"EL FINAL DE LA VIDA DEBE SER UN FINAL DE VIDA DE DISCÍPULOS", AFIRMA EL PAPA FRANCISCO
CIUDAD DEL VATICANO (22 Junio 2022).- La sabiduría de los ancianos, afirmó el Papa en su catequesis, reside en el aprender a despedirse “bien” y "siempre siguiendo a Jesús": "a pie, corriendo, lentamente, en silla de ruedas, ¡siempre!".
Con la enfermedad y la vejez crece la dependencia de los demás, pero también “madura la fe" y "brota esa riqueza de la fe bien vivida en el camino de la vida”. Es hermoso cuando un anciano puede decir esto: "He vivido la vida, he sido un pecador, pero también hecho el bien".
“Siempre seguir a Jesús, a pie, corriendo, lentamente,
en silla de ruedas, pero siempre seguirlo”. El Papa Francisco, este miércoles
21 de junio en su catequesis sobre la vejez, lo recomendó a cada uno de
nosotros, incluyéndose él mismo. Su reflexión se centró en el diálogo entre
Jesús resucitado y Pedro al finalizar el Evangelio de Juan (21,15-23). Un
diálogo conmovedor - afirmó el Santo Padre- en el que se refleja todo el amor
de Jesús por sus discípulos, y también la sublime humanidad de su relación con
ellos, en particular con Pedro: una relación tierna, pero no simple, directa,
fuerte, libre, abierta.
Una relación de hombres y en la verdad.
¿Cómo
es nuestra relación con Jesús?
La pregunta arriba escrita propuesta por el Papa
Francisco a los fieles, es parte de una serie de preguntas que presentó a
partir de la relación del Maestro con los discípulos: Jesús mantenía con ellos
un estilo abierto, franco, directo y “humanamente real”. El “Verbo de Dios
hecho hombre”, dijo el Santo Padre, “se comporta como hombre”, “nos habla como
hombre”, como “Dios-hombre”. Y lo hace con ternura, con amistad y cercanía:
Jesús no es como esa imagen “azucarada” de las
estampitas, no: Jesús está a la mano, está cerca nuestro.
A
pie, corriendo, lentamente, en silla de ruedas, ¡siempre seguir de Jesús!
“Así como en la vida, también en la muerte debemos dar
testimonio de discípulos de Jesús”. Recordando estas palabras de San Ignacio de
Loyola, el Papa afirmó que “el final de la vida debe ser un final de vida de
discípulos”. Lo dijo pensando el momento en que Jesús advierte a Pedro sobre la
autosuficiencia en la juventud y la dependencia en la vejez (Jn 21, 18). El
seguimiento de Jesús debe “aprender”, tal como enseña el Evangelio, a “dejarse
instruir y plasmar” por la fragilidad, la impotencia, la dependencia de los
demás “incluso en el vestirse, en el caminar”, añadió el Papa, recordando
también lo que pide Jesús: "Tú sígueme”.
La vida es así: con la vejez te vienen todas estas
enfermedades y debemos aceptarlas como vienen ¿no? ¡No tenemos la fuerza de los
jóvenes! Y tu testimonio también irá acompañado de esta debilidad. […] El
seguimiento de Jesús va siempre adelante, con buena salud, con no buena salud,
autosuficiente, no autosuficiente físicamente, pero el seguimiento de Jesús es
importante: siempre seguir a Jesús, a pie, corriendo, lentamente, en silla de
ruedas, pero siempre seguirlo.
«Señor,
tú sabes que te quiero»
El coloquio entre Jesús y Pedro “contiene una
enseñanza valiosa” para todos los discípulos, para todos nosotros los
creyentes, “y también para todos los ancianos”, destacó el Santo Padre, porque
"con la enfermedad y la vejez", “ya no somos tan autosuficientes”:
crece la dependencia, pero ahí también “madura la fe, ahí también está Jesús
con nosotros, ahí también brota esa riqueza de la fe bien vivida en el camino
de la vida”. Es hermoso, para el Papa, seguir a Jesús “llenos de vida”, como
esos ancianos con “los ojos brillantes” que “te hablan más que las palabras”, y
que son “el testimonio de una vida”.
