Antes de llegar al poder y ser funcionarios públicos los políticos, conocen al dedillo y de forma pormenorizada los problemas y necesidades de sus comunidades.
Conocen a casi todos los miembros de sus partidos, e interactúan con ellos, saben de su procedencia, el sector donde viven, su capacidad dirigencial, su hoja comunitaria.
Están enterados si son proclives o están en actividades o cosas no santas, si les pesan los ruedos de sus pantalones, y en caso de ser cristianos, saben hasta las iglesias a las que asisten.
También conocen el “pedigrí” de quienes conforman la oposición, incluso, en ocasiones son familiares, amigos de infancia o fueron compañeros de estudios.
En fin, al que no lo conocen, lo han visto alguna vez, o tienen las debidas referencias o el currículo de vida con todo cuanto pudiera ser de su interés.
Para su suerte, siempre hay quienes informan con lujo de detalles, y hasta exageran al respecto sin que haya necesidad de preguntarles.
Están conscientes de cuáles son las carencias y precariedades por las que atraviesan sus compueblanos.
No obstante, resulta casi obligatorio que la ciudadanía se vea precisada a recurrir a los medios a su alcance para demandar obras y soluciones que por la falta de iniciativas y voluntades políticas no se ejecutan.
Obras y soluciones que constituían una gran preocupación para ellos, los políticos y prometían realizarlas, si con el favor del pueblo llegasen a gobernar el país.
Empero, el alzheimer del poder que sufren algunos políticos impide recordarlas y solo son posibles, si coinciden con sus intereses particulares para engrosar sus bolsillos.
Quedando evidenciado que no tienen la talla para satisfacer las expectativas que en torno a ellos se creó la población que con un dejo de amargura solo atina decir:
“Tanto que este fulano habló y criticó cuando estaba en la oposición y ha resultado ser igual o peor que aquellos a los que criticaba”.
Con Dios siempre, a sus pies.
Por LEONARDO CABRERA DÍAZ
No hay comentarios.: