Tengo la ligera sospecha de que aún, cuando muchos están asintiendo con sus cabezas, realmente no entienden a plenitud, ni los discursos, ni los contradiscursos políticos del momento.
No obstante, los aplauden, los replican y hasta los defienden, es como estar en el limbo, pero contentos.
Los principales temas de la vida pública nacional, casi siempre de manera internacional, son rociados o salpicados con aguas políticas y, como es lógico, los puntos de vistas y opiniones en torno a estos, giran en derredor de los intereses envueltos, en uno, u otro sentido de la balanza.
Para quienes gobiernan, todo marcha viento en popa y a toda vela, con algunas cosas por ajustar y resolver, pero, sin motivos para preocuparse, porque, con las medidas dispuestas, los cálculos estadísticos indican que en poco tiempo la situación será superada.
En cambio, para los que adversan a quienes ostentan el poder, consideran que la cosa pública, es un barco a la deriva en peligro de zozobrar.
Señalando que la ineficiencia y falta de pericia de las autoridades gubernamentales, se evidencia en las tantas improvisaciones con que se han manejado y que han caracterizado la presente gestión.
Ese es el rejuego y el lenguaje político, de medias verdades, y medias mentiras, en un si, pero no, y un no, pero sí.
Mientras tanto, las precariedades de la gente, subyacen enredadas en las patas de los caballos que van cargados de promesas políticas de la campaña electoral que, como siempre, casi todas, expirarán, al final de la misma.
Eso es historia patria.
Con, Dios siempre.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
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