todos en
la misma barca", y experimentar "lo que significa tener los mismos
miedos". La humanidad ha comprendido que los grandes problemas se
"afrontan juntos, porque en el mundo de hoy las soluciones fragmentadas
son inadecuadas".
El Pontífice señaló que a pesar que a nivel mundial,
se llevan a cabo las vacunaciones, en medio de "retrasos e
incertezas", sin embargo, siente, dijo, que parece que "algo se está
moviendo en la lucha contra el cambio climático, todo parece terriblemente opaco
en lo que se refiere a las migraciones", agregó, y, sin embargo, están en
juego personas, vidas humanas. Está en juego el "futuro de todos que si no
está integrado, no será sereno".
Si
no hay políticas amplias no habrá un futuro sereno y próspero
El Santo Padre insistió que sino hay una
reconciliación con los más débiles, no habrá un "futuro
próspero". Rechazar a los pobres,
afirmó es rechazar la paz. La historia, nos enseña, agregó, que los cierres y
nacionalismos llevan a consecuencias desastrosas. Y recordando el Concilio
Vaticano II, enfatizó que para alcanzar la paz, es "necesario respetar a
los demás y su dignidad". El futuro, seguirá poniéndonos en contacto unos
con otros, por tanto, Francisco, señaló que es "una ilusión pensar que
basta con salvaguardarnos a nosotros mismos, defendiéndonos de los más débiles
que llaman a la puerta".
La historia siempre nos ha enseñado pero aún no hemos
aprendido, dijo el Papa, que para orientar el futuro hacia el bien son
necesarias políticas más amplias y no acciones unilaterales. Debe terminar el
"continuo rebote de responsabilidades, que no se delegue siempre a los
otros la cuestión migratoria, como si a ninguno le importara y fuese sólo una
carga inútil que alguno se ve obligado a soportar".
"Que
Dios nos despierte del olvido de quien sufre"
En su discurso, el Papa pidió a Dios que "nos
despierte del olvido de quien sufre, que nos sacuda del individualismo que
excluye, que despierte los corazones sordos a las necesidades del
prójimo", los refugiados, "nos piden", dijo, "que no
miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que
hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas". Francisco, le
pide al "hombre", a cada uno, que "superemos la parálisis del
miedo, la indiferencia que mata, el cínico desinterés que con guantes de seda
condena a muerte a quienes están en los márgenes. Afrontemos desde su raíz al
pensamiento dominante, que gira en torno al propio yo, a los propios egoísmos
personales y nacionales, que se convierten en medida y criterio de todo".
Desde la última vez que visitó Francisco Lesbos, con
sus "queridos hermanos Bartolomé y Ieronymos", han podido constatar
que "poco ha cambiado sobre la cuestión migratoria. Ciertamente, muchos se
han comprometido en la acogida y en la integración", y al respecto el
Pontífice agradeció a los numerosos voluntarios
y asociaciones institucionales, sociales y caritativas, porque han
"asumido grandes esfuerzos, haciéndose cargo de las personas y de la
cuestión migratoria", y añadió:
"Reconozco el compromiso en la financiación y
construcción de dignas estructuras de acogida y agradezco de corazón a la
población local por todo el bien que ha hecho y los numerosos sacrificios que
han aceptado. Pero debemos admitir amargamente que este país, como otros, está
atravesando actualmente una situación difícil y que en Europa sigue habiendo personas
que persisten en tratar el problema como un asunto que no les incumbe. Y,
¡cuántas condiciones indignas del hombre! ¡Cuántos puntos críticos donde los
migrantes y refugiados viven en situaciones límite, sin vislumbrar soluciones
en el horizonte! Y, sin embargo, el respeto a las personas y a los derechos
humanos —especialmente en el continente que no cesa de promoverlos en el mundo—
debería ser salvaguardado siempre, y la dignidad de cada uno debería ser
antepuesta a todo. Es triste escuchar que el uso de fondos comunes se propone
como solución para construir muros".
Los
muros no resuelven ni protegen del peligro
Muros que, según el Papa, pretenden resolver los
problemas: "Ciertamente, los temores y las inseguridades, las dificultades
y los peligros son comprensibles. El cansancio y la frustración, agudizados por
la crisis económica y pandémica, se perciben, pero no es levantando barreras
como se resuelven los problemas y se mejora la convivencia, sino uniendo
fuerzas para hacerse cargo de los demás según las posibilidades reales de cada
uno y en el respeto de la legalidad, poniendo siempre en primer lugar el valor irrenunciable
de la vida de todo hombre".
La solución que propone Francisco es la de
"sumergirse en los problemas de la mayoría de la humanidad, de tantas
poblaciones víctimas de emergencias humanitarias que no han provocado sino sólo
padecido, a menudo después de largas historias de explotación todavía en
curso". Y aconsejó que en vez de arrastrar a la opinión pública al miedo
al otro, mejor, se hable, "con el mismo tono", de la
"explotación de los pobres, o de las guerras olvidadas y a menudo
generosamente financiadas, o de los acuerdos económicos que se hacen a costa de
la gente, o de las maniobras ocultas para traficar armas y hacer que prolifere
su comercio".
Por PATRICIA
YNESTROZA/Vatican News
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