PAPA FRANCISCO: "PARA LOGRAR QUE DIOS HABITE NUESTRO CORAZÓN CADA UNO DEBE HACERLE UN ESPACIO, AUNQUE NO SÓLO CON PALABRAS, SINO CON GESTOS CONCRETOS"
CIUDAD DEL VATICANO (2 Enero 2022).- A la hora del rezo del Ángelus, el domingo 2 de enero, el Papa Francisco invitó a los fieles y peregrinos a aprovechar estos días navideños para acoger al Señor en nuestro corazón, no sólo con palabras, sino con gestos concretos. "Invitémoslo oficialmente a formar parte de nuestras vidas -dijo el Pontífice- sobre todo presentándole nuestras zonas oscuras y contándole sin miedo los problemas sociales y eclesiales de nuestro tiempo, porque Dios ama habitar entre nosotros".
El domingo 2 de enero, el Papa Francisco rezó la
oración mariana del Ángelus, asomado desde la ventana del Palacio Apostólico
del Vaticano junto a los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.
El Pontífice reflexionó sobre el Evangelio del día,
según San Juan (Jn 1, 14), que presenta una hermosa frase que siempre rezamos a
la hora del Ángelus y que es la única que nos revela el sentido de la Navidad:
"El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".
Dios:
Verbo y carne
Estas palabras contienen una paradoja -dijo el Santo
Padre- ya que ponen juntas dos realidades opuestas: el Verbo y la carne:
“Verbo indica que Jesús es la Palabra eterna del
Padre, infinita, que existe desde siempre, antes de todas las cosas creadas;
carne, en cambio, indica precisamente nuestra realidad creada, frágil,
limitada, mortal”
En este contexto, Francisco puntualizó que antes de
Jesús eran dos mundos separados: "El Cielo opuesto a la tierra, lo
infinito opuesto a lo finito, el espíritu opuesto a la materia".
Ante
nuestra fragilidad, el Señor no retrocede
En este sentido, el Papa se detuvo a analizar otro
binomio presente en el Prólogo del Evangelio de Juan: luz y tinieblas (cfr. v.
5):
"Jesús es la luz de Dios que ha entrado en las
tinieblas del mundo. Dios es luz: en Él no hay opacidad; en nosotros, en
cambio, hay muchas oscuridades. Ahora, con Jesús, se encuentran la Luz y las
tinieblas: la santidad y la culpa, la gracia y el pecado".
Pero... ¿qué quiere anunciar el Evangelio con estas
polaridades? Para Francisco se trata de una cosa espléndida, es decir, el modo
de actuar de Dios:
“Ante nuestra fragilidad, el Señor no retrocede. No
permanece en su beata eternidad y en su luz infinita, sino que se hace cercano,
se hace carne, desciende a las tinieblas, habita tierras extrañas a Él. Lo hace
porque no se resigna a que podamos extraviarnos yendo lejos de Él, lejos de la
eternidad, lejos de la luz. He aquí la obra de Dios: venir entre nosotros. Si
nosotros nos consideramos indignos, eso no lo detiene. Si lo rechazamos, no se
cansa de buscarnos. Si no estamos preparados y bien dispuestos a recibirlo,
prefiere venir de todos modos”
Dejar
que Dios habite en nuestra vida, aunque sea desaliñada
Continuando con su alocución, el Pontífice recordó
que, a menudo, nos mantenemos a distancia de Dios porque pensamos que no somos
dignos de Él por diversos motivos y aunque esto sea cierto, el Sucesor de Pedro
hizo hincapié en que la Navidad, nos invita a ver las cosas desde el punto de
vista divino:
“Dios desea encarnarse. Si tu corazón te parece
demasiado contaminado por el mal, desordenado, no te cierres, no tengas miedo.
Piensa en el establo de Belén. Jesús nació allí, en esa pobreza, para decirte
que ciertamente no teme visitar tu corazón, habitar en una vida desaliñada.
Habitar. Es el verbo que utiliza hoy el Evangelio: expresa un compartir total,
una gran intimidad. Esto es lo que Dios quiere”
Pero para lograr que Dios habite en nuestro corazón
-añadió el Santo Padre- cada uno debe hacerle un espacio, aunque no sólo con
palabras, sino con gestos concretos:
"Tal vez haya aspectos de la vida que guardamos
para nosotros, exclusivos, lugares interiores en los cuales tenemos miedo que
entre el Evangelio, donde no queremos poner a Dios en medio", afirmó
Francisco invitando a todos a aprovechar estos días navideños para acoger al
Señor en nuestro corazón.
Presentémosle
nuestras zonas oscuras
Y ¿cómo podemos hacerlo? El Papa sugiere dos formas:
deteniéndonos ante el pesebre, "porque muestra a Jesús que viene a habitar
toda nuestra vida concreta, ordinaria, donde no va todo bien, donde hay muchos
problemas"; y presentándole allí nuestras situaciones, lo que vivimos.
Ante el pesebre, hablemos con Jesús de nuestras
vicisitudes concretas -aseveró el Obispo de Roma- invitémoslo oficialmente a
nuestra vida, sobre todo a las zonas oscuras, a nuestros "establos
interiores". Y también contémosle sin miedo los problemas sociales y
eclesiales de nuestro tiempo, porque Dios ama habitar entre nosotros.
"Que la Madre de Dios, en quien el Verbo se hizo
carne, nos ayude a cultivar una mayor intimidad con el Señor", concluyó.
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