ANTE CERCA DE 10,000 FIELES Y PEREGRINOS EN VÍA CRUCIS, EL PAPA FRANCISCO HACE FERVIENTE LLAMADO: "DONDE HAYA ODIO, FLOREZCA LA CONCORDIA"
CIUDAD DEL VATICANO (16 Abril 2022).- En un ambiente de profundo recogimiento, el Santo Padre presidió el pío ejercicio del Vía Crucis en el Coliseo de Roma. En una Semana Santa especial, de “vuelta a la normalidad”, el evento regresó a su lugar tradicional, luego de la emergencia sanitaria del Coronavirus. Un “abrazo de paz” en tiempos de guerra.
Una noche que quedará sellada en la memoria y el
corazón de todos. Casi dos años después de aquel 19 de abril de 2019, este
Viernes Santo, 15 de abril de 2022, el Vía Crucis volvió a celebrarse en el
Coliseo de Roma. En 2020 y 2021, años signados por la pandemia del COVID-19, la
célebre cita del segundo día del Triduo Pascual debió trasladarse a la Plaza de
San Pedro y realizarse sin presencia de fieles a causa de las medidas
restrictivas.
Cerca de 10.000 fieles y peregrinos -según la Questura
de Roma- se congregaron en el Coliseo para acompañar al Papa Francisco en el
conmovedor momento de oración y otros tantos se conectaron a la transmisión en
directo a través de los medios y las redes sociales.
En el Año de la Familia “Amoris Laetitia” las
meditaciones fueron confiadas por el Santo Padre a familias que han vivido
experiencias distintas, estas narran escenas de la vida cotidiana, con sus
dificultades, alegrías, esperanzas. Teniendo en cuenta la dolorosa situación en
Ucrania, las reflexiones también cuentan las dificultades de los inmigrantes en
los países de acogida.
Los textos fueron escritos por un joven matrimonio
(estación I), una familia en misión (estación II), una pareja de ancianos sin
hijos (estación III), una familia numerosa (estación IV), una familia con un
hijo discapacitado (estación V), una familia que dirige un hogar- familia
(estación VI), una familia con un padre enfermo (VII), una pareja de abuelos
(VIII), una familia adoptiva (IX), una viuda con hijos (X), una familia con un
hijo consagrado (XI), una familia que ha perdido una hija (XII), una familia
ucraniana y otra rusa (XIII) y una familia de emigrantes (XIV).
“El dolor nos ha cambiado”
En la VI estación, preparada por una familia que
coordina un centro de acogida, se da cuenta que su casa “es grande, no solo en
términos de espacio, sino sobre todo por la riqueza humana que allí habita”.
Nunca, desde el comienzo del matrimonio -relatan-
fuimos solo dos. Confiesan que su vocación de acoger el dolor “fue y sigue
siendo aún ahora -con 42 años de matrimonio, tres hijos naturales, nueve nietos
y cinco hijos adoptivos no autosuficientes y con graves dificultades psíquicas-
todo lo contrario a triste”.
No merecemos -dicen- que la vida nos bendiga tanto.
“Para el que cree que no es humano dejar solo al que sufre, el Espíritu Santo
mueve en el interior la voluntad de actuar y de no permanecer indiferentes,
ajenos”, indican.
El dolor los ha hecho volver a lo esencial, “ordena
las prioridades de la vida y devuelve la sencillez de la dignidad humana en
cuanto tal”. Para esta pareja, “en la ‘vía dolorosa’ de tantos flagelos y
crucificados, junto a ellos, bajo el peso de sus cruces, descubrimos que el
verdadero rey es aquel que se entrega y se da como alimento, en alma y cuerpo”.
Oración en silencio por la paz en el mundo
En la meditación de las XIII Estación del Vía Crucis
se realizó una pausa de silencio orante por la paz en el mundo: "Ante la
muerte, el silencio es más elocuente que las palabras. Hagamos, pues, una pausa
en el silencio orante y recemos cada en nuestro corazón por la paz en el
mundo".
“Tómanos de la mano como un Padre”
Al final, el Papa Francisco pronunció una potente
oración, que compartimos a continuación:
Padre misericordioso,
que haces salir el sol sobre buenos y malos,
no abandones la obra de tus manos,
por la que no dudaste
en entregar a tu único Hijo,
que nació de la Virgen,
fue crucificado bajo Poncio Pilato,
murió y fue sepultado en las entrañas de la tierra,
resucitó de entre los muertos al tercer día,
se apareció a María Magdalena,
a Pedro, a los demás apóstoles y discípulos,
y siempre está vivo en la santa Iglesia,
que es su Cuerpo viviente en el mundo.
Mantén encendida en nuestras familias
la lámpara del Evangelio,
que ilumina alegrías y dolores,
cansancios y esperanzas;
que cada casa refleje el rostro de la Iglesia,
cuya ley suprema es el amor.
Por la efusión de tu Espíritu,
ayúdanos a despojarnos del hombre viejo,
corrompido por pasiones engañosas,
y revístenos
del hombre nuevo,
creado según la justicia y la santidad.
Tómanos de la mano, como un Padre,
para que no nos alejemos de Ti;
convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón,
para que aprendamos a seguir proyectos de paz;
haz que los adversarios se den la mano,
para que gusten del perdón recíproco;
desarma la mano alzada del hermano contra el hermano,
para que donde haya odio florezca la concordia.
Haz que no nos comportemos como enemigos de la cruz de
Cristo,
para que participemos en la gloria de su resurrección.
Él, que vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Por SEBASTIÁN
SANSÓN FERRARI/Vatican News
No hay comentarios.: