LA TRAGEDIA DEL TITÁN; UN PELIGRO DEL QUE SE SABÍA

Enterado de la muerte de las cinco personas que viajaban en el sumergible Titán el pasado día 18, el guionista y director de cine, James Cameron, deploró que fueran desoídas las previas alertas de seguridad de la nave.

«Los principales miembros de la comunidad incluso escribieron cartas a la empresa (OceanGate, operadora del sumergible), diciendo que lo que estaban haciendo era demasiado experimental para llevar pasajeros, que necesitaba ser certificado y así sucesivamente», recordó el cineasta en emotivas declaraciones para la BBC de Londres.

«Mucha gente de la comunidad de ingeniería de inmersión profunda estaba muy preocupada por este submarino», matizó Cameron, quien en 1997 estrenara Titanic, filme de su autoría inspirado en el hundimiento del trasatlántico homónimo en 1912, suceso que ocasionara la muerte de 1 500 personas.

Precisamente, explorar en los restos del Titanic encallado en el lecho marino del Atlántico Norte, a casi 3 800 metros de profundidad, era el propósito del millonario Hamish Harding, de 58 años de edad, el empresario británico Shahzada Dawood, de 48 años, y su hijo Suleman, de 19, ambos de origen paquistaní.

Junto al mencionado trío de turistas exploradores viajaban el estadounidense Stockton Rush, cofundador de OceanGate, y el septuagenario francés, Henri Nargeoloet, con experiencia de anteriores aventuras al sitio donde yace el trasatlántico que naufragó en 1912.

Buscando los despojos de la otrora lujosa nave británica, 111 años después de aquella catástrofe considerada como una de las mayores tragedias marítimas de la historia, cinco aventureros, desde el puerto canadiense de Terranova, se adentraron 600 km mar adentro.

Dicen que, antes de partir, firmaron un documento –protocolo de la OceanGate- como constancia de que asumían conscientes los riesgos de su aventura, entre ellos la posibilidad de perder la vida. Y sucumbieron en el intento.

Una hora y 45 minutos después de iniciar el descenso, la comunicación del Titán dejó de ser percibida por su nave nodriza en la superficie. Luego se supo que un robot de la marina estadounidense escuchó un estruendo, más tarde también trascendió que se trataba del estallido del sumergible al implosionar.

En este caso, aclaran los entendidos, una implosión catastrófica consiste en el colapso repentino hacia el interior de la nave, sometida, en el caso del Titán, a un «apretón» colosal en las aguas profundas del Atlántico Norte, donde la presión alcanza las 5.600 libras por pulgada cuadrada, valor que supera cientos de veces el habitual de la superficie.

Dicha implosión «es increíblemente rápida, ocurre apenas en una fracción de milisegundo», detalló a la prensa la experta Aileen Maria Marty, ex oficial naval y profesora de la Universidad Internacional de la Florida.

Tales han sido las circunstancias en que el Titan colapsó bajo el mar, a unos 1 600 pies de la proa del Titanic. La búsqueda de los cuerpos de los cinco exploradores continúa, las investigaciones sobre lo sucedido también.

Los días posteriores prometen más luz acerca de la tragedia que a James Cameron le parece «surrealista», dada la similitud con la catástrofe del Titanic, «en la que el capitán fue advertido en repetidas ocasiones» (de un peligro inminente, y sin embargo) «navegó a toda velocidad, en una noche sin luna».



Por JOSÉ LLAMOS CAMEJO

Impresionado se declara Cameron, porque «una tragedia muy similar, en la que no se hizo caso de las advertencias, ocurriera exactamente en el mismo lsitio».

No hay comentarios.: