Construyendo puentes: Tranquiliza tu alma

Paso la mayor parte del año planificando, esforzándome y haciendo cosas. Son cosas buenas, sin reparos.

Pero a menudo acabo sintiéndome agobiado. Y llego a fin de año ansioso por el futuro y resentido por lo que aún no he podido realizar. ¿A ti también te pasa?

Aquí tienes una noticia que no depende de tus esfuerzos: "No tengáis miedo. Os traigo una buena noticia que causará gran alegría a todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador; es el Mesías, el Señor". (Lucas 2:10-11).

¿No es estupendo? El Adviento es la irrupción de la alegría de Dios en la tierra. Los ángeles festivos cantan ante unos pastores que se esfuerzan por darse cuenta de la magnitud de lo que ven. Lo mismo nos ocurre a nosotros, acostumbrados como estamos a la Navidad y a su reciente mercantilización y banalización. Puede que los niños que esperaban la Navidad se hayan convertido en adultos endurecidos que se saben el cuento y tararean los villancicos mientras comprueban las subidas y bajadas de la bolsa.

El nacimiento del Salvador es una buena noticia para ti. Ahora mismo. Recíbela con fe. Supera el cinismo que podría mofarse del anuncio angélico. Jesús ha nacido, y eso lo cambia todo.

Nathaniel Hawthorne escribió: "La felicidad es una mariposa que, cuando se persigue, está siempre fuera de nuestro alcance, pero que, si te sientas tranquilamente, puede posarse sobre ti". Es una verdad secular que resulta aún más conmovedora en el ámbito espiritual. La salvación es iniciativa de Dios, no nuestra.

Dios nos invita a cambiar el esfuerzo por la esperanza y el aferramiento por la receptividad. 

La mayor noticia de todos los tiempos irrumpió en la historia independientemente de nuestro esfuerzo. 

E irrumpe en nuestros corazones cuando dejamos de esforzarnos y levantamos la mirada hacia el Señor. Todo lo que necesitamos para estar alegres es aquietar nuestras almas y volverlas hacia Dios.


Por RENÉ BREUEL/Vatican News




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