En todos los extractos sociales siempre estará de manifiesto un sentimiento único, sublime, simpar, que bien pudiéramos definirlo como amor, porque alguna definición necesariamente tenemos que darle.
Pero realmente nos
quedamos cortos y muy distantes al tratar de expresar la magnitud y la grandeza
de tan noble entregado y excelso sentir, como el que profesa la mujer Madre.
La mujer Madre, la de
grandes sacrificios, la de sin igual mirada, la de manos seguras y firmes.
Aquella que pone su
hambre en espera, para llenar el estómago de sus hijos, mujer única y valiente,
que enfrenta con tesón la frontera de sus debilidades. Y con fortaleza y vigor, con una hermosa sonrisa
disimula y silencia su dolor
Día Internacional de
la Mujer, día de heroínas sin nombres, día de gladiadoras desconocidas.
Sin espacio para el
cansancio, emprenden su rutina diaria vendiendo café en una esquina, en labores
agrícolas, zonas francas, secretarias, ama de casas, conserjes, servicios
domésticos y profesionales en cualquier ocupación la mujer madre, honra la existencia
y la dignidad humana.
Día Internacional de
la Mujer, día de poses políticas y muchos mensajes que no dejan de ser solo
eso, simples mensajes para cumplir con una fecha en que la hipocresía se pone
de manifiesto a raudales.
Día Internacional de
la Mujer, día de abrazos fingidos, mientras crecen los feminicidios, los abusos
y acosos laborales y otros grandes vejámenes que por su recurrencia se
convierten en hábitos y costumbres
Día Internacional de
la Mujer, en el que a pesar de los infortunios la mujer avanza, crece y algún
día tendrán que desaparecer las desigualdades y el obsoleto criterio que aún
está presente en muchos que sólo ven un objeto sexual, del que tienen la
potestad eterna sobre sus vidas.
Con Dios siempre, a
sus pies.
Por LEONARDO CABRERA
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