CUBA INICIA BÚSQUEDA RESTOS DE DESAPARECIDOS EN BASE DE SUPERTANQUEROS DE MATANZAS, PRESIDENTE DÍAZ-CANEL ESTUVO EN EL LUGAR DEL FUEGO
MATANZAS, Cuba (14 Agosto 2022).- «Sí, no te preocupes, ya me afeité y me puse crema en la lesión de la cara», le decía a su esposa por teléfono a media mañana del viernes, acodado en la tubería que delimita el acceso a la batería de tanques devastada por el siniestro.
Al notar nuestra presencia, cambió un tanto el tono de
la voz. «Mi mujer quiere venir hasta el Comando a traerme ropa fresca, pero le
dije que de eso nada», se defendió.
Su nombre es Yoamel Santana Perdomo, rescatista del
Comando Uno de Matanzas. Su carro, asegura, fue el segundo en llegar el viernes
en la tarde noche al lugar del incendio en la Base de Supertanqueros.
«Pude escapar de varias explosiones, pero otros de mis
compañeros no corrieron con la misma suerte», confiesa al tiempo que dirige la
mirada hacia los tanques arruinados por las llamas, donde el 12 de agosto inició
una labor de dimensiones extraordinarias a cargo de un equipo de expertos
cubanos.
«Están buscando los restos de nuestros compañeros,
esto es muy fuerte».
Y trae a colación un recuerdo muy reciente. «Yo ayudé
a subir a nuestro carro al bombero Elier Correa. Venía todo cubierto de
petróleo, embarrado por completo y ni siquiera podía abrir los ojos.
«Ya estaba a unos 300 metros de la explosión, y no me
explico cómo logró llegar hasta allí, quizás porque tenía la adrenalina a full.
Venía subiendo una cresta, cuanto mi compañero lo reconoció. Estaba
tambaleándose, y en cuanto lo pusimos dentro del camión, pidió un teléfono para
llamar a su mamá».
‘Denme un teléfono, dénmelo, nos reclamaba’. «Pero
nosotros no teníamos el celular en ese momento. No chico, no, sé positivo, no
va a pasar nada, fue lo único que se me ocurrió decirle».
El fuego en la Base de Supertanqueros ya está
extinguido, no se divisa peligro, pero las horas del viernes han sido las más
difíciles de estas dramáticas jornadas.
Varios de los rescatistas observan el episodio desde
una prudencial distancia. Todos están pendientes de lo que sucede en el sitio
donde el incendio sepultó los cuerpos de aquellos valientes. Es el instante más
duro. Se niegan a aceptarlo. Darían cualquier cosa por cambiar los hechos.
La certeza de las vidas salvadas es el único alivio.
En sus rostros se refleja el respeto y la admiración
por sus compañeros, capaces de sobreponerse al mayor de los peligros por salvar
la vida de los demás.
Yoamel, quien también participó en las labores de
rescate en el hotel Saratoga, muestra la foto de pantalla de su celular.
«Miren, este es mi hijo, tiene 13 años de edad, y creo que heredó el carácter
de su padre; lo estoy preparando para que sea un buen rescatista».
Por VENTURA DE JESÚS/Granma
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