EL VATICANO TUVO DÉFICIT DE TRES MILLONES DE EUROS; A PESAR RESULTADOS POSITIVOS LA SANTA SEDE SE DESCAPITALIZA
CIUDAD DEL VATICANO (6 Agosto 2022).- El prefecto de la Secretaría para la Economía, en una entrevista con los medios de comunicación del Vaticano, examina el balance de 2021: 3 millones de euros de déficit frente a los 33 millones previstos. El tiempo de los sacrificios no ha terminado. A pesar de los resultados positivos, la Santa Sede se descapitaliza.
“Hemos dado muchos pasos en este tiempo en la buena
dirección de la trasparencia, de la tutela económica de la Santa Sede y de la
sostenibilidad”: así comenta el padre Juan Antonio Guerrero Alves, prefecto de
la Secretaría para la Economía, la publicación del Balance de 2021 de la Santa
Sede. Los resultados – afirma – son mejores que los esperados, pero “para el
futuro, tenemos delante de nosotros un tiempo muy incierto” y todavía hay que
afrontar algunos problemas estructurales. Guerrero califica como un problema
eclesial la insuficiente financiación de la misión del Papa y ve con
satisfacción la venta del palacio de Londres “de modo transparente”.
Padre
Guerrero, ¿cuáles son las novedades de este balance?
La primera noticia es el cambio de perímetro del
consolidado. Ahí están los estados financieros de toda la Santa Sede. Sólo no
están incluidos el Governatorato y el IOR. Este hecho significa un paso
adelante en trasparencia y visibilidad de la situación económica completa de la
Santa Sede; el camino emprendido continúa y se profundiza. En julio de 2021 el
Consejo para la Economía introdujo importantes cambios que hacen que ahora el
balance refleje mejor la realidad económica de la Santa Sede. En el perímetro
anterior sólo teníamos visibilidad de un 35% del total. Hemos aumentado
significativamente la dimensión: hemos pasado de 60 entes del perímetro
anterior a los 92 del perímetro actual; de un total activo de 2,2 mil millones
de euros en el 2020 a los 3,9 en el 2021; de un pasivo de 0,8 mil millones de
euros a 2,3; de un patrimonio neto de 1,4 mil millones de euros a 1,6; los
ingresos han pasado de 248 millones de euros a 1.093 millones de euros; los
costes de 315 millones de euros a 1.096 millones de euros; el déficit total ha
resultado ser de 3 millones de euros.
¿Cómo
ha sido la tendencia del último año?
Una primera buena noticia es que los resultados son
mejores de lo que se esperaba. Tanto en el nuevo como en el antiguo. En el
nuevo perímetro era previsto un déficit de 33,4 millones de euros y, en
realidad, ha resultado ser de 3,3 millones. El déficit operativo previsto eran
56 millones de euros y ha resultado ser 77,7 (es mayor porque en el presupuesto
por problemas técnicos no se incluyó la Fundación Casa Sollievo della
Sofferenza, que aporta un déficit de 30 millones de euros). También en este
caso, los buenos resultados financieros han mitigado los resultados operativos.
Si comparamos la cuenta económica de la Curia – el antiguo perímetro – con el
presupuesto, con un déficit de 49,6 millones de euros encontramos un superávit
de 28,8 millones (78,4 millones de euros mejor de lo esperado).
¿A
qué se debe este superávit de la Curia?
El superávit del antiguo perímetro se debe totalmente
a los resultados financieros (44,6 millones de euros), pero en comparación con
el presupuesto los ingresos fueron 21,8 millones de euros mayores que los
presupuestados, los gastos de 26,4 millones de euros menos de los
presupuestados, y los resultados financieros de 30,2 millones de euros mejores
de lo previsto. Es importante tener en cuenta que los resultados financieros
son principalmente no realizados, es decir, no materializados y sujetos a la
volatilidad de los mercados financieros y a los movimientos de los tipos de
cambio.
¿Cómo
valora las cifras de este balance?
No buscamos superávit, sino la sostenibilidad del
servicio de la Santa Sede. Un déficit de 3 millones de euros en un presupuesto
de 1.100 millones no es tanto, está prácticamente equilibrado, y no parece una
cifra para preocuparse. Pero si hacemos un análisis más detallado, hay algunas
áreas que mejorar. El primer análisis es que hay un déficit operativo de 62
millones de euros, que los buenos resultados financieros del 2021 han mitigado
para dejar el déficit en 3 millones. Cuando los resultados financieros no son
tan favorables como en el 2020, surge el déficit operativo.
¿Usted
ha insistido mucho en años anteriores en el “balance de misión”. ¿Está
creciendo esta conciencia?
