EL PAPA LLAMA A INTERCEDER POR LAS ESPERANZAS, LOS SUFRIMIENTOS DEL MUNDO Y POR LA PAZ
CIUDAD DEL VATICANO (29 Mayo 2022).- En su diálogo ideal con los fieles reunidos este mediodía en la Plaza de San Pedro, para rezar el Regina Coeli, el Papa invitó a reflexionar sobre el don del Espíritu recibido de Jesús para ser testigos del Evangelio. Con nuestra oración podemos interceder por “las esperanzas y los sufrimientos” del mundo y “por la paz”. “Bendigamos con la mirada y palabras a quienes encontramos cada día”, dijo, y oremos a la Virgen que siempre intercede por nosotros.
Antes de rezar la oración mariana del Regina Coeli
este mediodía, con los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de
San Pedro, el Papa Francisco comenzó recordando que hoy en Italia y en muchos
países se celebra la Ascensión del Señor, es decir, su regreso al Padre. Y al
comentar el Evangelios propuesto por la liturgia del día, que corresponde a San
Lucas, se refirió a la última aparición del Resucitado a los discípulos.
“La
vida terrenal de Jesús culmina precisamente con la Ascensión, que también
profesamos en el Credo”
Como suele hacer, el Obispo de Roma, se preguntó “¿qué
significa este acontecimiento? ¿Cómo debemos entenderlo?”. Y para responder a
esta pregunta, invitó a detenerse en dos acciones que Jesús realizó “antes de
subir al cielo: primero anuncia el don del Espíritu y luego bendice a los
discípulos”.
El
Señor no nos deja solos
Francisco afirmó que el Señor “sube al cielo, pero no
nos deja solos”. Al contrario, dijo,
“precisamente al ascender al Padre asegura la efusión de su Espíritu”. Y
recordó que en otra ocasión Jesús había hablado de la conveniencia de irse,
“porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes". De ahí la
afirmación del Papa:
“El amor de Jesús por nosotros también se puede ver en
esto: la suya es una presencia que no quiere restringir nuestra libertad. Al
contrario, nos hace un espacio, porque el verdadero amor siempre genera una
cercanía que no aplasta, sino que nos hace protagonistas”
Por eta razón, prosiguió diciendo el Santo Padre, “al
subir al cielo, Jesús, en lugar de permanecer cerca de unos pocos con su
cuerpo, se hace cercano a todos con su Espíritu”. Y el Espíritu Santo “hace
presente a Jesús en nosotros, más allá de las barreras del tiempo y del
espacio, para que seamos sus testigos en el mundo”.
Un
gesto sacerdotal
De la segunda acción del Señor, el Papa dijo que
levantó las manos para bendecir a los apóstoles, con “un gesto sacerdotal”,
puesto que “Dios, desde los tiempos de Aarón, había confiado a los sacerdotes
la tarea de bendecir al pueblo”. De manera que, explicó Francisco, “el
Evangelio quiere decirnos que Jesús es el gran sacerdote de nuestra vida”, que
“sube al Padre para interceder por nosotros, para presentarle nuestra
humanidad”.
“Así, ante los ojos del Padre, están y estarán
siempre, con la humanidad de Jesús, nuestras vidas, nuestras esperanzas,
nuestras heridas. Así, al hacer su ‘éxodo’ al cielo, Cristo ’nos abre camino’,
va a preparar un lugar para nosotros y, desde ahora, intercede por nosotros,
para que siempre estemos acompañados y bendecidos por el Padre”
Antes de rezar a la Madre de Dios el Obispo de Roma
invitó a todos los hermanos y hermanas a pensar hoy en “el don del Espíritu que
hemos recibido de Jesús para ser testigos del Evangelio”. Y preguntémonos,
dijo, “si realmente lo somos; y también si somos capaces de amar a los demás,
dejándolos libres y dejándoles espacio”. Y luego, prosiguió, preguntémonos:
“¿Sabemos hacernos intercesores por los demás, es
decir, sabemos rezar por ellos y bendecir sus vidas? ¿O servimos a los demás
por nuestros propios intereses?”
La
oración de intercesión
Aprendamos esto, concluyó el Papa: “La oración de
intercesión, intercediendo por las esperanzas y los sufrimientos del mundo, por
la paz. Y bendigamos con la mirada y palabras a quienes encontramos cada día”.
E invitó a rezar “a la Virgen, la bendita entre las mujeres, que, llena del
Espíritu Santo, siempre reza e intercede por nosotros”.
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