Papa Francisco: Pedí estudiar la fea ideología de género que borra las diferencias
CIUDAD DEL VATICANO (1 Marzo 2023).- Francisco recibió en audiencia a los participantes en la conferencia "Hombre-Mujer Imagen de Dios. Por una antropología de las vocaciones", promovida por el Centro de Investigación y Antropología de las Vocaciones. Debido a un resfriado, pide a su colaborador monseñor Ciampanelli que lea el texto preparado, pero en un breve saludo vuelve a estigmatizar la ideología de género: "Borrar la diferencia es borrar la humanidad".
La ha condenado en numerosas ocasiones, definiéndola
"colonización ideológica", "expresión de frustración y
resignación" o "muy peligrosa", como hizo la última vez en su
discurso de principios de año al Cuerpo Diplomático. Hoy el Papa Francisco ha
vuelto a condenar el gender, anunciando que había "pedido que se hagan
estudios sobre esta fea ideología de nuestro tiempo" que "anula las
diferencias y hace que todo sea igual".
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la diferencia es borrar la humanidad
El Papa Francisco recibió en el Vaticano a los
participantes en la conferencia Hombre-Mujer Imagen de Dios. Por una
antropología de las vocaciones, una cita organizada por el Centre de Recerche
et d'Anthropologie des Vocations (CRAV) y dirigida por el cardenal Marc
Ouellet, Prefecto emérito del Dicasterio para los Obispos, que tiene lugar en
el Vaticano hoy y mañana, 1 y 2 de marzo, y reúne a diversos estudiosos,
filósofos, teólogos, pedagogos para reflexionar sobre la antropología
cristiana, el pluralismo, el diálogo entre culturas, el futuro del
cristianismo.
A causa del resfriado que le afecta desde hace días,
como en la audiencia general del miércoles, el Papa hizo leer el texto
preparado a su colaborador monseñor Filippo Ciampanelli: "Pido leer, para
no fatigarme tanto; todavía estoy resfriado y me cansa leer durante un buen
rato", explica. Antes, sin embargo, Francisco quiso dirigir unas palabras
a los presentes para subrayar la importancia del encuentro entre hombres y
mujeres, "porque hoy -dice- el peligro más feo es la ideología de género,
que anula las diferencias".
Pedí estudios sobre esta fea ideología de nuestro
tiempo, que borra las diferencias y hace que todo sea igual; borrar la
diferencia es borrar la humanidad. El hombre y la mujer, en cambio, se mantienen
en fecunda "tensión".
Ya en junio de 2019, la entonces Congregación para la
Educación Católica publicó un documento titulado "Varón y mujer los creó.
Para una vía de diálogo sobre la cuestión del gender en la educación", una
herramienta útil para abordar el debate sobre la sexualidad humana y los
desafíos que emergen del actual momento de emergencia educativa. Hoy Francisco
explica que la reflexión sobre este tema continúa.
Como en otras ocasiones -empezando por su viaje de
regreso de Filipinas, cuando los periodistas en el avión le pidieron que
explicara mejor el entonces recién nacido concepto de "colonización
ideológica" evocado durante el encuentro con las familias en Manila- Jorge
Mario Bergoglio sugirió la lectura de la novela El Señor del Mundo escrita en
1907, en Londres, por Robert Hugh Benson. Una obra distópica que describe las
derivas provenientes de la homologación.
Recuerdo haber leído una novela de principios del
siglo XX, escrita por el hijo del arzobispo de Canterbury: "The Lord of
the World". La novela habla de lo futurista y es profética, porque muestra
esta tendencia a borrar todas las diferencias. Es interesante leerla, si se
tiene tiempo, porque ahí están estos problemas de hoy. Aquel hombre era un
profeta.
En el texto entregado, Francisco se detiene en cambio
en la importancia de iniciar, a nivel académico, una reflexión sobre las
vocaciones en la Iglesia y en la sociedad, valorizando su dimensión
antropológica y partiendo de la "verdad elemental y fundamental" de
que "la vida del ser humano es una vocación".
Cada uno de nosotros, tanto en las grandes opciones
que afectan a un estado de vida, como en las múltiples ocasiones y situaciones
en las que se encarnan y toman forma, se descubre y se expresa como llamado,
como llamada, como persona que se realiza en la escucha y en la respuesta,
compartiendo su ser y sus dones con los demás para el bien común.
Es un descubrimiento que "nos saca del
aislamiento de un yo autorreferencial y nos hace mirarnos como una identidad en
relación: existo y vivo en relación con quien me ha generado, con la realidad
que me trasciende, con los demás y con el mundo que me rodea, respecto al cual
estoy llamado a abrazar con alegría y responsabilidad una misión específica y
personal", subrayó el Pontífice.
En el contexto cultural actual, a veces se tiende a
olvidar u oscurecer esta realidad, con el riesgo de reducir al ser humano
únicamente a sus necesidades materiales o exigencias primarias, como si fuera
un objeto sin conciencia ni voluntad, simplemente arrastrado por la vida como parte
de un engranaje mecánico.
El Papa recomendó no sofocar la "sana tensión
interior", es decir, la llamada "a la felicidad, a la plenitud de la
vida, a algo grande a lo que Dios nos ha destinado".
La vida de cada uno de nosotros, sin excluir a nadie,
no es un accidente del camino; nuestro estar en el mundo no es un mero fruto
del azar, sino que formamos parte de un plan de amor y estamos invitados a
salir de nosotros mismos y realizarlo, para nosotros y para los demás.
Cada uno de nosotros tiene, pues, una misión, es
decir, "estamos llamados a ofrecer nuestra contribución para mejorar el
mundo y modelar la sociedad". "No se trata de una tarea externa
confiada a nuestra vida, sino de una dimensión que implica nuestra propia
naturaleza, la estructura de nuestro ser hombre y mujer a imagen y semejanza de
Dios". Por ello, el Papa animó a realizar investigaciones, estudios y
espacios de debate sobre las vocaciones, los distintos estados de vida y la
multiplicidad de carismas: "Son útiles también para interrogarnos sobre
los desafíos de hoy, sobre la crisis antropológica en curso y sobre la
necesaria promoción de las vocaciones humanas y cristianas", remarcó.
También es importante, añadió, que "se desarrolle
una circularidad cada vez más eficaz entre las distintas vocaciones, para que
las obras que brotan del estado de vida laical al servicio de la sociedad y de
la Iglesia, junto con el don del ministerio ordenado y de la vida consagrada,
puedan contribuir a generar esperanza en un mundo sobre el que se ciernen
pesadas experiencias de muerte".
Por SALVATORE
CERNUZIO/Vatican News
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