AVATAR EN SU SEGUNDA PARTE DEFINIRÁ EL FUTURO INCIERTO DEL 3D, FILME PODRÁ VERSE SIN GAFAS
LA HABANA (16 Mayo 2022).- El futuro incierto del 3D tendrá un momento decisivo a finales de diciembre de este año cuando se estrene la segunda parte de Avatar (James Cameron), un filme que podrá verse sin gafas, gracias a una producción multimillonaria, obligada, por ende, a poner por los cielos el precio de las entradas a los cines.
Estrenado en 2009, el primer Avatar se convirtió
durante años en el filme más taquillero de todos los tiempos, no obstante
presentar una historia bastante simplista y reiterativa. La crítica se mostró
tibia al juzgar su argumento, pero no escatimó palabras para alabar la
tecnología y los impresionantes efectos especiales, razón fundamental para que
los cines se desbordaran y comenzara a hablarse del resurgimiento del 3D como
el gran salvador de la industria cinematográfica que, por entonces, daba
señales de no vivir su mejor momento.
Hasta producciones que habían comenzado a ser filmadas
de manera convencional se detuvieron para adaptarse a los requisitos de 3D, y
muchos cines reacondicionaron sus salas
dispuestos a entrar de lleno en lo que se vislumbraba como una nueva quimera
del oro.
Diez años
después, cuando Avatar anuncia su esperada segunda parte, el panorama del 3D se
muestra desolador, y del otrora denominado «gran espectáculo» apenas se habla.
Las causas son varias, y entre ellas se destacan los altos costos de producción
(lo que incrementa el precio de la taquilla), un espectador cansado de ponerse
molestas gafas y unas imágenes que, si bien destacan los efectos de la tercera
dimensión con una visualidad impresionante, suelen resultar oscuras, salvo
algunas excepciones, lo que hizo que el público siguiera prefiriendo una
visualidad clara y brillante.
Y lo más importante: los argumentos de los filmes en
3D suelen ser flojos, flojísimos, porque si en un principio se pensó que el
nuevo formato sería beneficioso para una narrativa que supiera aprovecharlos,
la vida demostró que la mayor parte de lo estudios resaltaron los aspectos más
espectaculares de la tecnología por encima de la solidez de sus historias.
En 2010, en
ocasión del estreno de Avatar, escribí en estas mismas páginas: «¿Pero será ese
el cine que se nos venga encima en cantidades abrumadoras por parte de una industria que desde siempre defendió el
concepto de que “hacer películas” es negocio, espectáculo, taquillas
reventadas, dinero, mucho dinero… y después todo lo que se quiera, incluido el
arte?».
Ahora, cuando
casi está firmada la jubilación del 3D –técnica que ya en el siglo XIX mostró
sus primeros experimentos, y años más tarde sus reiterados fracasos– cabe preguntarse hasta qué punto será capaz Avatar:
El sentido del agua, la segunda parte de James Cameron, de revitalizar un
espectáculo que, no obstante, la publicidad derrochada, parece predestinado a
brillar por varias noches, antes de trazarle el rumbo a un nuevo olvido.
Por ROLANDO PÉREZ BETHANCOURT/Grannma
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