"ME HIZO BIEN CONOCER AL PUEBLO MONGOL, QUE CUSTODIA LAS RAÍCES Y TRADICIONES, RESPETA A SUS MAYORES Y VIVE EN ARMONÍA CON EL MEDIO AMBIENTE": PAPA FRANCISCO EN CATEQUESIS
CIUDAD DEL VATICANO (6 Septiembre 2023).- Como es habitual, en su catequesis de la audiencia general del miércoles siguiente al regreso de un viaje apostólico, el Papa Francisco recorrió las etapas más significativas del país que visitó: en Mongolia he encontrado una Iglesia humilde y alegre, es un pueblo "que siente el soplo de la Creación", dijo.
“Pienso con alegría en la Iglesia local y en el pueblo
mongol: un pueblo noble y sabio, que me ha demostrado tanta cordialidad y
afecto”
Con estas palabras comenzó el Papa Francisco la
catequesis de este miércoles centrada en el viaje apostólico a Mongolia que
realizó del 31 de agosto al 4 de septiembre.
"El Señor respondió a Samuel: 'No te fijes en su
aspecto ni en su elevada estatura. Yo lo he descartado, porque no cuenta lo que
ve el hombre: pues el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón (1
Sam 16:6-7)".
El
Señor busca el corazón simple
Describiendo los momentos más significativos, pero
sobre todo los sentimientos y las reflexiones suscitadas por la realidad
encontrada, el Papa explicó la razón de su elección de ir tan lejos para
encontrarse con un "rebaño" tan pequeño. Precisamente allí – dijo –
se pueden encontrar "los signos de la presencia de Dios", porque el
Señor no mira las apariencias, sino la simplicidad del corazón de quien quiere
amarlo sin clamor:
“Y tuve la gracia de encontrarme en Mongolia con una
Iglesia humilde, pero gozosa, que está en el corazón de Dios, y puedo dar
testimonio de su alegría al estar también unos días en el centro de la Iglesia”
Una
comunidad joven verdaderamente católica
Francisco destacó que esa Iglesia nació hace sólo
treinta años gracias al celo apostólico de algunos misioneros de diferentes
naciones que, "no fueron allí a hacer proselitismo", y fueron capaces
de dar vida a "una comunidad unida y verdaderamente católica", es
decir, "universal".
Y explicó que la de la Iglesia no es una universalidad
que iguala a todos, sino que está inculturada, encarnada, captando "el
bien allí donde vive y sirviendo a las personas con las que vive". También
señaló que su signo de identidad es "el servicio del Señor y de los
hermanos". La Iglesia en Mongolia – subrayó el Papa – nació "en el
surco de la caridad, que es el mejor testimonio de la fe". Y recordó que
durante su visita pudo bendecir e inaugurar la obra caritativa "Casa de
Misericordia".
“Una casa que es la tarjeta de visita de esos
cristianos, pero que también llama a cada una de nuestras comunidades a ser una
casa de la misericordia, es decir, un lugar abierto, acogedor, donde las
miserias de cada uno puedan entrar sin vergüenza en contacto con la misericordia
de Dios que levanta y cura. He aquí el testimonio de la Iglesia mongola, con
misioneros de diversos países que se sienten uno con el pueblo, felices de
servirlo y de descubrir la belleza que ya está allí”
Reconocer
la belleza de un pueblo
Y hablando de las bellezas de un pueblo, el Papa dijo
haber apreciado en Mongolia la búsqueda religiosa de muchas personas que
conoció durante el encuentro interreligioso y ecuménico, especialmente los
seguidores del budismo, personas que – dijo – "en silencio viven su
religiosidad de forma sincera y radical, a través del altruismo y la lucha
contra sus pasiones".
“Pensemos cuántas semillas de bien, a escondidas,
hacen brotar el jardín del mundo, ¡mientras que normalmente sólo oímos hablar
del rumor de los árboles que caen! Y esta es un... a la gente, incluso a
nosotros, como de escándalo: ‘¡Pero mira qué barbaridad, se ha caído un árbol,
el rumor que ha hecho!’. – ‘¿Pero no ves que el bosque crece cada día?’, porque
el crecimiento es en silencio”
Es necesario reconocer el bien y valorar al otro como
hace el pueblo mongol, reiteró el Papa Francisco.
Ampliar
la mirada para ensanchar los horizontes
El Papa Francisco concluyó compartiendo su
sentimiento: "Estuve en el corazón de Asia – dijo – y me hizo bien".
Y explicó que es bueno mirar a ese continente que tiene tanto que enseñar y que
puede ayudarnos a mirar las cosas desde otra perspectiva. Además, afirmó
hablando espontáneamente:
“Me hizo bien conocer al pueblo mongol, que custodia
las raíces y las tradiciones, respeta a sus mayores y vive en armonía con el
medio ambiente: es un pueblo que mira al cielo y siente el aliento de la creación”
Pensando en las extensiones vastas y silenciosas de
Mongolia, dejémonos estimular por la necesidad de ensanchar los límites de
nuestra mirada. Por favor: ensanchar los límites, mirar a lo ancho y a lo alto,
mirar y no caer prisioneros de la pequeñez, ensanchar los límites de nuestra
mirada, para que pueda ver el bien que hay en los demás y pueda ensanchar sus
propios horizontes y ensanchar también su propio corazón, crecer, ensanchar su
corazón para comprender, para estar cerca de cada persona y de cada
civilización.
Por ADRIANA
MASOTTI/Vatican News
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