BASÍLICA DE SAN PEDRO ABRE SUS PUERTAS PARA ACOGER FIELES A DESPEDIRSE DEL PAPA EMÉRITO BENEDICTO XVI
CIUDAD DEL VATICANO (2 Enero 2022).- Miles de personas esperaban desde las cinco de la mañana para presentar sus respetos al papa emérito Benedicto XVI, fallecido el sábado a los 95 años en el monasterio Mater Ecclesiae de los jardines vaticanos. La basílica de San Pedro ha abierto sus puertas a las nueve para acoger a los primeros fieles que han acudido a despedirse del pontífice alemán, cuyo cuerpo ha sido situado frente al altar mayor, en el mismo emplazamiento que estuvo el de su predecesor, Juan Pablo II, junto al famoso baldaquino de Bernini.
Benedicto XVI está ataviado con las mismas vestiduras
que fueron mostradas ayer en la capilla ardiente que tuvo lugar en su
residencia, Mater Ecclesiae, donde fue velado por amigos, familiares y miembros
de la curia romana. Ante el debate de si debía aparecer con rasgos pontificios
o no debido a su histórica renuncia en el 2013, el Vaticano ha optado por una
vía intermedia: Ratzinger aparece como papa, con la casulla roja, color del
luto papal, y la mitra; pero sin los ornamentos que le representarían como jefe
del gobierno de la Iglesia, especialmente el palio papal, la estola de lana
blanca que se lleva sobre los hombros y que, con el Anillo del Pescador,
representa uno de los poderes de la sede de Pedro.
Los primeros en llegar fueron unos estudiantes de
Teología provenientes de la India que venían a despedir al que consideran el
mayor teólogo desde San Agustín. Antes de la apertura al público general,
también rindieron homenaje al pontífice la primera ministra italiana, Giorgia
Meloni, y el presidente de la República, Sergio Mattarella. Las autoridades
dieron el pésame a la familia que ha cuidado a Benedicto en sus últimos años de
vida, su fiel secretario, Georg Gänswen, su secretaria, sor Birgit Wansing, y
las cuatro laicas consagradas del instituto Memores Domini, perteneciente al
movimiento Comunión y Liberación, que se han ocupado de atenderle y de las
tareas domésticas.
Según la delegación del Gobierno italiano en Roma, se
espera que unas 35.000 personas acudan al velatorio y que unas 60.000 atiendan
al entierro, que se celebrará en la plaza de San Pedro, aunque no será un
funeral de Estado al no ser un papa en activo. Por eso, solamente han sido
invitadas oficialmente las delegaciones de Italia y Alemania, mientras el resto
de autoridades que quieran venir lo deberán hacer a título privado. Es muy
difícil hacer comparaciones entre el velatorio de Juan Pablo II, al que
acudieron unos 4 millones de personas, con el de Benedicto XVI. Al final, el
papa polaco llevaba casi 27 años al frente de la Iglesia, y su sucesor hace
casi una década que vivía apartado del mundo en los jardines vaticanos y ya se
despidió por primera vez cuando abandonó el Vaticano en el helicóptero blanco.
La seguridad ha sido reforzada con más de mil agentes
de las fuerzas del orden en los alrededores del Vaticano, empezando por la Via
della Conciliazione, ante las largas filas que se espera que aumenten durante
la jornada. “Lo hemos vivido con conmoción por la muerte del papa y con
agradecimiento por lo que hizo. Somos de los Legionarios de Cristo, y entonces
le queremos agradecer lo que hizo por la Iglesia y por nosotros. Lo hicieron
bien para diferenciar entre un papa emérito y reinante”, contaba Julio Reyes,
un sacerdote que fue de los primeros en entrar.
“Ha sido una emoción fortísima porque Benedicto
representó un puente entre la Iglesia de Juan Pablo II y la Iglesia de papa
Francisco. Yo lo habría puesto un poco más horizontal para que se viera mejor.
Así ves sobre todo los pies”, opinaba sor Maria Teresa, una monja italiana. Maurén,
una mexicana que estaba en Roma para un encuentro de jóvenes católicos, quiso
vivir la experiencia después de que sus padres le contasen mucho sobre
Ratzinger. “Es una oportunidad increíble porque de lo que escuchamos fue muy
buen papa y queríamos honrar su memoria –ha dicho–. Fue muy bonito, siento que
es algo que poca gente puede vivir y me he sentido importante al ser parte de
esto”.
Por ANNA BUJ/La
Vanguardia
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