Creo que toda institución curial es muy consciente de
su misión de ayuda a la Misión del Santo Padre, que la lleva a cabo con
dedicación y, en estos tiempos de dificultad económica, trata de hacerlo con
austeridad, atendiendo lo esencial de la misión. La Curia, que es la que
permite una mejor comparación con los años anteriores – el antiguo perímetro
del balance consolidado – sigue mostrando una financiación insuficiente, que yo
definiría como un problema eclesial. La misión del Papa no está suficientemente
financiada. En el 2021, la Curia (excluyendo los resultados del Óbolo, que se
habían incluido en el presupuesto) tuvo un déficit de 10 millones de euros, 56
millones de déficit menos de lo que tuvo realmente en el 2020, lo que es una
buena noticia. También es una buena noticia que la Curia haya hecho sacrificios
reduciendo los gastos, controlando la parte que puede controlar mejor, mientras
las entradas ordinarias siguen bajando. La Curia ha ingresado 14 millones de
euros más y ha gastado 42 menos que el ejercicio anterior; pero hay que
reconocer, para no engañarnos, que el déficit ordinario no ha variado, los
gastos ordinarios han disminuido en 15 millones de euros, alcanzando un nuevo
mínimo este año, pero no es suficiente, los ingresos ordinarios también han
disminuido en 14 millones de euros, otro nuevo mínimo. Los 56 millones de euros
menos de déficit se deben a los 33 millones de euros de mejores resultados en
las finanzas y a los 23 de mejores resultados extraordinarios con respecto al
año pasado. Es cierto que no podemos actuar sólo sobre los gastos
reduciéndolos, llegará un momento en que no se podrán disminuir sin comprometer
la misión, por eso estamos trabajamos sobre cómo aumentar los ingresos. El
hecho es que la Santa Sede reduce su patrimonio cada año para cubrir los
servicios curiales.
¿Por
qué, con un déficit menor e incluso un superávit de casi 29 millones de euros
en la Curia, usted insiste en que la Santa Sede se despatrimonializa?
Ciertamente es más difícil de explicar porque, si bien
tenemos un déficit de 3 millones de euros en el conjunto de los entes que se
refieren a la Santa Sede, o un superávit de 28,8 millones de euros en la Santa
Sede o Curia, con el Óbolo y los otros fondos papales incluidos, en realidad la
Santa Sede se despatrimonializa cada año un promedio de 20-25 millones de
euros. Y en esto es bastante constante. La razón, además de que los resultados
financieros no son realizados, es que muchas de las donaciones que recibimos
son finalistas, sirven para una cosa y no para otra. Gran parte de los activos
asignados a algunos entes está vinculada a una finalidad, y no se puede dedicar
a otra cosa. Es decir, no podemos compensar los gastos de algunos entes con los
ingresos de todos los demás. Son muchos los dicasterios que realizan un
servicio por el que no reciben ninguna contraprestación económica, simplemente
son centros de coste y prácticamente no tienen ingresos, su servicio se realiza
siempre con déficit. Y debe ser así. No estamos gestionando una empresa, los
criterios económicos juegan un papel relativo, la economía debe servir, no
gobernar, como insiste el Santo Padre. Un reciente caso interesante es el del
Tribunal de la Rota, que pasó de autofinanciarse a ser deficitario, una vez que
el Papa decidió, acertadamente, que para evitar que la justicia fuera sólo para
los que pueden pagarla, hacerla gratuita. El rendimiento del patrimonio y las
contribuciones internas no cubren los gastos de la misión. Por eso es fundamental
la ayuda del Óbolo de San Pedro, que financia las obras de caridad y la misión
del Papa, y la contribución de las diócesis. Las donaciones de cada año y lo
que la Santa Sede puede generar, no logran financiar todos los gastos de los
entes que no tienen ingresos, y la Santa Sede tiene que sufrir cada año una
erosión de 20-25 millones de euros de patrimonio.
El
nuevo balance incluye dos hospitales italianos, en un momento de crisis para la
sanidad católica: ¿cómo están obrando?
Sí, la sanidad católica, a su vez, está atravesando un
momento difícil en Italia. Tenemos dos hospitales incluidos en el balance
consolidado. Uno es el Bambino Gesù. Con un presupuesto mayor que el de la
Curia, que procede en la dirección justa y es un hospital económicamente sano;
en los últimos años ha afrontado bien la crisis debida al COVID; el otro, la
Casa del Sollievo della Sofferenza, debe afrontar su crisis económica y adoptar
medidas urgentes, para no poner en discusión su sostenibilidad. Los nuevos
entes incorporados en el balance nos han permitido registrar todos los activos
y los pasivos y tener un balance más realista; es decir, hemos podido reconocer
todas las obligaciones contraídas por la Santa Sede. Tenemos un mapa mejor de
los puntos de fuerza y debilidad.
Otro tema que se desprende de este balance es el del
Fondo de pensiones y del pasivo que representan las prestaciones post-empleo.
