APRENSIONES ANTE UN FUEGO CRUZADO
Que el Consejo de Seguridad de las Organización de las Naciones Unidas,(ONU), haya aprobado el despliegue de Fuerzas Internacionales Pacificadoras en Haití, para conjurar el predominante caos que allí acontece, por el accionar de bandas armadas, que controlan varios territorios, resulta ser una buena noticia, por la que se presume avizoran nuevos vientos de respiro y alivio, tanto allá, como aquí en nuestro país.
La referida decisión como es natural, ha provocado, los ¡hurras!, aplausos, vítores y todo el beneplácito esperado, en las esferas gubernamentales y otros sectores cónsonos con esa prédica, de la que nuestro país, ha sido el principal abanderado, ante los organismos internacionales, con la esperanza de que marque el inicio de una mejor coexistencia político social y humana en la Nación vecina.
Y que así, por vía de consecuencias, claro está, si son óptimos sus resultados, probablemente quizás, pudiera ser que se logre un mejor nivel de relaciones dominico haitianas, y quien sabe, si a lo mejor, posiblemente, tal vez, se deja de pensar y creer que toda solución a las vicisitudes haitianas, descansan sobre los hombros del pueblo dominicano.
No obstante, existen muchas apresiones e inquietudes al respecto, porque amén, del conflicto por el canal que se construye en territorio haitiano en las aguas del río Masacre o Dajabón, hay otros puntos nodales como la masiva migración de nacionales haitianos que diariamente cruzan la frontera, desprovistos de documentos con los que se pueda establecer sus identidades, pretendiendo que los "papelos," los proveamos aquí, so pena de acusarnos de ser un país apátrida.
Tanto así, que hay comunidades rurales en varias provincias de nuestro país, en las que los haitianos casi superan la población dominicana.
Otra situación, no menos preocupante y peligrosa, radica con las parturientas haitianas que abarrotan nuestros hospitales y centros privados de salud, cuyos porcentajes de todo seguir como va, sin ningún tipo de control, pronto alcanzará el 50%, de todos los niños nacidos en República Dominicana, con el agravante, de que disminuye y reduce cada día más, la capacidad económica del gobierno para aplicar políticas sociales en beneficio de nuestra gente.
Por eso más allá, del conflicto que que se ha producido por la construcción del canal en el río Dajabón, y del cierre temporal de la frontera ordenado por el presidente Luis Abinader, hay que aplicar los correctivos necesarios en torno a la política migratoria, de lo contrario, más temprano que tarde seremos nosotros los extraños en nuestra tierra; en nuestro suelo.
Nuestra solidaridad para con el pueblo haitiano, siempre ha estado presente, y nadie más que nosotros deseamos que se produzcan los cambios y transformaciones que puedan conjurar la caótica situación por la que atraviesan, somos sus vecinos y por tanto, nos afecta todo cuanto padecen, porque cada dia sentimos en carne propia.
Vivimos bajo el fuego cruzado de fuerzas externas e internas, representadas por los Guacanagarix del patio, y cada vez, son mayores y constantes los esfuerzos que realizan para intentar doblarnos el brazo, preservar nuestros derechos soberanos, hacer valer nuestras leyes y ordenanzas es un compromiso Nación, es un compromiso sagrado. Dios, Patria y Libertad!
¡Que viva la República Dominicana! ¡Que viva!.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
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