OCUPAR LAS CIUDADES DE GAZA BARRIO A BARRIO ES OBJETIVO DEL EJÉRCITO ISRAELÍ EN SU OFENSIVA TERRESTRE INMINENTE
TEL AVIV (12 Octubre 2023).- La tragedia que el sábado oscureció el sur de Israel se propaga ahora sobre la trama urbana de la abigarrada Gaza. No hay precedentes de una ofensiva tan intensa y extensa de las fuerzas armadas israelíes en este enclave.
La aviación, la Marina y la artillería dispararon ayer
sin descanso, y son ya cinco días de guerra. La franja sufre un castigo general
por las atrocidades que cometieron los milicianos de Hamas el sábado por la
mañana, una matanza de judíos que, según algún comentarista, no se había visto
desde el Holocausto.
Sobre las alas de esta atrocidad, el ejército israelí
espera la orden de intensificar aún más la lucha con la entrada por tierra en
este enclave de más de dos millones de habitantes.
Los militares israelíes advierten de una guerra sucia
cuando se luche en las calles
La invasión, según ha adelantado el portavoz militar
Richard Hecht, “no será limpia”. El teniente coronel Jonathan Cornicus afirma
que en los próximos días seremos testigos de “unas escenas que serán difíciles
de entender y asimilar”.
Ya las estamos viendo. Los hospitales de Gaza han
sobrepasado la capacidad de atender a más de 5.000 heridos. Los muertos superan
ya el millar. Entre ellos también hay mujeres y niños, como en Israel.
Cornicus habla de “atrocidades inenarrables” cometidas
el sábado contra más de un millar de israelíes indefensos.
Los milicianos de Hamas no tuvieron compasión, y ahora
Israel ataca también sin perdón.
Ayer, al caer la noche, Gaza se quedó a oscuras. La
única central eléctrica agotó el combustible. Los generadores que mantienen
iluminados los hospitales y algunas viviendas también se quedarán secos pronto.
No habrá posibilidad de cargar los teléfonos ni de encontrar cobertura. El
aislamiento será total
Mientras los civiles se resguardan en los sótanos, los
milicianos de Hamas resisten en los túneles, una red de centenares de
kilómetros que será el primer objetivo de la infantería israelí.
Si el primer ministro Beniamin Netanyahu da la orden,
esta será la tercera invasión de Gaza desde la evacuación del 2005. Israel
ocupó la franja en el año 1967, pero en el 2005 se retiró porque era demasiado
costoso sostenerla. Dejó entonces que Hamas se hiciera cargo de ella.
El enclave se queda a oscuras e incomunicado, con los
hospitales desbordados
Hoy Hamas es Gaza. Nada escapa a su control. Escuelas
y mezquitas, así como las organizaciones benéficas dependen del movimiento
islamista.
Netanyahu le ha dejado hacer. Nunca creyó que fuera
una amenaza. Confiaba en la valla defensiva y en la Cúpula de Hierro. En la
franja ya no hay asentamientos ni los habrá. Sí los hay, en cambio, en
Cisjordania, y allí ha debilitado a la Autoridad Palestina, su aliado en
materia de seguridad, porque se opone a la ampliación de las colonias. Ahora
salta a la vista que ha sido un error de proporciones históricas, y Netanyahu
solo puede corregirlo plantando la bandera de Israel en el corazón de Gaza.
Para descabezar a Hamas, el ejército utilizará dos
divisiones acorazadas y una aerotransportada. Cada división la forman cinco
brigadas, lo que puede significar un despliegue de 300.000 soldados en Gaza.
La estrategia más lógica sería partir la franja por la
mitad, ocupando la zona central a la altura de Der Al Balah. Varias brigadas
rodearían entonces la ciudad de Gaza en el norte y otras harían lo mismo con
Jan Yunis y Rafah en el sur. La segunda fase será una guerra urbana, el peor
escenario para cualquier ejército invasor.
Las lecciones del 2014, año de la última invasión,
están muy claras. Los comandos de Hamas, armados con fusiles, granadas y
misiles anticarro, se enfrentaron cuerpo a cuerpo a los soldados más preparados
del ejército israelí.
Las escaramuzas y los golpes de mano fueron una
pesadilla para las fuerzas ocupantes, que se retiraron 19 días después. El
conflicto terminó como todos, con una tregua que permitió a Hamas rehacerse y
volver a atacar.
Ahora, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, asegura
que Hamas será “aniquilada” y que “Gaza no volverá a ser la misma”.
Durante estos primeros días de la nueva guerra, Hamas
ha perdido a 1.500 hombres, seguramente sus combatientes más aguerridos, pero
mantiene su capacidad ofensiva. Los cohetes seguían ayer poniendo a prueba la
Cúpula de Hierro en Tel Aviv, Ascalón, Jerusalén y el centro del país.
Después del enfrentamiento del 2021, Hamas, Yihad
Islámica y otros grupos armados de la franja conservaron unos 8.000 cohetes y
cientos de rampas de lanzamiento. En esta ofensiva ha lanzado unos 5.000, más
que nunca, y seguro que en estos últimos dos años ha podido fortalecer aún más
su arsenal.
El bloqueo nunca ha impedido la llegada de dinero y
material desde Irán, su gran aliado.
En
la trama urbana es imposible distinguir al civil del guerrillero, al inocente
del terrorista
Derrotar a Hamas exigirá un esfuerzo militar sin
precedentes porque esta no es una guerra que pueda ganarse desde el aire. La
potencia de fuego seguirá siendo excepcional para disuadir al enemigo y
proteger a las fuerzas terrestres que avanzarán barrio a barrio. Pero ¿dónde
estará el enemigo? En las calles de Gaza, en los campos de refugiados, donde la
mitad de la población es menor de edad, es imposible distinguir al civil del
guerrillero, al inocente del terrorista
¿Y dónde estarán los 150 o 200 rehenes que Hamas
retiene desde el sábado? Bezalel Smotrich, uno de los ministros más radicales
del Gobierno, ha aconsejado al ejército que no priorice su rescate.
Un hombre lleva un cilindro de gas propano en la
espalda mientras camina entre los escombros y la destrucción que cubren una
calle en el campamento de Jabalia para refugiados palestinos en Gaza
Un hombre lleva un cilindro de gas propano en la
espalda mientras camina entre los escombros y la destrucción que cubren una
calle en el campamento de Jabalia para refugiados palestinos en Gaza AFP
Aun así, aunque Israel pague un precio obsceno para
descabezar a Hamas y destruir Gaza, necesitará a alguien que gobierne el
territorio y no lo encontrará.
Como me decía ayer Dori Damelin, madre de un soldado abatido
en combate y defensora de un acuerdo con los palestinos, “no hay paz que salga
de una guerra”.
Por XAVIER MAS DE XAXÀS /Enviado especial La Vanguardia
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