Pensar en un San Cristóbal ideal resulta altamente difícil, algo prácticamente inalcanzable y muy remoto a luz de lo que hoy podemos apreciar como su hoja de presentación en todos los aspectos, y tal parece que caminamos a tientas sin saber hacia dónde vamos, pues carecemos de una carta de ruta definida, esto es, "a lo que coja mi bon."
Y es qué, para existir ese San Cristóbal ideal, se
requiere de una gran fuerza de voluntad, no solo del poder político que
tradicionalmente ha sido poco visionario y emprendedor, sino de la toma de
conciencia por parte de la población que la haga partícipe de los procesos de
avances que con urgencia necesita esta sociedad.
Un San Cristóbal ideal nunca podrá ser posible
mientras no hallan decisiones serias y concretas en donde se definan en blanco
y negro sus más elementales problemas y sus posibles soluciones, planificar y
accionar y no siempre sobre la marcha.
Y en ese trajín andamos desde hace mucho tiempo,
gobiernos van y gobiernos vienen y San Cristóbal con poca cosa o casi nada que
contar, porque siempre ha estado subyugada al criterio individual, antojadizo y
personal de quien en su momento ostenta el poder político, que por lo regular
ha contrapuesto sus intereses particulares a las conveniencias de la provincia.
Por eso, de ese San Cristóbal ideal, ayer y hoy, solo
se habla en tiempos de campañas electorales, y se esfuma inmediatamente
después, como por arte de magia y volvemos a esta cruda realidad de
funcionarios todólogos, en la que solo prevalece su palabra; ¡ay de aquel que
ose contradecirla!
Un San Cristóbal ideal, será pura quimera, mientras no
haya empleos suficientes para la gran cantidad de sus manos ociosas, a la que
le haría bien que la zona franca de la
Armería, funcionara a toda
capacidad, pero al parecer eso no
preocupa en manera alguna a quienes elegimos como autoridades.
Un San Cristóbal ideal, será siempre solo un sueño,
mientras tengamos un tránsito sumido en el caos y un desorden mayúsculo,
mientras la inseguridad y el miedo a ser atracado o algo peor, arrodille a su
gente.
Un San Cristóbal ideal, será siempre pura ilusión,
mientras su población agote casi todo su tiempo aguardando ser recibido en la
sala de espera de los despachos políticos, y no exija que le abran las puertas
para participar en calidad de presente en la discusión de su destino.
Mientras todo esto pase, pensar en un San Cristóbal
ideal será un simple anhelo que ni siquiera se acercará a una ciudad posible,
en la que su gente sea tratada con el decoro, la dignidad y el respeto que bien
se merece.
¡Ay, San Cristóbal, agárrate bien, que vamos brisiao y
a lo que coja mi bon," como siempre.
Dios,…¡hasta las cuántas será.!
Por LEONARDO
CABRERA DIAZ
Al autor es periodista y locutor
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