Carlos Alcaraz despega en París con victoria y diversión

PARÍS, Francia (27 Julio 2024).- La pista Suzanne Lenglet es un clamor. Carlos Alcaraz, Carlitos, acaba de hacer acto de aparición. El público, que abarrota las gradas, rompe a aplaudir y a corear su nombre. Se asoman banderas españolas pero también de muchos otros países para jalearle. “Vamos, Carlitos”, se escucha con acento francés. Si Nadal tiene una estatua en las instalaciones de Roland Garros, los seguidores también están adoptando al murciano, vigente campeón del Grand Slam parisino. 

Pero ahora no estamos en la primavera ni en el grande parisino, sino en verano, aunque no lo parezca por la lluvia, y en los Juegos Olímpicos. Por eso las iniciales RG que todo lo inundan normalmente en el Bois de Bologne no aparecen por ningún sitio y sí los cinco aros y los logos de París 2024. Bajo este tuneo se presenta Alcaraz a sus primeros Juegos y lo hace con una lógica victoria (6-3, 6-1 en 1 hora y 10 minutos) frente al libanés Hady Habib, de 24 años y número 275 del mundo. Un rival modesto pero entusiasta. Un tenista que entró el otro día en el gimnasio y se admiró de encontrarse con Djokovic, Murray o Nadal.

“He vivido un ambiente muy interesante, distinto al que estamos acostumbrados, me lo he pasado muy bien”

Pero no salió pidiéndole autógrafos al del Palmar, que superó algún titubeo inicial. Iba sobrado de fuerza Alcaraz, con algún error más de la cuenta por querer romper la bola. Pero cuando se sacudió esos posibles nervios iniciales tomó el control. Tuvo que ponerse serio, sobre todo para salvar bolas de break, pero siempre se manejó con superioridad. “He tenido muy buenas sensaciones en mi primer partido en tierra tras Wimbledon”, señaló Alcaraz tras la victoria. Un Alcaraz excitado por su debut en unos Juegos. “He vivido en la pista un ambiente muy interesante, muy distinto al de los torneos del circuito, con muchas banderas, la verdad es que me lo he pasado muy bien”, dijo el murciano.

Ahora una derecha profunda, ahora un revés poderoso. Ahora una volea. O una virguería de las suyas en forma de globito o dejada, jugadas dignas del arte del Louvre que fueron celebradas con exclamaciones. Aunque para ovación la que se llevó Habib cuando ganó su primer juego o cuando también se inventó algún golpe imaginativo. El público quería tenis del bueno y competitividad. Normal.



Por JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ/La Vanguardia

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