¡DEJÉMONOS VENCER POR LA PAZ DE CRISTO! LA PAZ ES POSIBLE PROCLAMA EL PAPA FRANCISCO EN MENSAJE DE PASCUA
CIUDAD DEL VATICANO (17 Abril 2022).- Dirigiéndose al mundo entero en su tradicional Mensaje de Pascua, Francisco recordó la guerra en Ucrania, a los países atormentados por largos conflictos y violencia y afectados por tensiones sociales y dramáticas crisis humanitarias. "Que Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que han visto empeorar sus condiciones sociales".
“Queridos
hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua! Jesús, el Crucificado, ha resucitado”. Fue
el saludo del Papa Francisco a los fieles del mundo entero y a los presentes
congregados en una soleada plaza de San Pedro, que participaron hoy en la Misa
de Resurrección.
Francisco presidió la celebración ante unos 100 mil
fieles presentes, tras una pausa de dos años debido a la pandemia, en una
coloreada plaza de San Pedro decorada con cientos de arreglos florales y
adornos. Finalizada la Santa Misa, dirigió el Mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad
de Roma y al mundo entero) e impartió su Bendición Apostólica desde el Balcón
central de la Basílica Vaticana.
«¡La
paz esté con ustedes!»
El Obispo de Roma, remitiéndose al Evangelio de Juan,
repitió las palabras pronunciadas por Jesús al presentarse ante “las miradas
incrédulas” de los discípulos que lloraban por él y evidenció:
“También nuestras miradas son incrédulas en esta
Pascua de guerra. Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia. También
nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia, mientras tantos de nuestros
hermanos y hermanas tuvieron que esconderse para defenderse de las bombas”
También a nosotros, afirmó Francisco, “nos cuesta
creer que Jesús verdaderamente haya resucitado, que verdaderamente haya vencido
a la muerte. ¿Será tal vez una ilusión, un fruto de nuestra imaginación? No, no
es una ilusión”. “¡Cristo ha resucitado!”, afirmó.
“Hoy más que nunca tenemos necesidad de Él, al final
de una Cuaresma que parece no querer terminar. Parecía que había llegado el
momento de salir juntos del túnel, tomados de la mano, reuniendo fuerzas y
recursos. Y en cambio, estamos demostrando que tenemos todavía en nosotros el
espíritu de Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival, y
piensa en cómo eliminarlo”
La
paz se logra con las armas del amor de Jesús
Para creer en la victoria del amor y en la
reconciliación, necesitamos a Jesús Resucitado, añadió el Papa. “Sólo Él puede hacerlo. Sólo Él tiene hoy el
derecho de anunciarnos la paz. Sólo Jesús, porque lleva las heridas, nuestras
heridas”. Y explicó:
“Las heridas en el Cuerpo de Jesús resucitado son el
signo de la lucha que Él combatió y venció por nosotros con las armas del amor,
para que nosotros pudiéramos tener paz, estar en paz, vivir en paz. Mirando sus
llagas gloriosas, nuestros ojos incrédulos se abren, nuestros corazones
endurecidos se liberan y dejan entrar el anuncio pascual: «¡La paz esté con
ustedes!»”
Que
se elija la paz de Cristo
“¡Dejemos entrar la paz de Cristo en nuestras vidas,
en nuestras casas y en nuestros países!” exhortó el Santo Padre, dirigiendo,
como de costumbre, su mirada a todas las realidades del mundo necesitadas de
esta paz de Jesús. En primer lugar, Francisco recordó a la “martirizada
Ucrania”, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la “guerra
cruel e insensata”, dirigiendo un fuerte llamamiento a los responsables de las
naciones para que escuchen el grito de paz de la gente:
“Que se elija la paz. Que se dejen de hacer
demostraciones de fuerza mientras la gente sufre. Por favor, no nos
acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz
potente, desde los balcones y en las calles. Que los responsables de las
naciones escuchen el grito de paz de la gente, que escuchen esa inquietante
pregunta que se hicieron los científicos hace casi sesenta años: «¿Vamos a
poner fin a la raza humana; o deberá renunciar la humanidad a la guerra?»”
“Llevo en el corazón a las numerosas víctimas
ucranianas” aseguró el Santo Padre, “los millones de refugiados y desplazados
internos, a las familias divididas, a los ancianos que se han quedado solos, a
las vidas destrozadas y a las ciudades arrasadas”. Y mencionando el sufrimiento de los niños
ucranianos que “se quedaron huérfanos y huyen de la guerra” el Papa recordó
también de manera especial a muchos otros que mueren de hambre o por falta de
atención médica, son víctimas de abusos y violencia, “y aquellos a los que se
les ha negado el derecho a nacer”.
Los
signos esperanzadores no obstante la guerra
A pesar del dolor de la guerra, Francisco evidenció
que no faltan “signos esperanzadores, como las puertas abiertas de tantas
familias y comunidades que acogen a migrantes y refugiados en toda Europa”.
“Que estos numerosos actos de caridad sean una
bendición para nuestras sociedades, a menudo degradadas por tanto egoísmo e
individualismo, y ayuden a hacerlas acogedoras para todos.”
No
olvidar otras situaciones de sufrimiento
El Papa pidió que haya paz en Oriente Medio, “lacerado
desde hace años por divisiones y conflictos”, en particular, entre israelíes y
palestinos, en el Líbano, Siria e Irak. Pidió también paz para Libia y Yemen,
Myanmar y Afganistán. Paz para todo el continente africano, especialmente en la
zona del Sahel, en Etiopía y en la República Democrática del Congo. Y que no
falten la oración y la solidaridad para los habitantes de la parte oriental de
Sudáfrica afectados por graves inundaciones.
Dirigiendo su mirada al continente americano, el
Pontífice pidió que “Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de
América Latina que, en estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar,
en algunos casos, sus condiciones sociales, agravadas también por casos de
criminalidad, violencia, corrupción y narcotráfico”. También recordó a Canadá, pidiendo al Señor
Resucitado que “acompañe el camino de reconciliación que está siguiendo la
Iglesia Católica canadiense con los pueblos indígenas”.
Finalmente, recordó que “toda guerra trae consigo
consecuencias que afectan a la humanidad entera: desde los lutos y el drama de
los refugiados, a la crisis económica y alimentaria de la que ya se están
viendo señales”. Sin embargo, subrayó el Papa, ante los signos persistentes de
la guerra, Cristo, “vencedor del pecado, del miedo y de la muerte”, nos exhorta
a no rendirnos frente al mal y a la violencia” y exhortó:
“¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es
posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!”
Por CECILIA
MUTUAL/Vatican News
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