RAFA NADAL BARRE A CASPER RUUD Y CONQUISTA SU DÉCIMOCUARTO ROLAND GARROS Y VIGÉSIMOSEGUNDO GRAND SLAM
PARÍS, Francia (5 Junio 2022).- París aclamó como nunca a Rafael Nadal, ya su más viejo campeón. Reservada durante muchos años, cuando no hostil, la afición local homenajeó al español en la conquista de su decimocuarta copa, que hizo suya al imponerse a Casper Ruud por 6-3, 6-3 y 6-0, en dos horas y 18 minutos.
Se trata también de su vigesimosegundo título del
Grand Slam, tras ganar a principios de curso el Abierto de Australia. Nadal,
que nunca había logrado llevarse en el mismo curso los dos primeros majors del
calendario, ya cuenta con dos grandes de ventaja con respecto a Novak Djokovic
y Roger Federer.
El triunfo acaece en circunstancias delicadas para él,
tal vez, por edad y por el carácter de su lesión, en las más críticas de su
carrera. Nadal se redime en su tierra bendita, convirtiéndose en el tercer
jugador de la historia que se lleva un torneo de este peso tras desembarazarse
de tres top 10, algo que solo habían logrado Mats Wilander, en estas mismas
pistas, en 1982, y Roger Federer, en el Abierto de Australia de 2017.
El camino no fue sencillo para el zurdo, que se
presentó en el torneo tras venir de Roma golpeado por la lesión crónica en su
pie izquierdo e impelido por el azar a viajar por el lado más duro del cuadro.
Ruud fue la última frontera, pero no la más dura, después de las dificultades
atravesadas sucesivamente ante Felix Auger-Aliassime, en octavos, Novak
Djokovic, en cuartos, y Alexander Zverev en semifinales.
Era una final pura de tierra batida, entre dos
especialistas en la superficie. Si bien Nadal ha ido evolucionando en su estilo
hasta convertirse en un jugador todo terreno, Ruud defiende los postulados
clásicos de la arcilla. No en vano, ha ganado siete de sus ocho títulos sobre
esa superficie, sin obviar la victoria en San Diego y la final de la pasada
primavera en Indian Wells. El noruego se ha abierto camino con éxitos en
torneos ATP 250, competiciones modestas donde su juego ha evidenciado la mayor
solvencia. Sin desmerecer su trayectoria en este Roland Garros, no hay que
olvidar que circulaba por la parte más débil de un cuadro que se le abrió tras
la eliminación de Stefanos Tsitsipas, subcampeón en 2021 y llamado a ser su
adversario en cuartos.
Al noruego, de 23 años, le llegó demasiado pronto una
oportunidad como ésta. Pulcro, aplicado en su juego, careció del colmillo
necesario para hacerle final a un adversario que se las sabe todas. No estuvo
cuando se le brindó el pasillo para volver de una temprana rotura y tampoco
cuando podía presumirse un punto de inflexión, con dos posibilidades de
escaparse 4-1 en el segundo parcial.
Trataba por todos los medios de proteger su revés,
objetivo prioritario de un Nadal que percutía una y otra vez sobre él y
encontraba la pista abierta en algunas de las ocasiones en las que el noruego
se desplazaba para impactar con la derecha invertida. Nervioso e impreciso,
Ruud desaprovechó la ocasión de igualar a dos tras haber perdido pronto su
servicio y quedó en un escenario incómodo para empezar: 4-1 abajo.
Es muy difícil ganar a Nadal jugando a lo mismo que
él. El manacorense acudió a su versión primigenia, a la del jugador que tiene
su campamento base en la línea de fondo y le basta con dirigir desde allí las
operaciones. Ruud, que no le exigía más, en ese escenario era carne cañón.
Estable, paciente en la construcción de los puntos y con buenas aptitudes en la
superficie, no tiene la pegada de Zverev, la calidad de Djokovic ni la
agresividad de Auger-Aliassime.
Ruud siguió el camino de los siete hombres que le precedieron
las 13 finales anteriores.
Esta fue una de las más sencillas para Nadal, que
llegó a golpear a Federer en 6-1, 6-3 y 6-0 en la de 2008.
Tampoco hubo piedad para el noruego, que ya sabe de
primera mano como se la gasta en su maestro.
Por JAVIER MARTÍNEZ/El Mundo
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