GOOGLE

Y LO PEOR DE TODO ES...QUE LA HISTORIA CONTINÚA

Érase una ciudad apacible y sosegada, de  rostros conocidos  y de  sonrisas  solidarias en la que cada día la sirena del Cuerpo de Bomberos, nos recordaba  las siete de la mañana, las doce del mediodía, las dos menos cuarto y  las cinco de la tarde.

Érase una ciudad de atardeceres taciturnos, y noches de ocasionales verbenas, en las que el trotar de un caballo   anunciaba la llegada del coche, en el que de vez en cuando  retornábamos a la casa, sin temor, ni miedo, sin que el peligro nos acechara.

Érase una ciudad de ríos vivos, preñados de  arenas,  gravas y gravillas, de camarones, de  tilapias y la famosa morena y, en la que cada atardecer numerosas garzas surcaban  nuestro cielo en su vuelo de regreso a las matas Javillas del río Nigua abajo, rumbo a Samangola

Pero como dice la canción de Luisito Rey,mi  pueblo  ya no es mi pueblo, es una ciudad cualquiera, lleno  de  violencia  y  delincuencia a borbotones, de sicariato y de drogas a  raudales, con el tránsito más desorganizado del país, con autoridades ajenas y más que ausentes, tanto así,  que son sus principales cómplices y sus  propiciadores   conniventes.

Sólo multar para recaudar es de su interés. El caos y los tapones… bien gracias. Sálvese quien pueda, es la consigna.

Mi pueblo San Cristóbal, ya no es mi pueblo, es una ciudad cualquiera, de niñas y adolescentes embarazadas,  dengue, ruidos por doquier y con una alta tasa de desempleo, que no preocupa, ni parece importarle a nadie.  Suerte que el motoconcho sustenta mucha gente.

Mi pueblo ya no es mi pueblo, es una ciudad cualquiera,  de pobladores con esperanzas casi perdidas y sus   corazones sedientos  de  que un   buen  samaritano le  ayude a cargar la pesada cruz que encorva su existencia.

Una cruz construida por el perenne olvido de los que siempre se han aprovechado de su nobleza, y hasta de su ingenuidad si se quiere, y de esa proclividad que le caracteriza de confiar en quienes solo la utilizan como trampolín político para cambiar su estatus de vida, y patrimonio económico.

De esos en los que solo algunas, raras y esporádicas excepciones, siempre se han servido de ella, engullendo sus esperanzas de bienestar y desarrollo, sin mostrar el más mínimo dejo de arrepentimiento, ni asomo de remordimientos. ¡Pero y que van a sentir!…si, "barrigas llenas, corazón contento," que importa lo demás. "Satisfecho yo."

Por eso, mi pueblo ya no es mi pueblo, es una ciudad postrada ante un enorme altar, de palabras empeñadas y de promesa incumplidas, lugar en dónde están estampadas las   caras y los rostros con nombres y apellidos de muchos políticos y personajes conocidos.

Todos y cada uno con sus respectivas cruces, en éste gran cementerio de quimeras, que con sus mentiras han convertido a San Cristóbal, en una ciudad cualquiera, sin  pena, ni gloria… y lo peor de todo es, que la historia continúa.



Por LEONARDO CABRERA DIAZ

 

No hay comentarios.: