A veces me pregunto ¿ de qué nos quejamos? si en nuestro hermoso y glorioso país, todo anda bien, a pesar de algunos problemitas, que al igual que aquí, están presentes en todas partes del mundo.
Para qué preocuparnos, por la gran delincuencia que nos ha obligado a convertir nuestros hogares en prisiones domiciliarias con verjas y barrotes por todos lados, ciertamente, vivimos bajo siete llaves,
Aunque entiendo que exageramos, puesto que las autoridades se reúnen a cada rato buscando una solución, y ya verán, que a lo mejor algún día pondrán fin a esta situación, seguro, pero tan seguro, como que tres más dos son cuatro.
¿Para qué quejarnos? por la corrupción y el robo del erario público, si en este país, los funcionarios en su gran mayoría cuando salen de los cargos en lo que fueron nombrados se van para sus casas con una mano delante y la otra detrás, porque son hombres y mujeres incapaces de cometer algún acto que manche su honor y el de sus familias, júrelo, con los ojos cerrados, no sea cosa que vea algo.
¿De qué nos quejamos?, porque el precio del petróleo haya bajado y no se refleje en la canasta familiar, !no hombre no¡, y porque ya no podamos decir «aquí como el pan chiquito», porque hasta eso está caro, figúrense, por eso, hace tiempo que los niño no nacen con pan debajo del brazo
¿De qué nos quejamos?, por ver tantos haitianos indocumentados, en nuestras ciudades y campos, recuerden que somos muy humanitarios, y tenemos que asumir toda su desgracia y la irresponsabilidad de las grandes naciones y sus cómplices del patio, que nos tuercen el brazo para que alberguemos a los nacionales del vecino país, califiquen o no, qué importa si se violan nuestras leyes y soberanía.
¿De qué nos quejamos?, si ya estamos a menos de un año de las elecciones y gracias a Dios, tenemos tantas, pero tantas buenas opciones para escoger a las próximas autoridades y así nuestra fortuna seguirá en pie.
Solo hay que recordar, no mirar hacia atrás, para que sigan rindiendo los chelitos, no sea cosa que vuelvan a soplar los vientos y pueda rugir algún león, o si un nuevo prospecto, mallete en manos, ¡exclame! voten honorables, voten honorables.
¿De qué nos quejamos?, si todo está bien, es cuestión de nuestra imaginación.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
No hay comentarios.: