EN REPÚBLICA DOMINICANA, EL DAÑO AMBIENTAL CAUSADO POR EL TURISMO DE MASAS Y UNA TÍMIDA CONCIENCIA

PUNTA CANA, República Dominicana (27 Julio 2022).- Desde la terraza de la casa club con vista a la piscina y la playa virgen, Jake Kheel repasa las angustias del momento: el sargazo, esas algas pardas de las aguas del Caribe que los grupos hoteleros intentan detener en alta mar; la falta de agua en República Dominicana y eventualmente limitará el crecimiento del turismo; basureros y toneladas de basura diaria, que las autoridades públicas no pueden recoger; y este océano “que [lo] mantiene despierto por la noche” mientras las aguas cálidas y contaminadas traen implacablemente nuevos desafíos.

Jake Kheel dirige la Fundación Grupo Puntacana, llamada así por el imperio turístico fundado por su abuelo. Tiene poco de qué quejarse, pero algo de qué preocuparse. Punta Cana, una vez una jungla deshabitada en el extremo este de República Dominicana, se ha convertido en un ícono mundial del turismo de masas y el daño ambiental causado por su desarrollo anárquico.

Esta elegante estadounidense, licenciada en gestión ambiental, es descrita como una de las mentes responsables del turismo dominicano.

Al corregir los excesos del siglo pasado, quiere también preservar el futuro del grupo familiar. Pero su entorno inmediato resume las contradicciones de la misión.

Acceso al agua, por ejemplo. “Este es el principal problema, por la falta de infraestructura de tratamiento y de inversión por parte del gobierno”, lamenta Jake Kheel. Detrás de él, un campo de golf mantenido por riego automático continuo, donde dos amigos trabajan sus gestos en greens impecables.

El consumo de agua de los hoteles del grupo asciende a 17.000 metros cúbicos al día, de los cuales 10.000 son agua tratada.

Mientras la agricultura captura las cuatro quintas partes del maná restante, con un rendimiento particularmente bajo, el turismo ha jugado su papel en la degradación de este recurso: la contaminación generada por los residuos de la actividad turística, la deforestación y, ahora, la intrusión salina provocada por el bombeo de agua dulce de los hoteles al mar.

“Las sanciones no siempre siguen”

Varias regiones ya sufren escasez de agua, incluida la frontera con Haití, la zona más seca y pobre del país. Precisamente donde el gobierno proyecta el desarrollo turístico más importante desde el nacimiento de Punta Cana, en un ecosistema que, a juicio de especialistas, difícilmente soportará la llegada de decenas de miles de visitantes.

 

 

Por CLÉMENT GUILLOU/Le Monde

 

 

 

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