"Sin justicia no hay paz, hay que promover el bien común": Papa Francisco
CIUDAD DEL VATICANO (3 Abril 2024).- La "justicia" fue el tema de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia general de este miércoles celebrada en la Plaza de San Pedro. Se trata de una virtud, dijo, "que hace evidente que no puede haber un verdadero bien para mí si no existe también el bien de todos". Justo es quien cultiva el sueño de la fraternidad universal, "un sueño especialmente necesario hoy".
Después de la virtud de la prudencia, tema de la
audiencia general del pasado 20 de marzo, y de la paciencia, del miércoles
pasado, es a la justicia, la segunda virtud cardinal, a la que el Papa dedicó
su catequesis de hoy.
"Es la virtud social por excelencia – dijo – sin
justicia no hay paz", si bien en su reflexión precisó que la justicia
"es una virtud que actúa tanto en los grandes como en los pequeños",
describiendo algunas características cotidianas del hombre justo, como el
candor, la atención a los demás, el interés por el bien común y la honestidad;
haciendo hincapié en la necesidad de promover la legalidad como antídoto contra
la corrupción.
Sin
justicia no hay paz
La justicia "es la virtud del derecho, que trata
de regular con equidad las relaciones entre las personas", explicó
Francisco, pero que necesita ir acompañada de otras actitudes como la
benevolencia, el respeto y la gratitud. Y subrayó su relación con la paz:
Todos comprendemos que la justicia es fundamental para
la coexistencia pacífica en la sociedad: un mundo sin leyes que respeten los
derechos sería un mundo en el que es imposible vivir, se parecería a una
jungla.
“Sin justicia no hay paz. De hecho, si no se respeta
la justicia, se generan conflictos. Sin justicia, se consagra la ley del fuerte
sobre el débil”
No
hay verdadero bien si no es un bien para todos
Pasando de las cuestiones tratadas en las "salas
de justicia" a la vida cotidiana, el Santo Padre afirmó que la justicia
construye relaciones con el prójimo basadas en la sinceridad, como recomienda
el Evangelio cuando dice que el hablar de los discípulos de Jesús debe ser
claro: "sí, sí, no, no". El justo, observó, "es recto, sencillo
y directo, no lleva máscaras, se presenta tal como es. Respeta las leyes y a
menudo se acuerda de dar las gracias reconociendo lo que él mismo ha recibido. "Si
amamos, es también porque hemos sido amados primero", afirmó el Papa:
El hombre justo no sólo vela por su bienestar
individual, sino que quiere el bien de toda la sociedad. Por eso, no cede a la
tentación de pensar sólo en sí mismo y de ocuparse de sus propios asuntos, por
legítimos que sean, como si fueran lo único que existe en el mundo. La virtud
de la justicia deja claro – y pone la exigencia en el corazón – que no puede
haber un verdadero bien para mí si no existe también el bien de todos.
La
legalidad es el camino de la justicia
El justo – prosiguió explicando el Papa Francisco – si
se equivoca, sabe pedir perdón e incluso llega a sacrificar uno de sus bienes
personales para ponerlo a disposición de los demás. Rechaza la calumnia, el
fraude, la usura, "cumple su palabra", "reconoce el salario
justo a los trabajadores", no busca recomendaciones y promueve la
legalidad.
Esta, en efecto, es el camino hacia la justicia, el
antídoto contra la corrupción: ¡qué importante es educar a las personas,
especialmente a los jóvenes, en la cultura de la legalidad! Es la manera de
prevenir el cáncer de la corrupción y de erradicar la delincuencia, removiendo
el suelo bajo sus pies.
Los
justos: soñadores de la fraternidad universal
El Papa concluyó su reflexión citando la frase de la
Escritura: "Quien busca la justicia y el amor encontrará la vida y la
gloria" para decir que los justos "no son perdedores" frente a
quienes se creen "astutos y ladinos"; al contrario, los justos atraen
la bondad hacia sí mismos y hacia su entorno:
Los justos no son moralistas que visten la toga del
censor, sino personas rectas que "tienen hambre y sed de justicia",
soñadores que abrigan en su corazón el deseo de la fraternidad universal. Y de
este sueño, especialmente hoy, todos tenemos una gran necesidad.
Por ADRIANA
MASOTTI/Vatican News
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