Esto es hermoso, debemos mantenerlo hasta el final.
No
es fácil alejarse del protagonismo
Las preguntas que propuso el Papa para reflexionar a
continuación fueron: “¿disponemos de una espiritualidad realmente capaz de
interpretar la época - hoy en día larga y extendida - de este tiempo de nuestra
debilidad confiada a los demás, más que al poder de nuestra autonomía? ¿Cómo
permanecer fieles a la secuela vivida, al amor prometido, a la justicia buscada
en el tiempo de nuestra capacidad de iniciativa, en el tiempo de la fragilidad,
en el tiempo de la dependencia, en el tiempo de alejarse del protagonismo de
nuestra vida?”
En esta estación de la vida no es fácil, constató,
“alejarse del ser protagonista”. De hecho, la vejez es “un tiempo de prueba,
que comienza con esa tentación del conservar el protagonismo”. Es necesario
aceptar, en cambio, que la vejez “te abaja como protagonista”, “pero que
tendrás – animó el Santo Padre dirigiéndose directamente a los ancianos - otra
forma de expresarte, otra forma de participar en la familia, en la sociedad, en
el grupo de amigos”.
Presta
atención a tu vida
Otra enseñanza de este diálogo franco y sincero entre
Jesús y Pedro es la que sigue a “la curiosidad que le viene a Pedro”, que
pregunta haciendo referencia a Juan: «Señor, ¿y qué será de este?». La
respuesta de Jesús, dijo el Papa, “es franca e incluso áspera”: «¿Qué te
importa? Tú sígueme».
“Tú, - amplió Francisco para explicar – presta
atención a tu vida, a tu situación actual y no metas la nariz en la vida de los
demás”. “Tú sígueme”, dice Jesús. Es eso lo “importante”: seguir a Jesús en la
vida y en la muerte, en la salud y en la enfermedad, en la vida cuando es
próspera con tantos éxitos y en la vida también difícil, con tantos malos
momentos de caídas. «¿Qué te importa? Tú sígueme».
Cuando queremos meternos en la vida de los demás,
Jesús nos responde: "¿Qué te importa? Tú sígueme". Hermoso. Los
ancianos no deberíamos tener envidia de los jóvenes que toman su camino, que
ocupan nuestro lugar, que duran más que nosotros.
Aprender
a despedirse
La sabiduría de los mayores, afirmó el Papa, reside en
el aprender a despedirse “bien”, “atentamente”, “con la sonrisa”. Es hermoso –
añadió - cuando un anciano puede decir esto:
'He vivido la vida, esta es mi familia; he vivido la
vida, he sido un pecador, pero también he hecho el bien'.
Finalizando la catequesis, una vez más el Obispo de
Roma pidió “mirar a los ancianos” y ayudarles “para que puedan vivir y expresar
su sabiduría de vida”. Para que puedan darnos lo que es bello y bueno en ellos.
“Mirémoslos, escuchémoslos”, exhortó. Y concluyó:
Y nosotros, los ancianos, miremos a los jóvenes, y siempre
una sonrisa a los jóvenes: ellos seguirán el camino, llevarán adelante lo que
hemos sembrado, incluso lo que no hemos sembrado porque no hemos tenido el
valor o la oportunidad: ellos lo llevarán adelante. […] Un anciano no puede ser
feliz sin mirar a los jóvenes y los jóvenes no pueden seguir en la vida sin
mirar a los ancianos.
Al final de la audiencia, el pensamiento del Papa en
los afectados por el terremoto en Afganistán, y, por supuesto en Ucrania: “no
perdamos la memoria del sufrimiento de este pueblo martirizado”, pidió.
Consternación también del Sumo Pontífice por la violencia en México, y dolor
por el asesinato de dos religiosos jesuitas, sus hermanos, y de un laico: la
violencia nunca resuelve los problemas, sino que aumenta los sufrimientos
innecesarios, dijo.
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