«Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen». Francisco de Quevedo
Estaba inmerso en un medalaganario disfrute de los
encantos naturales del Caribe insular, cavilando porqué la gente sigue votando
a favor de sus verdugos, hasta que dos eventos con consecuencias globales
frenaron de golpe esta fantástica historia.
A pesar de los mosquitos, huracanes, terremotos (estos
rara vez), atracos, robos, desorden vehicular, ruido extremo, corrupción
impune, violencia y la depredación del medioambiente y de los hábitats
costeros, nuestro territorio goza de playas paradisíacas, canotaje en ríos de
alta montaña, un cálido clima y exuberante vegetación; en fin, si este terruño
no padeciera sus problemas seculares fuera lo más cercano a la idea del Edén.
Alguien que se fue de estos lares, no sabemos hacia
dónde, sentenció una frase lapidaria: "Me voy y os dejo, que el más vivo
viva del más pendejo". Cuando la escuché por primera vez no sabía aún que
yo también era de los pendejos a quienes hacía referencia.
Se puede pecar de pendejo de muchas formas pero la más
notable es serlo y no reconocerlo: "A mí nadie me coge de pendejo",
es un dicho muy generalizado.
Pues bien, pendejear es un atributo más universalizado
de lo que se asume. Podemos repasar algunas "cogidas de pendejo"
entre muchas tantas, sin antes señalar que, gracias a estas tecnologías que
dieron paso a la Internet (incluyendo las redes sociales), el ciudadano de a
pie tiene una poderosa herramienta, para bien o para mal, como el libre
albedrío, para empoderarse como nunca antes en su historia como bípedo
racional.
Hay arrogantes, soberbios del conocimiento,
"doctos-eruditos" de la vieja escuela que buscan imponer sus
'verdades sociopolíticas' obviando aquella frase de Marco Aurelio que reza:
«Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una
perspectiva, no la verdad». A esos sabelotodo podemos guiarlos con unas
palabras: La falibilidad de los seres humanos implica que no pueden obtener
certezas absolutas salvo casos triviales donde una afirmación es cierta por
definición.
La escurridiza última verdad que erróneamente creemos
poder alcanzar con los sentidos y la razón en esta vida, quizá, probablemente,
en el misterio de la muerte puede que se encuentre.
Cada quien tiene su propia versión de como su buena
fe, ingenuidad, desconocimiento o imprudencia, da cabida a hábiles del provecho
para quitarle lo suyo... y no solamente lo material. Lo más patético es cuando
esto se hace a poblaciones y naciones enteras, como sucede con los impuestos,
por ejemplo.
Usted tributa a favor de los ricos, por un lado, y a
favor de ladrones públicos, por el otro. Aquí no se aplica aquello de: "¡A
coger a otro de pendejo!" Los tributarios cabemos todos en el mismo cajón.
Una de las pendejadas mayores es tan simple como saber
que de un conflicto en Europa, que desencadene en una guerra nuclear, lo cual
no es enteramente imposible, nos tocará a todos un pedazo del pastel
radioactivo o hasta un "invierno nuclear".
Sería el escenario extremo, pero,
en lo que alcanzamos esa meta, pues parecería que la especie humana lo desea,
tenemos, sumado a una pandemia histórica, precios exorbitantes de las materias
primas, los fletes marítimos, el petróleo y el gas.
Las guerras eternas:
https://diariojudio.com/opinion/shalom-shalam/362620/
¿Quiénes se benefician de ello y de la espiral
inflacionaria resultante? Como técnica de investigación criminal, para resolver
un crimen hay que analizar el motivo. El gran capital internacional, titiritero
de gobiernos, ejércitos, fuerzas policiales y judiciales, bancos, congresos
legislativos, etc., podría ser... De hecho, los congresales son peones claves
para legitimar lo ilegítimo. Una vez "legal" ya es concretamente
posible: cogernos de pendejos.
Fidel Castro advirtió en un discurso: "Cuando
surgieron los medios masivos de comunicación se apoderaron de las mentes y
gobernaban no solo de mentiras sino de reflejo condicionado. No es lo mismo la
mentira que un reflejo condicionado. La mentira afecta el conocimiento. El
reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar. Y no es lo mismo estar
desinformado que haber perdido la capacidad de pensar".
