PATRIMONIO DEL CAIRO, DESAPARECEN CASAS FLOTANTES DEL RIO NILO
EL CAIRO (7 Julio 2022).- Con sus jardines verdes de un lado y agua del otro, eran una anomalía en una ciudad en medio del desierto.
Por décadas, las casas flotantes del Cairo ocuparon un
sector de la ciudad donde la propiedad se cotiza carísimo, ofreciendo a sus
ocupantes hermosas vistas del río Nilo, con sus taxis acuáticos, sus
pescadores, sus remeros y, ocasionalmente, familias de patos y gansos.
Pero todo esto llega a su fin: El gobierno ha decidido
retirar todas las casas flotantes del Nilo y ya quedan pocas. La capital pierde
así un componente tradicional que se remonta al 1800.
Ha habido muchas críticas a la iniciativa oficial, que
acaba no solo con las casas flotantes sino con todo un estilo de vida. Los
detractores de la campaña dicen que es parte de una serie de medidas pensadas
para promover el desarrollo tomadas por el gobierno de Abdel Fattah el-Sissi
que hacen peligrar la herencia cultural de la ciudad.
“No parecen entender que hay valores intangibles, el
valor de nuestra historia”, expresó Ahdaf Soueif, un renombrado novelista que
compró y renovó una casa flotante al regresar a Egipto desde el Reino Unido
hace 10 años.
Las casas flotantes están siendo retiradas, demolidas
o renovadas para desarrollar comercialmente la ribera del Nilo, según las
autoridades. No se han difundido detalles del plan. Proyectos de
infraestructura del gobierno de el-Sissi han generado críticas en los últimos
años de quienes dicen que se ignora el legado de la ciudad. Esos proyectos
afectan un viejo cementerio y jardines históricos, entre otras cosas.
A fines de junio, se dio a los residentes de al menos
30 casas flotantes un plazo de 20 días para que evacuasen sus viviendas, las
cuales se encontraban junto a dos barrios de gente humilde, Imbamba y Kit-Kat,
pero frente a la isla de Zamalek, donde viven personas ricas.
Las órdenes de desalojo fueron emitidas luego de años
de presiones para que sus residentes se fuesen, incluidos permisos para
permanecer allí cada vez más caros.
Poco después, a fines de junio, la mayoría de las
casas flotantes fueron desmanteladas por sus propietarios o retiradas por el
gobierno. Los desalojos continúan.
Soueif dijo que sus dos hijos hicieron las fiestas de
sus matrimonios en la casa flotante y que ella planeaba pasar el resto de su
vida en la vivienda sobre el Nilo. Esta semana, la familia vio como la casa se
alejaba flotando.
Soueif estaba pagando 72.000 libras egipcias (unos
3.800 dólares) por el derecho a atracar donde lo hacía. En el 2013 pagaba 160
libras.
Omar Robert Hamilton, uno de los hijos de Soueif, dijo
en las redes sociales que su madre y otros residentes dejaron de pagar esa
tarifa y demandaron al gobierno por los aumentos astronómicos que disponía. El
gobierno respondió con multas y exige a la familia Soueif que pague 900.000
libras, equivalentes a unos 48.000 dólares, en tarifas atrasadas.
Soueif pertenece a una prominente familia de
activistas opositores al gobierno. Su sobrino Alaa Abdel-Fattah, tal vez la
figura opositora más conocida de Egipto, fue encarcelado por el-Sissi. Ella
dice que la falta de transparencia en la toma de decisiones es sorprendente. Contó
que se enteró a través de una entrevista televisiva reciente que había sido el
cuerpo de ingenieros de las fuerzas armadas el que había decidido desalojar a
los residentes de las casas flotantes en el 2020.
El cuerpo de ingenieros es el que está detrás de
muchos proyectos viales y de otras grandes iniciativas, como la construcción de
una nueva capital administrativa en el desierto a las afueras del Cairo. No es
sencillo conseguir permisos para construcciones nuevas en el Cairo, una ciudad con
mucha historia bajo tierra. Soueif dice que no hay que sacrificar esa historia.
“Cuando tratas de transformar a Egipto en Dubái, la
devalúas”, sostuvo. “Destruyes un patrimonio que nadie tiene”.
Iklas Helmy, de 88 años, dueña de una casa rodante
azul, dice que no se imagina viviendo en otro sitio. Ella nació en esa casa.
Cuenta que trató de conseguir un nuevo permiso para
atracar y se le dijo que no podía ser renovado, que la orden venía de muy
arriba.
“¿Te llevas mi vida entera para construir un café?”,
preguntó. La anciana llora al hablar del tema.
Caminando con un bastón, Helmy saludó a dos gansos que
viven en la ribera del río, junto a su casa.
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