¿Cómo son las cuentas
Las pensiones son un problema en casi todos los
estados, y nuestro Fondo de pensiones no es una excepción. Es más, diría que –
en su pequeña proporción – las pensiones vaticanas están mejor y son más
seguras que en muchos países vecinos. Este es uno de los temas sobre los que
desde hace años se viene llamando la atención, con mayor o menor alarmismo,
para pintar un escenario económico futuro oscuro. Hemos incluido por primera
vez en el balance la pasividad neta del fondo de pensiones por las prestaciones
post-empleo según la valoración actuarial del 2019: 631,4 millones de euros
según el IPSAS 39 (que es el modo correcto de valorar, aunque menos favorable).
Esta es la parte que corresponde a la Santa Sede de un pasivo neto total de
1.000 millones de euros, que también incluye al personal del Vicariato y del
Governatorato. Es innegable que no estamos dotando suficientemente el Fondo de
pensiones para permitirle respetar las obligaciones futuras o que estamos
prometiendo más de cuanto, en realidad, podemos permitirnos. La buena noticia
es que aún estamos a tiempo para introducir medidas correctoras, no traumáticas,
pero debemos hacerlo pronto. Fue incluido en el balance la pasividad neta del
Fondo de Asistencia Sanitaria del 2021 para las prestaciones post-empleo, que
según la valoración actuarial es de 171,2 millones de euros.
¿Cómo
piensan actuar?
Cuando hablamos de pasivos, no nos referimos a un
déficit actual, sino que estamos reconociendo que hemos asumido algunas
obligaciones que, evaluadas hoy, podríamos no ser capaces de afrontar en cierto
punto del futuro con la dotación actual. O sea, o se dota con más dinero para
que esa situación futura previsible no se verifique o se adecúan las
prestaciones a las posibilidades. Poner más dinero o prometer menos
prestaciones. Las dos últimas veces que se tomó conciencia del problema en el
Fondo de pensiones la Santa Sede puso más dinero. Sin embargo, esto es sólo un
paliativo a corto plazo, que no resuelve el problema estructural por lo que, a
largo plazo, las contribuciones no serán suficientes para compensar las
prestaciones prometidas.
¿Cuáles
son sus previsiones para el futuro?
Para el futuro se nos prospecta un tiempo muy
incierto. No tenemos muchas variables sobre las que operar para enfrentar la
crisis, no tenemos política fiscal ni monetaria, ni control sobre una gran
parte de los ingresos. Más allá de nuestros problemas estructurales, la
situación mundial – guerra, inflación, falta de suministros, incertidumbre
financiera, etc. – crea para nosotros nuevos desafíos y oportunidades. No
podemos decir que el tiempo de los sacrificios se haya acabado, el 2022 será un
año particularmente difícil y también el 2023. Ahora tenemos que encarar el
presupuesto del 2023 que no nos permite estar muy alegres, a pesar de que la
presión del COVID haya disminuido.
¿Qué
puede decirnos sobre la nueva Dirección de Recursos Humanos?
En lo que respecta a los recursos humanos, por el
momento estamos dando continuidad a cuanto se ha hecho hasta ahora. Tenemos un
plan de trabajo para los próximos años.
En septiembre se incorporará el nuevo director y esperamos que pueda
introducir algunas mejoras, pero que tomarán su tiempo: mejorar el clima de
trabajo donde sea necesario, la motivación, el recorrido de carrera; la
identificación con el servicio que la Curia presta a la Iglesia, la nueva
Constitución Apostólica está llena de indicaciones y sugerencias sobre lo que
significa servir a la Iglesia a partir de la Curia romana. Servir en la Curia
no es sencillamente un trabajo, es una misión. Queda aún mucho por hacer.
¿Cómo
juzga los resultados en el camino de la transparencia?
Hemos dado muchos pasos en este tiempo en la justa
dirección de la trasparencia, de la tutela económica de la Santa Sede y de la
sostenibilidad. Los dicasterios y las instituciones curiales están
implementando procedimientos y dando pasos adelante en la justa dirección.
Recientemente hemos publicado las cuentas del Óbolo de San Pedro, lo que hemos
recibido y cómo lo hemos utilizado; también hemos puesto en marcha el proyecto
de centralización de las inversiones financieras pedido por el Papa años atrás,
hemos aprobado una política de inversiones y se ha nombrado un Comité para las
inversiones. Pero aún somos lentos. Se han introducido procedimientos para
protegernos, hemos realizado la venta del palacio de Londres de modo
transparente y sin contratiempos, siguiendo los procedimientos correctos; la
aprobación de los actos de administración extraordinaria ha introducido, a su
vez, un mecanismo de control que invita a seguir los procedimientos, la
abolición del secreto sobre las cuestiones económicas nos ha hecho más transparentes…
Estamos en camino.
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