Al general Augusto Pinochet le gustaba un proverbio de
Antonio Machado, con un evidente contenido filosófico: «El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve». O sea, lo esencial del ojo es ver,
no ser visto. El ser no es porque sea captado: es en sí mismo. Su existencia es
independiente de quien lo pueda percibir.
Entonces, para pensar... el pendejo, ¿nace con esa
tacha o evoluciona a ese nivel?
Los ladrones públicos (no les gusta que les llamen de
esa forma) son aquellos, civiles o militares, que succionan del erario, vía
salarios y privilegios excesivos de manera "legal", pues los mismos
han sigo legalizados por el sistema que responde a los dueños del gran capital.
En ese grupo también están empresarios que, como
sabemos los pendejos (aunque finjamos no saberlo), estructuran negocios y
despojos contra los intereses y patrimonios del Estado y todo esto, de nuevo:
"legalmente". Hay de todo en estos litorales, desde empresarios/políticos
hasta políticos/empresarios, que no es lo mismo ni es igual, pero ambos
coinciden en un objetivo primario: Robar, que constituye la especie más grave
de los delitos contra la propiedad, pública o privada.
La definición de pendejo es, en dominicano llano: un
tonto, pasmado, cobarde, pusilánime o, sencillamente, estúpido. Este siempre
cree "que no es pendejo". También es común el oportunista que
"se hace el pendejo" y tiende a defender, o ser indiferente, a lo mal
hecho.
Héctor Barnés nos aporta un buen artículo del cual
extraemos la ley número cinco de «Las cinco leyes de la estupidez», de Cipolla:
“Una persona estúpida es lo más peligroso. Es más peligrosa que un bandido”.
Y continúa: “Después de la actuación de un bandido
perfecto, este obtiene un beneficio que es exactamente igual a lo que ha
perdido la otra persona. La sociedad en su conjunto no sale perdiendo ni
ganando. Si todos los miembros fuesen bandidos perfectos, la sociedad
permanecería igual y no había grandes problemas. La diferencia es que los
estúpidos no ocasionan ese equilibrio en la sociedad: simplemente, la hacen
peor".
Aún más: "La gran pregunta por lo tanto, es si de
verdad es preferible una sociedad de bandidos a una de estúpidos. Es lo que se
deduce de la (irónica) teoría de Cipolla, con todo lo que ello implica. ¿Es
mejor una sociedad donde todo el mundo se robe mutuamente, porque ello causaría
un nuevo equilibrio? ¿Se produciría un estado de homeostasis en el que,
finalmente, nadie saliese ni ganando ni perdiendo?"
El incauto también se divide en dos clases: El incauto
inteligente (o tonto útil) es aquel cuya pérdida propia es inferior al
beneficio ajeno. El incauto estúpido es aquel cuya pérdida propia es superior a
la ganancia que otros obtienen de él.
Ver:
https://www.filco.es/las-5-leyes-la-estupidez-humana/
A veces los pendejos reaccionamos y publicamos en las
redes algo como: "Sr. Presidente, Usted habló de esfuerzo patriótico.
Empiece entonces eliminando las jubilaciones de privilegio de diputados,
senadores, exministros y demás avivatos. Piense en la vida que llevan después
de dejar la función, habiendo "trabajado" y aportado tan poco. Es un
insulto a la sociedad. Eso es un cáncer social. Todo el que trabaja por cuatro
años en el Estado en una posición de dirección en adelante se cree merecedor a
recibir una pensión vitalicia. Si un día se hiciera una lista de los que se han
beneficiado y se benefician sin trabajar a costa del resto de los ciudadanos se
generaría un escándalo".
Propuesta: Indígnese. Ya a usted le robaron buena
parte de su pasado y su presente, y a sus hijos, casi el futuro. Ya indignado
usted sabrá lo que debe hacer y lo que no debe hacer.
Concluimos con Voltaire: «La idiotez es una enfermedad
extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás».
Por AGUSTÍN
PEROZO BARINAS
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