TOKIO (21 Junio 2022).- Los organizadores de las Olimpíadas de Tokio, demoradas por la pandemia de coronavirus, calculan que el costo final de los juegos será de 1.42 billones de yenes, casi el doble de lo pronosticado cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) les otorgó la sede en 2013.
Los funcionarios olímpicos de Tokio, reunidos hoy
antes de la disolución del organismo a fin de mes, debían dar el detalle de las
cifras finales, incrementadas por la pandemia, pero que alcanzaron alturas
récord mucho antes.
El cálculo de los costos resulta difícil debido a
fluctuaciones recientes de la tasa de cambio entre el dólar y la moneda
japonesa. Cuando se iniciaron los juegos hace un año, un dólar equivalía a 100
yenes. Ayer, un dólar equivalía a 135 yenes, el nivel más alto de la moneda
estadounidense frente al yen en 25 años.
Victor Matheson, economista deportivo del College of
the Holy Cross y autor de numerosos trabajos sobre los Juegos Olímpicos,
escribió en un correo electrónico a la The Associated Press que la mayor parte
de “los gastos e ingresos son en yenes, de manera que el hecho de que la tasa
de cambio altere las cifras en dólares no afecta la ‘sensación’ que tienen los
organizadores acerca del evento.
En el período previo a los Juegos de Tokio, los
organizadores solían utilizar la tasa de cambio de 107. En tal caso, 1.42
billones de yenes equivaldrían a 13,330 millones de dólares como precio final.
Matheson y Robert Baade investigaron los costos y
beneficios de los Juegos Olímpicos para un trabajo titulado “Going for Gold:
The Economics of the Olympics”.
Escriben que “la conclusión determinante es que en la
mayoría de los casos las Olimpíadas son un negocio que genera pérdidas a las
ciudades sede; solo rinden beneficios netos bajo circunstancias muy específicas
e inusuales”.
Medir los costos olímpicos con exactitud —quién paga,
quién se beneficia y qué gastos son o no son de los Juegos— es un laberinto
móvil.
Los organizadores calcularon que los costos oficiales
al finalizar los Juegos hace un año eran de 15,400 millones de dólares.
Cuatro meses después, dijeron que la cifra había caído
a 13,600 millones de dólares. El ahorro se debió, según ellos, a que la
ausencia de público redujo los costos de seguridad, mantenimiento de las arenas
y otros.
Pero los organizadores perdieron al menos 800 millones
de dólares de ingresos al no vender entradas, una cifra que debió cubrir el
gobierno metropolitano de Tokio.
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